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Experto cubano asegura que "la crisis de octubre se cerró en falso"

La Habana, 12 oct (EFE).- El sociólogo cubano Rafael Hernández, experto en las relaciones de su país con EE.UU., considera que la crisis de los misiles de 1962 se "cerró en falso" y que sus consecuencias se arrastran hasta la actualidad. Sin embargo, cree que entonces prevaleció la "prudencia" y la "cooperación internacional" para evitar un desastre nuclear, algo que no percibe en la guerra en Ucrania.

En una entrevista a EFE por el aniversario 60 de la crisis, Hernández reivindica un papel preeminente para Cuba en aquella escalada, reconoce que Moscú actuó por solidaridad e interés propio, y destaca que, además del reto militar, Washington actuó ante un "desafío político".

"La crisis de octubre (como se conoce en Cuba) se cerró en falso", afirma Hernández, que reduce la solución a un "pacto entre caballeros" entre los entonces líderes de EE.UU. y la URSS, John F. Kennedy y Nikita Jruschov.

Esto tuvo consecuencias, ya que 36 meses después ninguno de los dos estaba en el poder y no había registro documental de lo acordado. "Cuba no tuvo un documento que dijera que la paz se selló entre Cuba y EE.UU. y que EE.UU. se comprometía a no agredir", lamenta.

Hernández argumenta que "EE.UU. estaba en disposición de negociar" entonces y que, si Cuba hubiese participado en el diálogo, habría puesto asuntos sobre la mesa que podrían haber salido adelante, cuestiones que aún enturbian su compleja relación bilateral.

"Si hubiera participado Cuba se habrían arreglado muchas cosas que todavía están ahí: la hostilidad de EE.UU. hacia Cuba, la presencia de la base naval de Guantánamo, la posibilidad de que desde EE.UU. se lanzaran contra Cuba acciones paramilitares,...", señala.

De hecho, cree que la crisis fue ante todo el "resultado del conflicto entre Cuba y EE.UU.", el "último paso de una escalada de conflicto que se desencadena en 1959", porque el triunfo de la revolución "desafía la hegemonía de EE.UU.". Recuerda que el fracasado intento de invasión por playa Girón (bahía de Cochinos) se produjo año y medio antes.

Cuba, señala, pidió entonces apoyo "al único país en el mundo entero en condiciones de brindarle esa ayuda": "No fue una libre elección. Éste era el único que tenía los medios suficientes y la voluntad política". Moscú propuso misiles, cuando Cuba había solicitado armas convencionales.

"Naturalmente que la URSS tenía intereses", añade Hernández, que explica que Moscú estaba "rodeada" de bases nucleares de Washington mientras que EE.UU. quedaba lejos de su alcance: "Era una manera de desafiar ese desequilibrio".

Por eso considera que los misiles nucleares eran más que un asunto de seguridad. "Más que a la amenaza militar, que por supuesto preocupaba, respondían al desafío político" que suponía entrar en el área de influencia de EE.UU.

Hernández destaca que EE.UU. respondió de una manera "militarmente muy peligrosa" y que estuvo a punto de desembocar en un conflicto, pero subraya que entonces se recurrió a la negociación: "los líderes de los países pudieron participar y cooperar para encontrar una solución".

LECCIONES PARA LA GUERRA EN UCRANIA

Esa situación contrasta con la de la invasión rusa de Ucrania y la amenaza nuclear del Kremlin. "¿Estamos en el camino de encontrar un acuerdo político entre los líderes que están involucrados en el conflicto entre Rusia y Ucrania? Yo creo que no", afirma.

"(Entonces) Predominó la prudencia, no la arrogancia ni la fiebre militarista. La política es para resolver conflictos. Yo no veo que en las circunstancias actuales estemos cerca de una solución del conflicto. Predominan el choque armado, los muertos, las acciones militares y la bravuconería", compara.

Hernández extrae más lecciones. Como que "la lógica de la gran potencia y la lógica del pequeño país son diferentes": "Cuba aprendió que no podía confiar en un pacto con la URSS" y que debía organizar su política exterior y defensa de forma autónoma.

Señala asimismo que en toda crisis con componente nuclear hay un factor humano imprevisible, lo que convierte la situación en "enormemente peligrosa". "Una vez que la crisis se desata, pensar que va a estar bajo control de las partes es una fantasía", advierte.

También, prosigue, "es muy importante mantener una posición apegada al derecho internacional", una "fortaleza" especialmente para los países pequeños, "por encima de debilidades y asimetrías en el plano militar".

Defiende, en este sentido, que "los países pequeños tienen que hacer uso de las Naciones Unidas para reforzar la legitimidad de su posición". En su opinión la ONU está "para contribuir a suavizar diferencias" sin tomar partido.

"Naciones Unidas tiene un papel que desempeñar importante", resalta, aunque es consciente de que debe cambiar radicalmente para ser efectiva. "El Consejo de Seguridad es una oligarquía de los grandes. Y ése no es el espíritu de Naciones Unidas", matiza.

(c) Agencia EFE