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Explosión radioactiva en Rusia: la prueba fallida de un misil de alcance “ilimitado” de Putin

La misteriosa explosión sucedida hace unos días en el Ártico ruso, seguida de una emisión de radiación varias veces mayor de lo normal pero, al parecer, de niveles que no implican riesgo de enfermedad o muerte, ha desatado la especulación a escala internacional.

Las autoridades rusas solo han dicho que la explosión fue un accidente durante la prueba de un motor de combustible nuclear, pero no se han dado más detalles. Sí se sabe que el estallido mató a cinco ingenieros nucleares rusos e hirió a varios más.

El presidente ruso Vladimir Putin presentó en 2018, ante el parlamento de Rusia, sus planes de desarrollo de armas de nueva tecnología. (Photo by Marat Abulkhatin\TASS via Getty Images)
El presidente ruso Vladimir Putin presentó en 2018, ante el parlamento de Rusia, sus planes de desarrollo de armas de nueva tecnología. (Photo by Marat Abulkhatin\TASS via Getty Images)

Las interrogantes principales, así, son qué clase de motor estaba siendo probado y cuáles podrían ser sus usos. Expertos internacionales consideran que podría haberse tratado de la prueba de un misil impulsado por un motor de combustible nuclear que terminó en catástrofe.

Así, algunos consideran que se habría tratado de una prueba del misil 9M730 Burevestnik (denominado SSC-X-9 Skyfall) por la Organización del Tratado del Atlántico Norte, el misil que en 2018 el presidente ruso Vladimir Putin presentó en un discurso ante el parlamento ruso como una de sus nuevas armas de “alcance ilimitado”, de acuerdo a la BBC.

Todo ello en el contexto de la salida de Estados Unidos del tratado de armas nucleares de medio alcance, bajo el argumento de que Rusia ha estado violándolo, y la expiración en 2010 de otro tratado que limita las armas nucleares de largo alcance. Un instrumento clave pero del que, hasta el momento, no se sabe si será prorrogado.

Una imagen de la televisión rusa de marzo de 2018 muestra el lanzamiento de prueba de un misil de largo alcance, que sería una de las nuevas armas de alta tecnología del arsenal ruso mencionadas por el presidente ruso Vladimir Putin. (RU-RTR Russian Television via AP)
Una imagen de la televisión rusa de marzo de 2018 muestra el lanzamiento de prueba de un misil de largo alcance, que sería una de las nuevas armas de alta tecnología del arsenal ruso mencionadas por el presidente ruso Vladimir Putin. (RU-RTR Russian Television via AP)

Todo ello es un indicador más de que Estados Unidos y Rusia estarían en una nueva carrera armamentista, con armamento mucho más poderoso y tecnológicamente avanzado que en décadas pasadas. El propio presidente estadounidense Donald Trump dijo en un tuit que Estados Unidos cuenta con tecnología “similar pero mucho más avanzada” que el “fallido misil” que explotó en Rusia.

Y aunque Trump habló de un misil, en realidad no es claro, al menos en el conocimiento público, que clase de artilugio propulsado por energía nuclear fue el que explotó en Rusia. Por ejemplo, de acuerdo a la BBC, el accidente podría haber sido de un misil Burevestnik pero, también, de un misil de crucero antibuques llamado Zircon, capaz de volar a velocidades hipersónicas, o el drone/torpedo de largo alcance Poseidón, lanzado desde un submarino.

Todo es especulación, pues las autoridades rusas no han dado detalles. Solo que el accidente se dio cuando se trabajaba con radioisótopos como fuente de propulsión, es decir un motor a base de energía nuclear.

El misil Burevestnik sería un arma de esa clase: propulsado por combustible nuclear y capaz de portar cabezas atómicas. Y, de acuerdo a la televisora NBC News, ese cohete sería capaz, al menos en teoría y en el caso de que resultase operativo, de volar a baja altura y en trayectorias menos previsibles que otros misiles, logrando con ello la posibilidad de evadir las defensas antimisiles estadounidenses.

Putin ha dicho que ningún país posee tecnología como esa pero, de acuerdo a expertos, en realidad no es claro que llegue a tenerla de modo operativo. Estados Unidos trató de desarrollar cohetes impulsados por energía nuclear en la década de 1960, indica NBC, pero abandonó sus planes por considerarlos demasiado provocadores y peligrosos.

Y expertos citados creen que Rusia no logrará éxito tampoco, dada la extrema dificultad de lograr a la vez, con propulsión a base de energía nuclear, un misil suficientemente ligero y con el poder suficiente para volar.

Una simulación provista por la televisióm rusa ilustra el impulsor hipersónico Avangard, que sería una de las armas de nueva tecnología que el presidente ruso Vladimir Putin mencionó en un discurso en 2018.(RU-RTR Russian Television via AP)
Una simulación provista por la televisióm rusa ilustra el impulsor hipersónico Avangard, que sería una de las armas de nueva tecnología que el presidente ruso Vladimir Putin mencionó en un discurso en 2018.(RU-RTR Russian Television via AP)

En todo caso, y considerando que tanto las declaraciones de Putin como las de Trump tienen su carga de propaganda, la retórica del mandatario ruso ha sido clara: Rusia desarrolla armas de esa naturaleza, lo que implica un afán de lograr tecnología capaz de superar las defensas antimisiles estadounidenses.

Hay escepticismo entre los expertos sobre la capacidad real de lograrlo y se afirma, según la BBC, que en realidad los proyectos Zircon y Poseidón se encuentran en una etapa más avanzada de desarrollo que el Burevestnik.

Rusia ha probado además otros modelos de armas hipersónicas, como el impulsor Avangardy el misil Kinzhal.

Sea como sea, se trata de proyectos ominosos pues sus capacidades militares son claramente ofensivas y pensadas para el caso de una conflagración militar directa. Algo que, con viejas o nuevas armas nucleares, conduciría a la devastación del planeta y la ruina de la humanidad.

Por ello, la negociación para restablecer y reforzar los tratados que limitan las armas nucleares surge con alta prioridad en las relaciones internacionales. Máxime cuando Rusia y, es de suponer, Estados Unidos y China exploran nuevas tecnologías y podrían, además, incrementar los arsenales de las tecnologías disponibles, de suyo letales, mientras los tratados internacionales de control en la materia pierden vigencia.