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‘Experiencia’ Star Wars de Disney acecha a los más ricos: C. Sen

(Bloomberg) -- La variante delta del coronavirus podría estar retrasando las vacaciones de algunos estadounidenses, pero Walt Disney Co. ha dado a los fanáticos de Star Wars algo qué anhelar durante la espera: un vistazo a los planes para su nuevo hotel de lujo de temática galáctica, junto con su alto precio. Programado para abrir en 2022, Star Wars: Galactic Starcruiser llevará a dos adultos a un “viaje espacial” de dos días por alrededor de US$5.000.

Eso será una sorpresa para la mayoría, pero no para Disney que sabe lo que está haciendo. Los sólidos balances de los hogares, impulsados por las ganancias del año pasado, deberían dar soporte a una nueva era de consumo de alto nivel que ayudará a impulsar la economía durante la próxima década.

Para tener una idea de la capacidad de las personas para pagar por artículos y experiencias de lujo, considere el valor neto agregado de los hogares dividido por el número de hogares estadounidenses. Sin duda, la desigualdad ha aumentado en las últimas décadas, por lo que el promedio subraya cuánto mejor lo están haciendo los que están en la cima. Pero cuando se trata de gastos de lujo, ese es el punto.

Lo que muestra es que durante los últimos 30 años, el patrimonio neto de un hogar estadounidense promedio ha aumentado a US$1.028 millones desde US$232.000. Eso es en dólares nominales, en tanto que desde 1991, el valor del dólar ha caído un 50%, según los datos de inflación de precios al consumidor. Aun así, las matemáticas sugieren que el patrimonio neto de un hogar estadounidense promedio ha aumentado alrededor de un 120% en términos reales durante ese período de tiempo, y los que están en la cima lo hacen aún mejor.

Pero si bien la riqueza de los hogares está en máximos históricos en términos reales y lo ha estado desde mediados de la década de 2010, las empresas posiblemente se han quedado rezagadas en la oferta de productos y servicios de alta gama para estos prominentes hogares. Los autos eléctricos de alta gama como el Tesla Model S tienen sus fanáticos, y una compañía como Yeti Holdings Inc. ha construido un negocio en crecimiento con refrigeradores costosos, sin embargo, no hemos visto la misma explosión en la oferta para que los más acaudalados gasten su dinero como la vimos en otras ocasiones en el pasado.

Uno de los períodos que podría proporcionar una hoja de ruta para los próximos años fue entre principios y mediados de la década de 1990, cuando los miembros de la mediana edad de la generación Baby Boomer finalmente tuvieron la riqueza y el deseo de aumentar sus gastos. El comienzo de la lo pudo haber marcado la apertura del Mirage en Las Vegas Strip en noviembre de 1989, el primer complejo nuevo construido allí en 16 años.

Posteriormente, el Excalibur fue inaugurado al año siguiente, y en 1993 se abrieron el Luxor, el Treasure Island y el MGM Grand. Una nueva era se estaba iniciando en Las Vegas.

Por su parte, los estadios deportivos profesionales comenzaron su propio ciclo de mejora casi al mismo tiempo. Los Chicago White Sox tienen la desafortunada distinción de ser el último equipo de Grandes Ligas en debutar en un estadio de la “vieja era” con el Comiskey Park en abril de 1991. Al año siguiente, los Orioles de Baltimore abrieron el Oriole Park en Camden Yards, una instalación de lujo con estilo retro que dio inicio a una generación de equipos que seguirían su ejemplo.

Desde entonces, los equipos deportivos profesionales encontraron una nueva forma de financiar estos lujosos estadios nuevos cuando los Carolina Panthers recaudaron casi US$100 millones vendiendo licencias de asientos personales a los fanáticos en 1993, cuando se les otorgó una franquicia de la Liga Nacional de Fútbol Americano (NFL, por sus siglas en inglés). Para asegurar sus boletos de la temporada, los fanáticos gastaban miles o decenas de miles de dólares comprando derechos transferibles a asientos específicos en un estadio. Es probable que esta innovación haya dejado fuera a los fanáticos de la clase trabajadora, pero se convirtió en una nueva fuente de financiamiento para que los grupos de propietarios pagaran nuevas franquicias y estadios.

Durante esa era también llegaron las salas de cine megaplex con sus lujosos asientos tipo estadio. Grandes estrenos de esa época como Terminator 2: Judgment Day y Jurassic Park superaron los récords de taquilla de Hollywood con sus efectos especiales de vanguardia y costosas campañas de marketing, sin embargo, los cines existentes no tenían la tecnología o los asientos cómodos que igualaran el nivel de la producción. La era moderna de éxitos de taquilla de las grandes franquicias, y las entradas de cine de US$20, no hubieran sido posible sin las inversiones realizadas durante la década de 1990.

Cuando los analistas económicos hablan de las desventajas de los altos ingresos y la desigualdad de la riqueza, uno de los factores que plantean es que los ricos no gastan tanto su dinero como lo hace la clase trabajadora. Eso es cierto, pero un corolario es que los más acaudalados tienen una gran cantidad de riqueza sin explotar que podrían gastar si llegaran a aparecer productos y servicios nuevos, y de alto precio. Las futuras experiencias como la aventura de Star Wars de US$5,000 o un viaje fuera del planeta por US$450.000 a bordo de una nave espacial son algunas de las nuevas opciones para que los ricos gasten su dinero.

Estas también se representan nuevas formas para que las empresas se enfrenten a los crecientes costos de mano de obra y productos básicos. Por ejemplo, se dice que Disney podría pagar más de US$15 la hora al personal en su sede de Star Wars de llegar a ser necesario.

Definitivamente, las experiencias de mega lujo no son para todos, pero no se sorprenda si en unos años miramos hacia atrás y consideramos al hotel de Star Wars como el comienzo de una nueva generación de viajes de experiencias de lujo.

Nota Original:Disney’s Star Wars ‘Experience’ Taps America’s Rich: Conor Sen

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