La prueba de fuego para Will Smith y su familia: se exponen y lo revelan (casi) todo

En un libro, una serie web y carreras musicales, Will, Jada, Jaden y Willow Smith han reinventado la imagen de una familia estrella para la nueva era de la fama impulsada por la realidad. (Jon Key/The New York Times).
En un libro, una serie web y carreras musicales, Will, Jada, Jaden y Willow Smith han reinventado la imagen de una familia estrella para la nueva era de la fama impulsada por la realidad. (Jon Key/The New York Times).

En la primera página de la autobiografía de Will Smith titulada “Will”, que se publicó hace poco, la superestrella global relata una historia espantosa de cómo vio a su padre golpear a su madre en la cabeza con tanta fuerza que ella escupió sangre. Los primeros capítulos del libro continúan por el mismo tenor: un Will joven, carismático y excéntrico por naturaleza, asume el papel del animador de la familia para salvar a su madre, a sí mismo y a todos los demás.

“Yo iba a ser el niño estrella”, escribe. “El salvador de mi madre. El usurpador de mi padre. Se volvería la actuación más importante de mi vida. Y, en los siguientes 40 años, no me saldría del papel. Ni una sola vez”.

El hecho de que se convirtiera en el conquistador perpetuo en sus películas a partir de mediados de los años noventa —Smith vence a extraterrestres en “Hombres de negro”, a robots en “Yo, robot”, a mutantes en “Soy leyenda”, a narcotraficantes en “Dos policías rebeldes”, a George Foreman en “Ali”— tal vez fue una consecuencia del trauma, pero también lo convirtió en uno de los actores más taquilleros del mundo. Fuera de la pantalla se comportaba casi igual que en la ficción, lo cual revelaba un poco: una persona inescrutable adorada por millones.

En los últimos dos años, los músculos de Smith se han aflojado un poco. Se ha transformado en una presencia relajada y un tanto improvisada en Instagram y TikTok. Además de su autobiografía inusualmente vulnerable, hace poco también apareció en una serie documental de seis episodios de YouTube Originals, “Best Shape of My Life”, que a primera vista trata del esfuerzo de Smith por perder peso, pero en realidad explora las fisuras cada vez más profundas en la carcasa exterior del personaje que el actor presenta al público. Durante décadas, se fusionó con esta fachada endurecida; ahora está dejando que se desvanezca.

Este giro hacia la transparencia lo vuelve el patriarca de una familia que, en últimas fechas, ha hecho de la intimidad su especialidad. Los Smith —Will, de 53 años; su esposa, Jada, de 50; sus hijos, Jaden, de 23; y Willow, de 21— se han convertido en la primera familia que ha decidido revelar todo de sí. Entre el nuevo estado de relajación de Will, el programa de entrevistas francas de Jada y Willow, “Red Table Talk” y la música de Willow y Jaden, los Smith han reinventado una unidad élite del antiguo Hollywood para la nueva era de la fama impulsada por la realidad.

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Jada Pinkett Smith y Will Smith (Photo by: Eric Charbonneau/Peacock/NBCU Photo Bank via Getty Images)

Su trayectoria ha sido lo opuesto a la de las Kardashian, por ejemplo, el ideal platónico del clan de la telerrealidad que alcanzó el estrellato tradicional por su propia fuerza de voluntad (siempre desdibujando las líneas entre la nueva y la vieja fama). Por el contrario, los Smith han bajado el ritmo, de un estilo convencional de celebridad a uno más matizado y llamativo; lo más crucial es que lo han hecho con una especie de elegancia, lo cual es asombroso dada la intensidad de algunas de las revelaciones en juego.

Lo que han logrado es un replanteamiento perfecto para la época de los confesionarios en línea y las marcas personales basadas en el trauma, sobre todo para una familia en la que los padres se están alejando de la mirada pública, y los hijos se volvieron famosos incluso antes de poder renunciar a ese aspecto de su vida. También es una validación profunda del poder de la franqueza emocional y cómo esta contribuye a la desestigmatización de las celebridades, pues toma el tipo de revelaciones que en otras épocas se habrían relegado a los tabloides salaces y las biografías no autorizadas, y las convierte en combustible para el la autodeterminación.

Puede que Will sea el miembro con el perfil público más alto de la familia Smith, pero Jada es quien ayudó a esbozar el esquema para la reinvención de la familia con “Red Table Talk”. El programa, que se puede ver en Facebook Watch, inició a mediados de 2018, y pronto se dio a conocer por sus conversaciones cargadas de vulnerabilidad inesperada, tanto con los invitados famosos como entre las anfitrionas: Jada, Willow y la madre de Jada, Adrienne. Cada mujer se mantiene firme en su postura —esto se ve, por ejemplo, en el episodio sobre el poliamor, en el que Willow parece desconcertar a las coanfitrionas con sus comentarios— pero la buena voluntad familiar impide que estallen tensiones verdaderas en el programa.

Más de un episodio ahonda en los desafíos del matrimonio de Will y Jada, y ofrece pequeños atisbos de revelación sobre una pareja que suele estar en boca de todos. Insisten en que jamás se van a separar, ya que después de superar ciertos desafíos no especificados, “ya no hay nada que pueda romper nuestra relación” (al final de la charla, Will intenta desmentir algunos rumores frecuentes: “Nunca hemos sido cienciólogos, nunca hemos intercambiado parejas”, aunque Jada procede a señalar que esto último se refiere a un “estilo de vida específico”).

