Los fanáticos que siguieron la arenga incendiaria de Trump, irrumpieron en el Capitolio y ahora quieren hundirlo para salvarse

Seguidores de Donald Trump acusados de participar en el asalto al Capitolio el pasado 6 de enero han dicho claramente que no hicieron otra cosa que lo que el entonces presidente les pedía. Un dedo señalador que ha sido puesto en evidencia en los procesos judiciales que se les sigue a quienes participaron en esos disturbios y que apunta fuertemente contra el propio Trump, sometido a juicio político en el Senado de Estados Unidos acusado de haber incitado la insurrección que llevó a una muchedumbre de sus seguidores a asaltar violentamente la sede del Congreso.

Muchedumbres de seguidores de Donald Trump irrumpieron violentamente en el Capitolio el pasado 6 de enero de 2021. (Getty Images)
Muchedumbres de seguidores de Donald Trump irrumpieron violentamente en el Capitolio el pasado 6 de enero de 2021. (Getty Images)

Los atacantes irrumpieron en el Capitolio, azuzados por Trump e intoxicados con su mentira de que la elección presidencial fue fraudulenta, para frenar la certificación del triunfo de Joe Biden. Varios de ellos llegaron a proferir amenazas contra la vida del entonces vicepresidente Mike Pence, quien presidía la sesión conjunta del Congreso, de la líder demócrata Nancy Pelosi y de otros congresistas.

El violento ataque dejó un saldo de cinco fallecidos y fue un inédito agravio contra la Constitución, la democracia y la institucionalidad republicana estadounidenses.

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Hasta el momento, cerca de 200 personas que participaron en la irrupción en el Capitolio han sido arrestadas y acusadas y varias de ellas, de acuerdo a un recuento que el USA Today hizo de declaraciones y documentos judiciales, han dicho claramente que ellos no hicieron sino seguir lo que Trump les pedía.

A decir de varios de los seguidores trumpistas, esa acción fue un acto de lealtad hacia Trump, el cumplimiento de sus instrucciones. Todo ello en el contexto de una sistemática difusión de mentiras que, por meses, Trump desató para hacer creer que la elección que Joe Biden ganó fue ilegítima y que sus seguidores debían actuar –”pelear endemoniadamente”, llegó a decir el ya expresidente– para evitar ese “robo”.

Pero la realidad es que nunca existió tal fraude masivo, que la victoria de Biden fue válida y que Trump difundió mentiras, interpuso demandas sin fundamento, presionó a funcionarios y legisladores y agitó a sus seguidores radicales en su intento de revertir la elección y mantener el poder en contra del resultado electoral legítimo.

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Ahora, tras el violento ataque al Capitolio, ha quedado claro que se trató de un golpe a la democracia y en Estados Unidos se ha planteado con vehemencia y fundamentación que Trump tiene responsabilidad. El proceso de ‘impeachment’ en el Senado es un indicador al respecto.

Garret Miller, uno de los acusados de irrumpir violentamente en el Capitolio de EEUU. Su abogado dice que él actuó siguiendo los llamados de Donald Trump. (AP)
Garret Miller, uno de los acusados de irrumpir violentamente en el Capitolio de EEUU. Su abogado dice que él actuó siguiendo los llamados de Donald Trump. (AP)

“Trump no se subió al auto y lo trajo a DC pero es importante entender el contexto… Se debe entender la mentalidad de culto… Ellos son depredadores de víctimas vulnerables y les dan un propósito, un sentido. En este caso, Trump convenció a sus seguidores fanáticos de que estaban trabajando para preservar la democracia”, comentó el abogado de Garret Miller, una de las personas que irrumpió en el Capitolio.

Si quienes irrumpieron violentamente en el Capitolio acicateados por Trump eran víctimas vulnerables está a debate, pero el dato de que la desinformación, las teorías conspirativas y la estigmatización que Trump propagó de modo constante tuvo un fuerte impacto en sus seguidores y en sus acciones sería patente.

Varios de esos seguidores trumpistas han afirmado que al irrumpir al Capitolio sólo hacían lo que Trump les pedía.

