Fallece Miguel Chanteau, sacerdote de origen francés en Chiapas

SAN CRISTÓBAL DE LAS CASAS, Chis, junio 2 (EL UNIVERSAL).- Para el sacerdote francés Miguel Chanteau, fallecido este jueves a los 92 años de edad, a los tzotziles que acompañó en su servicio pastoral durante casi 40 años, en el municipio de Chenalhó, eran "mis hermanos" y cuando fue expulsado de México en 1998, declaró que "jamás podré olvidarlos".

Michel Henri Jean Chanteu nació en Alençon, en Normandía, Francia, el 6 de julio de 1930, hijo del zapatero Gaston Chanteau y de la lavandera Luciana Desillières y es el 5 de octubre de 1958 cuando recibe las ordenes sacerdotales en Chevilly-Laure, escribe en su autobiografía.

Fue un 17 de diciembre de 1964, cuando el joven Miguel aborda en Le Havre el barco llamado France con destino a Nueva York, donde llega cinco días después a esa ciudad, de donde partió a Cuernavaca, Morelos, donde iniciaría un curso el 20 de enero de 1965, para voluntarios que trabajarían en comunidades de América Latina, "con el aprendizaje del español y el acondicionamiento psicológico con las conferencias vespertinas", recuerda párroco en su libro Las andanzas de Miguel. La autobiografía del Padre expulsado de Chenalhó.

"Cada tarde algunos conferencistas de toda América Latina y de diversos horizontes: político, económico, sociológico o religioso, nos introducían a la problemática latinoamericana. Eso era lo más importante para Iván Illich", contó el sacerdote sobre el curso que coordinaba el pensador austriaco que fundó en Cuernavaca, el Centro Intercultural para el Decrecimiento y la Organización Comunitaria (CIDOC), de donde también era miembro el obispo Sergio Méndez Arceo.

Por invitación del sacerdote de origen irlandés Enrique Torpey, con el que llegó a América, Chanteú conoce el municipio de Chenalhó, entonces un pueblo abandonado que desde la Revolución mexicana no tenía sacerdote para administrar la iglesia de San Pedro y es en ese lugar donde Chanteau conoce a Erasto Urbina, el "líder natural de los indígenas", como lo recuerda el historiador Juan González Esponda.

A su regreso a Cuernavaca, el sacerdote francés le escribe una carta al obispo Samuel Ruiz García, para decirle: "me pongo a sus órdenes de preferencia para (realizar el trabajo pastoral) en Chenalhó". "Por supuesto, don Samuel me da su acuerdo inmediatamente". Al terminar el curso en el CIDOC, Chanteau emprende el viaje hacia Chiapas, un 24 de junio de 1965, pero fue hasta el día 28 de ese mes, que sale rumbo a Chenalhó.

"Llegamos en plena fiesta patronal: la de San Pedro. Miles de indígenas llenaban la plaza. La gente se preguntaba quién de los tres gringos se iba a quedar como su párroco. Pronto corre la noticia que será El chaparrito", cuenta en su libro. Durante su trabajo pastoral, el sacerdote atestigua como los maestros indígenas son los que "dirigían" la votación en las elecciones, con la ayuda de los agentes municipales y la lista de los habitantes de las comunidades, para favorecer a los candidatos del PRI.

"En la última mesa se encuentra don Celso, un mestizo viejo, juez del pueblo en otro tiempo. Está solo, pues los mestizos no se molestaron en ir a votar. Como un alumno muy concienzudo, don Celso dobla boleta tras boleta y las deposita dentro de la jarra, murmurando: -Solo el PRI, solo el PRI", pero el sacerdote se acerca para decirle al hombre que en ese momento en la entonces URSS hubo elecciones y el partido oficial ganó con un 99%, "pero aquí en Chenalhó el resultado será mucho mejor, por lo menos 105%. Se molesta, reprochándome el meterme en la política", dice. Durante su estancia en México, el padre tenía que ir a la frontera con Guatemala cada medio año, para sellar pasaporte, pero para hacerlo los agentes de Migración de México, asentados en Ciudad Cuauhtémoc, le pedía una mordida en dólares.

Al sacerdote le toca atestiguar los malos servicios de salud en Chenalhó y la venta de plazas para maestros durante el gobierno de Manuel Velasco Suárez, que gracias a las denuncias, se logra desmantelar la red de corrupción, pero le cuesta ataques en varios diarios de la Ciudad de México. La revista Alarma le publicó una nota con el título: "El padre Miguel cree en los hippies". Y por estar seguir a los tzotziles en sus problemas agrarios y sociales, el periódico Cuarto Poder "al servicio del gobernador, me acusó el 24 de diciembre de 1992, de ser autor intelectual de la protesta de los indígenas: Sacerdote francés agita Chenalhó", tituló el diario.

Le toca el levantamiento armado del 1994, la matanza de 45 indígenas de Acteal, el 22 de diciembre de 1997, pero el 27 de septiembre de 1995 se entera por el entonces vicario general de la diócesis, Felipe Toussaint, que don Samuel Ruiz, había recibido de la Secretaría de Gobernación, una lista de personas non gratas, entre ellas el padre Hervé Camier, francés; tres religiosas, (una de los Estados Unidos, una española y una de Santo Domingo) y el padre Miguel Chanteau. En junio de ese año, ya habían sido expulsados tres sacerdotes de la diócesis, pero hasta el jueves 26 de febrero de 1998, entonces con 32 años de trabajo pastoral en Chenalhó, cuando Chanteau es detenido por agentes del Instituto Nacional de Migración (INM) en la entrada a San Cristóbal de las Casas, para ser trasladado a la Ciudad de México, donde es interrogado por Irma García Andrade, directora de Control e Inspección Migratorios, donde le cuestionan si conoce al subcomandante Marcos o si ha entrenado a zapatistas.

La asistencia consular de su país no le sirvió y es expulsado de México. El 17 de febrero Chanteau llega en un avión de Air-France al aeropuerto de Roissy, donde es recibido entre aplausos por sus conocidos. Es en su país, donde el sacerdote escribió: "Sean profetas de su pueblo, sosteniendo su esperanza de que un día ustedes también regresarán a vivir en paz a sus parajes con justicia y dignidad". Años después regresa a Chiapas, donde este jueves 2 de junio, se anunció su fallecimiento.