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Facebook sigue confundiendo arte con sexo explícito

Imagen de un soldado de rodillas y la Venús de Arlés censuradas por Facebook. (MAH)
Imagen de un soldado de rodillas y la Venús de Arlés censuradas por Facebook. (MAH)

Para bucear en Facebook no hace falta bombona de oxígeno aunque a menudo se nos corte la respiración. Uno se sumerge casi sin querer. Con el automatismo del que no tiene ganas de nada más que de dar brazadas en un océano de fotos, vídeos, comentarios o artículos. En mi afán por rellenar el paréntesis temporal de un corto viaje en transporte público, de repente me vi inmerso en una marea de vídeos sobre peleas callejeras, golpizas a ladrones, discusiones de maromos a puños en medio de la carretera y mujeres dándose hasta en el carnet de identidad por lo que sea. Aquel sangriento submundo sin género me trasladó a una cruda realidad que no entiende de fronteras y mucho menos de piedad.

El algoritmo me jugó una mala pasada por culpa de una estupefacción morbosa que me mantuvo pegado a la pequeña pantalla del teléfono móvil durante todo el trayecto. A partir de aquel día, la tónica de esos vídeos que se suceden unos a otros es la misma: violencia sin filtros en pleno 2019. La reafirmación de que lo anormal provoca curiosidad y de que lo convencional apenas interesa me dio otra bofetada de realidad cuando así, buceando por la red, me enteré de que Facebook censura lo que le da la gana, faltaría más, pero cuando existe una obvia contradicción en sus políticas o un trato desigual a según qué contenidos, la cosa roza el esperpento.

El Museo de Arte e Historia de Ginebra (MAH), Suiza, promocionó su próxima exposición, ‘César y el Ródano’, con una publicación sobre esculturas en el Imperio Romano. Qué poco le gustó eso al comité de censura del gigante ‘social’, que escandalizados por penes y senos tallados con esmero, tapó las partes íntimas sin ni siquiera respetar su condición de obras de arte. Según el criterio de Facebook, la normalización de los desnudos de hace más de dos mil años suponen un insulto en la actualidad.

Ante el veto a la Venus de Arlés y a una figura en bronce de un soldado hincado de rodillas, MAH se quejó formalmente por privado y en público, vía Twitter.

“¿No será tiempo de que esta plataforma cambie su política para los museos y las instituciones culturales?”, escribieron junto a la instantánea de sus dos propuestas artísticas tapadas por un cartel en el que se lee ‘censuré’ (censurado en francés).

Captura de la publicación y de la respuesta de Facebook.
Captura de la publicación y de la respuesta de Facebook.

Si les enseñara a los gerentes del museo las lindezas que Facebook pone delante de mis ojos sin que yo se lo pida. Pero claro, aquí el problema está Peter Paul Rubens, en los pezones femeninos, en las nalgas, en los besos entre personas del mismo sexo, en que una modelo de tallas grandes publique una foto suya, en la instantánea de un cachorro, en más expresiones artísticas o la imagen de una chica con hambruna por mostrar “contenido sexual” y desnudez.

Facebook cuenta con alrededor de 7,500 empleados que se encargan de decidir qué contenidos son los apropiados y cuáles no. En otras palabras, este ‘comité de censura’ ejecuta los límites de las políticas elaboradas para salvaguardar la integridad de la red social. En abril de 2018, la compañía fundada por Mark Zuckerberg publicó un libreto de ocho mil palabras en el que explicaba sus nuevas reglas del juego.

La prioridad es no difundir odio, ideologías afines al terrorismo, actos ilícitos como el consumo de drogas, ‘bullying’, sexo explícito y demás contenido que pueda herir sensibilidades. Si en este grupo de prohibiciones lógicas no se sabe distinguir entre lo que es arte y sexo explícito; un trabajo periodístico con un desnudo gratuito o el vínculo entre una madre y su bebé con un acto para avergonzarse, apaga y vámonos. La censura de Facebook es un claro fracaso comprobado cada vez que el algoritmo expone las miserias del ser humano en mi teléfono móvil. No es el ente, sino las personas que lo manejan y un criterio que ejecutan con una ignorancia cualificada.

Más sangre y menos piel, claro que sí, por el bien de la Humanidad.

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