Por ejemplo, de acuerdo al recuento del USA Today, Jorge Riley dijo que viajó a Washington DC desde California “para ver para qué mi presidente me convocó”. Y Jacob Chansley, el notorio ‘Shaman QAnon’ que entró en el Capitolio vestido con un gorro de cuernos, el torso semidesnudo y con la cara pintada de los colores de la bandera estadounidense, dijo al FBI que acudió porque Trump le pidió a todos los “patriotas” que lo hicieran.

El abogado de Robert Sanford, otro de los acusados por el ataque al Capitolio, dijo que “el presidente y sus grupos reunieron a gente que no planeaba hacer nada… El presidente fue el adhesivo, él fue el pegamento que puso a todas estas personas juntas”.

Con todo, hay datos que señalaron que muchas de las personas que acudieron a Washington DC, participaron el 6 de enero al mitin de Trump allí y luego marcharon al Capitolio sí tenían muy bien establecido lo que iban a hacer.

Otro acusado, Bruno Cua, que enfrenta cargos de agresión contra un oficial federal, dijo en la red social Parler antes del ataque al Capitolio que “el presidente Trump nos llama a pelear”.

Y Kenneth Grayson, se cita en documentos presentados por el FBI, dijo en Facebook que iría a Washington “para la mayor celebración de todos los tiempos después de que Pence dirija la voltereta en el Senado…” o para, en su caso, “atacar la capital si Trump nos los dice…”.

De acuerdo al USA Today, decir que solo siguieron las indicaciones de Trump no evitará que los acusados de haber irrumpido en el Capitolio sean sancionados, pero sí podría ayudarlos a recibir sentencias menores, sobre todo en los casos de personas sin antecedentes penales. Y esas afirmaciones de participantes en el ataque podrían también ser consideradas ante el Senado como evidencia de que los dichos de Trump propiciaron la insurrección y, por ende, él es responsable de ella.

El USA Today cita al psiquiatra Ziv Cohen, quien señala que las alegaciones de los acusados diciendo que solo hicieron lo que Trump les pidió influenciados por el fanatismo y teorías conspirativas se trataría de una estrategia denominada “defensa por autoridad pública”, en donde los acusados plantean que no tienen responsabilidad porque solo seguían lo que una autoridad pública, en este caso Trump, les pedía hacer.

Cohen considera que es poco probable que ese argumento resulte exitoso en las cortes para exculpar a los acusados, pero podría en algunos casos propiciar sentencias menos severas.

Jacob Chansley (der.), conocido como el 'QAnon Shaman', y otras personas que irrumpieron en el Capitolio se enccaran con un policía afuera del salón del Senado el pasado 6 de enero de 2021. (AP)
Jacob Chansley (der.), conocido como el 'QAnon Shaman', y otras personas que irrumpieron en el Capitolio se encaran con un policía afuera del salón del Senado el pasado 6 de enero de 2021. (AP)

En todo caso, los abogados que representan a Trump durante el juicio en el Senado han rechazado que él haya incitado el ataque al Capitolio. Incluso han calificado a quienes lo perpetraron de ser “un grupo pequeño de criminales que merecen el mayor castigo conforme a la ley”.

Trump mismo, después de decir el mismo 6 de enero que “amaba” a quienes irrumpieron en el Capitolio, luego los repudió y dijo que no eran verdaderos seguidores suyos.

Las confesiones, las acusaciones y los repudios entre unos y otro para tratar de evadir o minimizar responsabilidades eran previsibles. Son una suerte de “sálvese quien pueda” ante la evidencia de que el asalto al Capitolio fue un acto delictivo que atentó contra la democracia y que, en el caso de Trump, lo ha convertido en el único presidente estadounidense en ser acusado dos veces en un proceso de impeachment.

Una fallo condenatorio contra Trump en el Senado, donde se requiere 67 votos para declararlo culpable (el Senado está dividido 50-50 entre demócratas y republicanos), es con todo poco probable pues, más allá de los hechos y la evidencia, el voto de los senadores está fuertemente atado a cuestiones político-ideológicas. Y hasta el momento no habría 17 senadores republicanos decididos a condenar a Trump y con ello enfrentarse a la derecha radical, que es muy trumpista y mantiene una poderosa influencia en los procesos internos del Partido Republicano.

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