Familia de soldado hispano asesinado exige respuestas y justicia

Los Ángeles, 15 jul (EFE News).- Al igual que en el caso de Vanessa Guillén, la familia de un soldado latino asesinado y descuartizado en territorio estadounidense exige al Ejército justicia y respuestas sobre lo ocurrido después de que fuera visto por última vez en una acampada con varios compañeros en la base de Fort Bragg, Carolina del Norte.

Enrique Román Martínez, de 21 años, miembro del grupo de paracaidistas de Fort Bragg, desapareció después de la medianoche del 22 de mayo durante el fin de semana en que se celebró el Día de Recordación, cuando acampaba cerca de Cape Lookout.

Parte de sus restos fueron encontrados el 29 de mayo en Shackleford Banks, cerca de donde desapareció, según informó el Ejército que, con base en los registros dentales, confirmó unos días después que se trataba del paracaidista latino.

“Dijeron que mi hermano se fue sin decir nada”, contó este miércoles en entrevista con Efe Griselda Martínez, hermana del militar.

“Cuando nos dijeron que se fue sin su (teléfono) celular y sin sus lentes, mi mamá y yo nos desesperamos”, señaló Martínez al explicar que Enrique necesitaba lentes para ver, especialmente en la noche.

Las dos viajaron de inmediato a Fort Hood y luego visitaron el sitio del campamento, localizado a cerca de cuatro horas por carretera de la base militar.

“Cuando vimos la isla nos pusimos muy tristes y lloramos pues era muy pequeña, y no entendíamos cómo mi hermano había desaparecido”, añadió.

Unos días después de su visita al fuerte, el Ejército les confirmó que los restos hallados eran los de Román.

Posteriormente -“tres o cuatro días después”- supieron por un artículo en internet sobre la llamada al 911 que los compañeros habían hecho el 23 de mayo, alrededor de las siete de la tarde, cerca de 19 horas después de que el grupo dijera haber visto a Román por última vez.

“Así que todos nos fuimos a la cama las 12:03. Fue entonces cuando todos decidimos acostarnos y esa es la última vez que lo vimos”, se escucha en la grabación oficial del 911.

En la llamada se explica que la última vez que los soldados vieron a su compañero latino, este solo vestía una pantaloneta azul.

Los investigadores del Ejército informaron a Griselda que el soldado acampaba con otros seis hombres y una mujer, todos estacionados en Fort Hood, pero “no nos dejaron hablar con ninguno de ellos”.

“Prestó servicio a su nación con honor y estamos absolutamente tristes por su pérdida y nuestros corazones están con su familia, amigos y compañeros paracaidistas”, señaló una declaración oficial del Ejército.

María Guadalupe Martínez, madre de Román, está desolada. “Él era su bebé, era el menor y era su favorito y mi hermana y yo lo entendemos”, explicó Griselda, la segunda de los tres hijos.

La familia clama por que al difundirse la noticia de la trágica muerte de Román, alguien se comunique con ellos o con el Ejército para ofrecer alguna pista sobre lo sucedido al paracaidista.

“Esperamos que con todas estas noticias alguien sepa algo y diga algo. Esos muchachos que fueron con él saben algo”, aseguró Griselda al señalar que al principio “trataron de esconder” la presencia de una joven en el grupo.

El Ejército ofrece una recompensa de 25.000 dólares a quien proporcione información válida “que lleve al arresto y condena de la(s) persona(s) responsable(s) por el homicidio” del soldado latino.

Los familiares y amigos han establecido en internet la petición “Justice For Enrique Roman Martinez”, pidiendo al Ejército y al Departamento de Justicia que aclare el caso. La cuenta ya registra más de 12.200 firmas de su meta de 15.000.

El caso de Román Martínez se suma a otros de soldados latinos muertos en circunstancias sospechosas, incluyendo los de Guillén y Gregory Morales, ambos de la base Fort Hood, en Texas.

La soldado Guillén, de 20 años de edad, había desaparecido el 22 de abril y sus restos fueron hallados el 30 de junio cerca del río León.

El principal sospechoso de su muerte, el soldado Aaron Robinson, también de Fort Hood, se suicidó poco después de escaparse de la instalación militar y cuando iba a ser interrogado por agentes policiales ese 30 de junio.

Por su parte, Morales, de 24 años, fue visto por última vez el 20 de agosto del 2019 cuando iba manejando su auto en la ciudad de Killeen.

Los restos del joven fueron descubiertos la mañana del 19 de junio, 11e meses después de su desaparición, en un terreno cercano al Fort Hood.

(c) Agencia EFE