Jada Pinkett Smith, Will Smith, Willow Smith y Jaden Smith en la alfombra roja  del Teatro Chino 2021 (Photo by Albert L. Ortega/Getty Images)
Jada Pinkett Smith, Will Smith, Willow Smith y Jaden Smith en la alfombra roja del Teatro Chino 2021 (Photo by Albert L. Ortega/Getty Images)

Si ves suficientes episodios de “Red Table Talk” después de leer el libro de Will y absorber toda su serie de YouTube, podrías descubrir la misma historia contada de varias maneras distintas: el actor lleva planeando este desahogo desde hace tiempo. A diferencia de Jada, quien aborda el programa y comparte sus verdades con más ligereza, Will ha tomado este cambio con total seriedad y lo está tratando como las etapas de producción de una película taquillera: ensayo, refinamiento y ejecución impecable.

“Best Shape of My Life” comienza como un programa de pérdida de peso: Will tiene una pequeña barriga de papá dominguero. Para bajarla, vuela a Dubái para trabajar con su entrenador personal, como todos lo haríamos. Afirma que quiere que se grabe todo el proceso porque “las cámaras son como mis patrocinadores, tengo que rendirles cuentas”. Asume retos físicos intensos —subir hasta la cima del Burj Khalifa, el edificio más alto del planeta, o cruzar el circuito de obstáculos de la Academia de Policía de Dubái— mientras también escribe sus memorias.

Al poco tiempo, esa rendición de cuentas empieza a pesarle. La agonía por el objetivo de perder de peso comienza a sentirse como una tensión falsa. Al igual que el estrés por la fecha de entrega de su libro (la cual se enfatiza con los que parecen ser mensajes de voz ensayados por parte de su asistente). Lo que sucede entonces es un tira y afloja entre su compulsión por representar a un personaje y su necesidad de retraerse. El cuarto episodio se titula “I Quit” (Renuncio) y luego continúa con otros dos episodios —después de todo, esta es una producción de Will Smith. Pero las barreras se están tambaleando: en el quinto episodio, exclama: “A la [improperio] con el presupuesto, a la [improperio] la fecha de entrega… se van a conformar con lo que les demos”.

Varios segmentos del programa se dedican a momentos en los que Will lee fragmentos de sus memorias frente a familiares y amigos. Estos momentos muestran vulnerabilidad sin alejarse jamás de la actuación: Will llora por los desafíos de su infancia, y sus espectadores, entre ellos su terapeuta, asienten. Al menos unos años después de su época dorada en la cima de la taquilla, ha logrado construir un sistema de recompensas más ampliable.

Will Smith y Willow Smith (Photo credit should read FRANCOIS GUILLOT/AFP via Getty Images)
Will Smith y Willow Smith (Photo credit should read FRANCOIS GUILLOT/AFP via Getty Images)

Will, otrora una superestrella conocida por un maximalismo seductor, ya ha experimentado con este tipo de contenido tras bambalinas: “Will Smith’s Bucket List”, una serie transmitida en Facebook Watch, y “Will Smith: Off the Deep End”, un documental de inmersión en la naturaleza. Pero el año pasado ha representado una transformación profesional multiplataforma en la que Smith usa todas las herramientas de la fama para eliminar cada una de sus máscaras.

En su autobiografía, escribe de manera conmovedora sobre la ambivalencia que siente con respecto a su padre, que le inculcó la disciplina con la que luego construiría su exitosa carrera, pero que también fue una forma de abuso. En una sección, sugiere que alguna vez consideró empujar a su padre anciano por las escaleras como venganza.

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Sin embargo, la verdadera revelación sobre la relación de Will con la autoridad parental se presenta en “Rey Richard: Una familia ganadora”, la película biográfica del año pasado sobre Richard Williams, el padre de Serena y Venus. Richard Williams a menudo fue difamado por la manera hiperenfocada en la que crio a sus hijas, pero Will lo interpreta con empatía como un héroe testarudo; enfatiza su tenacidad, pero nunca la vuelve un motivo de burla (fue nominado al Oscar por su actuación). Todos los medios se justifican cuando el fin es tan codiciado.

Es probable que el papel tenga un doble significado para Will —por un lado, es una celebración de la disciplina transformadora que aprendió de su propio padre (en un contexto no abusivo) y, por otro, es un argumento que respalda su propio estilo de crianza. Tanto en las memorias como en el programa de entrevistas de Jada, Smith habla abiertamente sobre cómo su intervención paterna de mano dura con Jaden y Willow le explotó en la cara en varias ocasiones. Cuando el primer sencillo de Willow, “Whip My Hair”, se convirtió en un éxito, ella se rapó la cabeza para rebelarse contra las presiones de salir de gira. La película de acción que hizo con Jaden, “Después de la Tierra”, fue un fracaso rotundo. (Will tiene otro hijo, Trey, de su primer matrimonio, quien a veces hace actuaciones como DJ y aparece como invitado en “Red Table Talk”).

Sin embargo, la ecuanimidad de los Smith más jóvenes es bastante extraordinaria. Son pensadores libres como suelen ser los hijos de padres privilegiados, pero también son curiosos y empáticos y, en general, son decididamente cariñosos (si escuchas a Jaden hablar sobre cómo aprendió a navegar los rituales de pagar por la cena, se te derretirá el corazón). En vista de la trayectoria completa que vivieron sus padres, de ser celebridades intocables y de vuelta a la realidad, y en vista del hecho de que ambos nacieron en una generación mucho más transparente, les es fácil adaptarse a la nueva visibilidad de su familia.

No obstante, para Will y Jada, la cuerda floja de la confesión es, por naturaleza, una reafirmación de poder. Ser así de vulnerable, casi sin miedo de enfrentar represalias o sufrir un colapso público, es quizá la prueba de fuego de la fama. La única pregunta es qué secretos siguen acechando detrás de esta transparencia.

© 2022 The New York Times Company

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