Anuncios

A pesar de la falta de datos, las pruebas rápidas en niños avanzan con fuerza

Mientras el coronavirus afecta el país, expertos de la salud hicieron un llamado para incrementar el acceso a las pruebas que ayudarán a seguir la pista y contener la rápida, y con frecuencia silenciosa, propagación del virus.

Pero algunas de las herramientas más baratas y convenientes para la detección que se encuentran en el mercado podrían no funcionar como se espera en un grupo de la población en el que ya se estaban usando: los niños, cuyos pequeños cuerpos podrían hacer que sea más difícil detectar el coronavirus.

Un pequeño pero creciente grupo de evidencias, algunas de las cuales aún no se publican en revistas científicas revisadas por pares, sugiere que las pruebas rápidas para el coronavirus podrían fallar en personas muy jóvenes, dejando que infecciones de bajo nivel pasen desapercibidas.

En un estudio reciente a más de 1600 personas en Massachusetts, Binax NOW, una prueba rápida fabricada por Abbott Laboratories, detectó el 96,5 por ciento de los contagios de coronavirus que encontró una prueba de laboratorio más precisa en adultos con síntomas. Pero la prueba rápida solo detectó el 77,8 por ciento de los casos sintomáticos en personas de 18 años o menores. Entre las personas asintomáticas, la prueba fue aún menos efectiva, identificando el 70,2 por ciento de los adultos y el 63,6 por ciento de los niños.

Otro estudio reciente, publicado en noviembre en la revista médica Clinical Microbiology and Infection, encontró que una prueba distinta, también fabricada por Abbott, llamada PanBio, identificó solo el 62,5 por ciento de los casos de coronavirus en personas de 16 años o menores, en contraste con el 82,6 por ciento en adultos, aunque el número de muestras pediátricas analizadas fue pequeño.

Los niños rara vez parecen tener casos graves de COVID, y es probable que los más jóvenes también sean menos propensos a transmitir el virus a otras personas. Expertos de la salud indicaron que, no obstante, los nuevos hallazgos deberían motivar a la realización de estudios más profundos sobre las herramientas de diagnóstico del virus en poblaciones pediátricas.

“En este momento, creo que hoy todavía es posible que estas pruebas funcionen de la misma manera” tanto en adultos como en niños, explicó Nira Pollock, directora médica asociada del laboratorio para el diagnóstico de enfermedades infecciosas del Hospital Pediátrico de Boston y una de los investigadores que lidera el estudio hecho en Massachusetts. Pero sin datos sólidos que demuestren cómo el diagnóstico de coronavirus funciona en niños, sería un error asumir que los exámenes funcionarán tan fácilmente en personas jóvenes como en adultos, añadió.

No obstante, el resultado de las pruebas parece haberse dado por sentado. La Binax NOW, que recibió una autorización de emergencia por parte de la Administración de Medicamentos y Alimentos en agosto, no fue probada en nadie menor de 22 años antes que Abbott solicitara la misma autorización. Aun así, el gobierno ya compró millones de estas pruebas y comenzó a distribuirlas a gobernadores y comunidades vulnerables, alentando su uso en escuelas como herramientas de monitoreo.

Otra de las pruebas rápidas de Abbott, la ID NOW, también excluyó a personas de 21 años y menores de las pruebas preliminares, pero esta se ha estado usando en clínicas de todo el país. Y una prueba rápida, ampliamente usada, llamada Veritor, hecha por Becton, Dickinson and Company, no fue evaluada en personas menores de 18 años, pero se había optado públicamente para su uso en las escuelas. Otras compañías con pruebas rápidas, incluidas Access Bio y LumiraDx, sí incluyeron un pequeño grupo de menores de edad en los estudios preliminares, pero declinaron revelar datos sobre el desempeño de las pruebas según la edad de los sujetos de prueba.

En medicina, con frecuencia se considera a los niños como “versiones miniaturas de los adultos”, explicó Jennifer Dien Bard, directora del laboratorio de microbiología clínica y virología en el Hospital Pediátrico de Los Ángeles. “Pero ellos no son nada más adultos pequeños. Es realmente importante que en cualquiera de las pruebas que esté disponible, se ofrezca una estrategia específica para las necesidades específicas de los niños”.

En la prisa por autorizar tratamientos, vacunas y pruebas de diagnóstico para su uso masivo, las compañías excluyen a los niños en las primeras pruebas que demuestran si los productos o terapias son efectivos y seguros. Pero las pruebas de virus, bacterias y otros microbios infecciosos que producen resultados estelares en adultos no siempre lo hacen de igual manera en los niños.

Las causas de estas diferencias no siempre son obvias, según explicó Pollock. Por ejemplo, los sistemas inmunológicos de los niños podrían ser mejores a la hora de ubicar y aislar a ciertos invasores infecciosos, haciendo que sea más difícil detectarlos con pruebas estandarizadas.

En un estudio publicado en la revista científica Journal of Clinical Microbiology en octubre, Pollock y su equipo acumularon datos de nueve hospitales pediátricos en todo el país, todos los cuales reportaron pocos casos asintomáticos de niños infectados con el virus. Otro estudio, que aún no se publica en una revista científica revisada por pares, dio pistas de una tendencia similar en niños que estaban enfermos.

Pollock explicó que las pruebas de laboratorio, como aquellas que usan una técnica llamada reacción en cadena de la polimerasa, o PCR, son lo suficientemente sensibles para descubrir infecciones de bajo nivel. Pero el virus podría no estar presente en cantidades lo suficientemente altas como para ser descubierto por un examen rápido, como aquellos que detectan solo cantidades relativamente altas de antígeno, o pequeñas partes de las proteínas del coronavirus. La Binax NOW es de ese tipo de examen.

Muchos de estos niños “van a resultar negativos en pruebas rápidas”, explicó Pollock. “Eso va a impactar en cómo pensamos acerca del entorno de la escuela y la guardería”.

Es posible que algunos niños tengan una predisposición natural a alojar menos cantidades del virus. También es posible que los niños que participaron en estos estudios fueron examinados tardíamente durante su período de infección, cuando el virus ya se había debilitado. Si ese fue el caso, según explica Pollock, estos niños podrían haber llevado o incluso transmitido el virus en grandes cantidades, pero no se les aplicó la prueba durante ese momento. Determinar estos escenarios podría ser difícil sin hacer pruebas a más niños, explicó.

Por ahora, “si tu meta es detectar la infección, las pruebas moleculares son la mejor opción”, indicó, al referirse a los diagnósticos de laboratorio como los que usan PCR.

This article originally appeared in The New York Times.

© 2020 The New York Times Company