De la excelencia a la indiferencia: la triste extinción del CRESUR
Desde la fundación en 2012 del Centro Regional de Formación Docente e Investigación Educativa (CRESUR) en Chiapas, tuve el privilegio de ser un participante activo en su trayectoria: inicié como profesor investigador y posteriormente ocupé otros cargos como coordinador de investigación y de posgrado, jefe de la división de investigación e innovación educativa y secretario académico. Fui parte de cada logro y desafío enfrentado por esta institución.
El CRESUR surgió de una visión audaz, una alianza entre el gobierno federal y el estatal que buscaba crear una institución educativa ejemplar. A lo largo de su existencia, el CRESUR no solo cumplió con creces esta misión, sino que fue una propuesta pertinente para estudiantes, docentes y para la sociedad en general. Consolidamos cuerpos académicos, impulsamos a docentes hacia el reconocimiento nacional e internacional y establecimos lazos valiosos con instituciones educativas en México y en el extranjero. Obtuvimos financiamiento del Consejo Nacional de Humanidades, Ciencias y Tecnologías (Conahcyt) a través de proyectos de alto impacto para la comunidad indígena de nuestro estado, demostrando nuestra capacidad para traducir recursos en oportunidades significativas de educación y desarrollo.
El 9 de agosto de 2023, el Congreso del Estado de Chiapas decretó la derogación de la creación y la extinción del CRESUR. En un triste desenlace, ni las autoridades educativas del estado, ni las autoridades del CRESUR alzaron la voz, nadie extendió una mano protectora. La extinción del CRESUR se llevó a cabo en silencio, dejando a la comunidad académica y a la educación misma en un estado de desconcierto y desamparo.
La decisión de extinguir el CRESUR ha tenido un impacto sumamente perjudicial en los casi 500 estudiantes de posgrado y en sus respectivas comunidades. Al despojarlos de las oportunidades de desarrollo que anteriormente brindaba la institución, se perpetúa una situación de desventaja que afecta de manera significativa a estas poblaciones. Esta medida, además, implica una afrenta directa a la educación indígena, al ignorar las necesidades educativas específicas de estos grupos y desencadenar un retroceso en los avances logrados.
Esta situación plantea preguntas ineludibles: ¿cuál será el destino de los académicos y docentes que han sido el núcleo central de la institución? ¿De qué manera se verán afectados los estudiantes que depositaron su confianza en el CRESUR para su formación educativa? ¿Qué sucederá con los valiosos programas, revistas académicas y proyectos de investigación que fueron desarrollados con considerable esfuerzo? La incertidumbre gravita sobre estas áreas que en otro tiempo prosperaron bajo un liderazgo comprometido.
Resulta imperativo no pasar por alto la responsabilidad de quienes permitieron la derogación de la creación del CRESUR y su posterior clausura. La falta de transparencia en cuanto a cómo se llevará a cabo la transición hacia la Secretaría de Educación Pública de Chiapas refleja una actitud negligente y desconsiderada hacia el legado y la contribución del CRESUR en el ámbito educativo y de investigación en esta región. La ausencia de voces que deberían defender la integridad y el propósito de esta institución plantea dudas sobre la confiabilidad y el compromiso con la educación y el desarrollo. Es esencial que las autoridades responsables de esta decisión ofrezcan explicaciones claras y transparentes a la comunidad académica, y delineen un plan concreto para el futuro del CRESUR.
Mi trayectoria en el CRESUR me permitió ser testigo de su transformación desde sus inicios hasta la extinción actual. Los logros alcanzados durante años se han visto empañados por decisiones erróneas y una administración desacertada. La triste extinción del CRESUR es un recordatorio contundente de cómo una institución educativa puede pasar de la excelencia a la indiferencia cuando se descuida su misión y su compromiso con la educación.
La historia del CRESUR bajo una administración desacertada es una lección dolorosa sobre cómo las decisiones administrativas pueden destruir años de trabajo arduo y compromiso apasionado. La extinción de una institución que una vez brilló subraya la importancia de elegir líderes comprometidos, competentes y apasionados. También resalta la necesidad de defender la misión y los valores de una institución educativa frente a la manipulación política y la indiferencia.
* Victor del Carmen Avendaño Porras es director del Instituto de Estudios del Futuro.