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Exclusiva AP: Lo adoptan en EEUU y luego lo deportan

SEÚL (AP) — Adam Crapser vive rodeado de incertidumbres en el país que lo vio nacer pero con el que no tuvo contacto desde que tenía tres años.

Separado por la fuerza de su esposa, sus hijos y sus amigos en Estados Unidos, no conoce el idioma ni la cultura de Corea del Sur y no sabe cómo manejarse en esta pujante ciudad a la que llegó tras ser deportado por Estados Unidos, cuatro décadas después de que fue adoptado por una familia estadounidense.

Crapser fue víctima de abusos y abandonado por dos parejas de padres adoptivos en Estados Unidos. Y las autoridades lo deportaron porque tuvo algunos problemas legales, ya que nadie le había sacado la ciudadanía. El hombre le dijo a la Associated Press en una entrevista que sufre de ansiedad y depresión desde su llegada a su país de nacimiento, y no entiende por qué su vida está marcada por traumáticos desplazamientos.

Crapser demandó al gobierno sudcoreano y a la agencia de adopción que lo envió a Estados Unidos, Holt Children’s Services, con sede en Seúl, a los que acusa de negligencia grave por la forma en que se arregló el envío de miles de niños coreanos a Estados Unidos y otros países occidentales, sin asegurarse de que se les sacaba la ciudadanía.

La demanda es por 200 millones de wons (unos 177.000 dólares) y fue descrita en exclusividad a la AP antes de ser radicada formalmente el jueves. Saca a la luz el lado oscuro de las adopciones de niños sudcoreanos que estuvieron en boga en las décadas de 1970 y 1980, en que numerosos menores fueron quitados a sus familias.

El país estaba en medio de una política de “exportación de menores” promovida por una dictadura militar para reducir la cantidad de bocas que había que alimentar. No hubo control de lo que hacían las agencias de adopción, que cometían irregularidades y falsificaban documentos en su afán por sacar niños del país.

El caso de Crapser pone de manifiesto el posible status inmigratorio ilegal de miles de sudcoreanos adoptados por estadounidenses que tal vez no les sacaron la ciudadanía, exponiéndolos a la deportación si cometen algún delito en el marco de políticas cada vez más severas hacia los inmigrantes sin papeles.

Crapser, cuyo nombre original era Shin Seong-hyeok, es uno de cinco adoptados que fueron deportados por Estados Unidos, según confirmó el gobierno sudcoreano. Varios habrían tenido trastornos mentales y estado presos por agresiones y otros delitos.

Activistas dicen que el gobierno sudcoreano no ha hecho mucho por rastrear a los adoptados deportados y que la cifra real seguramente es más alta. Las autoridades no dan detalles acerca de los deportados.

Las demandas contra el gobierno por cuestiones de derechos humanos pueden durar años en Corea del Sur y rara vez tienen éxito.

Crapser dice que no busca dinero, sino que quienes cometieron irregularidades asuman sus responsabilidades. Sostiene que tanto el gobierno como la agencia Holt no se aseguraron de que los estadounidenses que adoptaban a los sudcoreanos les sacaban la ciudadanía. Dado que no era ciudadano, el servicio de inmigración lo deportó en noviembre del 2016 por una serie de delitos, incluidos posesión de armas sin permiso y agresión.

La demanda acusa a Holt y al gobierno de emplear documentos falsos durante los trámites de adopción. La mayoría de los adoptados eran presentados como niños abandonados por sus padres, lo que facilitaba la adopción en Estados Unidos. También acusa al gobierno sudcoreano de permitir las adopciones sin que los padres adoptivos visitasen Corea del Sur, lo que hizo que muchos terminasen con padres adoptivos abusivos.

“Libro una batalla cotidiana para sobrevivir y salir adelante. Quiero que se haga justicia, que los responsables paguen y que me den explicaciones”, dijo Crapser, quien tiene hoy 43 años.

Kim Ho Hyun, presidente de Holt, dijo que la agencia respetó las leyes y procedimientos de la época y que el tema de la ciudadanía era competencia de los padres adoptivos y de las autoridades estadounidenses. Un portavoz del ministerio de salud y bienestar social, Seong Chang-hyeon, dijo que el gobierno trata de mejorar los servicios de bienestar para los adoptados deportados y que está consultando con el gobierno estadounidense para ver si hay forma de evitar esas deportaciones.

Crapser, quien vive actualmente en un pequeño departamento de un dormitorio en Seúl, dijo que la deportación causó graves problemas con su matrimonio y que a menudo entra en grandes depresiones porque no participa en la vida de sus hijos.

Indicó que no habla coreano, que los empleados públicos lo miran con malos ojos y que va una vez por mes a ver a un psicólogo que habla poco inglés. Si bien le complace ver de vez en cuando a su madre biológica, le frustra el estigma que percibe hacia los adoptados.

Todavía debe esperar ocho años para poder solicitar su reingreso a Estados Unidos.

Unos 200.000 sudcoreanos fueron adoptados en el exterior en las últimas seis décadas, la mayoría de ellos por parejas de Estados Unidos.

Detractores de la dictadura que imperó en Corea del Sur dicen que al gobierno militar le interesaba mantener una operación de adopciones que se cree que llegó a generar 20 millones de dólares anuales.

Contactada por teléfono, la madre biológica de Crapser, Kwon Pil-ju, sollozó al decir que había cometido un “pecado horrible” con su hijo. Señaló que era soltera, incapacitada y desesperadamente pobre, y que decidió entregar al niño en adopción porque temió que ambos se muriesen de hambre. Las comunicaciones entre ambos son difíciles porque él no habla coreano y ella no habla inglés, y no siempre encuentran alguien que traduzca.

Crapser dijo que “no me gané la lotería” con los padres adoptivos que le tocaron. Él y su hermana fueron colocados con lo que describe como una pareja abusiva de Michigan en 1979. Siete años después, la pareja abandonó a Crapser y su hermana, y él fue adoptado por Thomas y Dolly Crapser. El nuevo padre adoptivo a veces tiraba a sus hijos contra la pared, les pegaba con utensilios de la cocina y los quemaba con objetos calientes. Varias llamadas a la casa de los Crapser no fueron respondidas.

En 1991 la pareja fue arrestada y acusada de abuso de menores, abuso sexual y violación. Fueron hallados culpables en 1992 de malos tratos y agresión. Sus padres lo echaron de la casa después de una discusión y posteriormente Crapser se declaró culpable de robo tras ingresar a la vivienda para llevarse una Biblia en coreano y un perrito de juguete que se había traído de un orfanato coreano, según dijo. Más adelante fue hallado culpable de posesión de una pistola y de agresión.

Crapser pensó que había enderezado su vida tras abrir una peluquería y un negocio de tapizados. También tuvo familia. Pero en el 2015 solicitó la residencia y salieron a la luz sus antecedentes. Acto seguido le llegó una orden de deportación.

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Kim Tong-hyung está en www.twitter.com/@KimTongHyung