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Evoluciona la lucha por el aborto; fue eclipsada en 2020, pero hay mucho en juego

Promotores de Susan B. Anthony List, una prominente agrupación antiaborto, en su campaña para alentar a los votantes a apoyar a candidatos que se oponen al aborto en Avon, Indiana, el 16 de julio de 2018. (Sally Ryan/The New York Times)
Promotores de Susan B. Anthony List, una prominente agrupación antiaborto, en su campaña para alentar a los votantes a apoyar a candidatos que se oponen al aborto en Avon, Indiana, el 16 de julio de 2018. (Sally Ryan/The New York Times)
El exvicepresidente Joe Biden y la senadora Kamala Harris (demócrata de California) debaten su postura sobre la Enmienda Hyde durante la segunda noche de los debates presidenciales del Partido Demócrata en Detroit, el 31 de julio de 2019. (Erin Schaff/The New York Times)
El exvicepresidente Joe Biden y la senadora Kamala Harris (demócrata de California) debaten su postura sobre la Enmienda Hyde durante la segunda noche de los debates presidenciales del Partido Demócrata en Detroit, el 31 de julio de 2019. (Erin Schaff/The New York Times)

Sería difícil exagerar la importancia de las elecciones de este año para el futuro del aborto en Estados Unidos. A la postre, los resultados podrían determinar si la Corte Suprema anula el caso Roe vs. Wade o el Congreso lo codifica.

Normalmente, con tanto en juego el aborto sería un tema principal de la campaña de 2020. Sin embargo, normalmente, el país no estaría viviendo una pandemia, una recesión y un movimiento en pro de los derechos civiles al mismo tiempo. En la primera noche de la Convención Nacional Demócrata, la suma total de la atención que recibió el aborto fue el segundo que le tomó a Kamala Harris decir “justicia reproductiva” en un montaje de video.

No hay ningún manual para esto: si eres una activista cuya obra de vida depende de la atención y las decisiones de un electorado abrumado, ¿qué harías?

Los grupos en ambos lados del debate sobre el aborto están invirtiendo en conjunto más de 150 millones de dólares a nivel nacional. No obstante, para echar una mirada hacia el proceso, basta ver a Texas: un campo de batalla presidencial en potencia con una campaña al Senado vigilada desde cerca, con carreras competitivas para la Cámara de Representantes, con una legislatura estatal cuya Cámara Baja podría dar un vuelco y con un largo historial en el centro de las políticas en torno al aborto.

Texas llevó el caso Roe vs. Wade a la Corte Suprema. Una senadora por Texas, Wendy Davis, fue quien obtuvo atención nacional por obstruir una legislación antiaborto; ahora dirige el vigésimo primer distrito por el Congreso de Texas. A inicios de la pandemia, Texas se sumó a Ohio en una prohibición temporal al aborto por considerarlo un procedimiento no esencial.

Ahora, Texas demuestra cuánto han divergido las estrategias de ambos bandos.

Las agrupaciones antiaborto se están apegando a una estrategia que ha funcionado. Creen que el tema del aborto puede garantizar victorias republicanas a pesar de una economía que se está desplomando —lo cual suele perjudicar al partido en el poder— y la desaprobación a la manera en que el presidente Donald Trump ha manejado el coronavirus y las protestas por el racismo sistémico.

“En Texas, abundan los votantes provida y nuestra meta es emocionarlos con los candidatos provida en las urnas y hacer que acudan a votar”, comentó Joe Pojman, el director ejecutivo de Texas Alliance for Life. “Los votantes que están preocupados por el tema de la vida no se van a desalentar con desastres naturales o la economía”.

En contraste, las organizaciones que defienden el derecho al aborto están presentando el tema como una pieza de un gran rompecabezas. Mientras presionan a los candidatos para que apoyen sin vacilar los derechos proaborto, también enfatizan que las restricciones al aborto, el virus, la recesión y la violencia policiaca afectan de manera desproporcionada a los mismos grupos: la gente pobre y la gente de color.

“El aborto está incluido en esas conversaciones”, mencionó Valerie Peterson, radicada en Texas y miembro del consejo de la Red Nacional de Fondos para el Aborto. Según Peterson, el término “provida” también podría quedarle a la “gente que se está enfermando con el coronavirus, y si vamos o no a crear políticas o a instituir mecanismos para que podamos ayudar a salvar vidas”.

Mensajes contrastantes

Durante años, los opositores al aborto habían promovido medidas graduales como periodos de espera, requisitos de ultrasonido y regulaciones clínicas. Sin embargo, después de que el juez Brett Kavanaugh se unió a la Corte Suprema, con lo cual hubo una mayor probabilidad de anulación del caso Roe vs. Wade, los estados se movilizaron para prohibir el aborto casi por completo. Si Trump nombra a otro juez, es casi seguro que habría una mayoría anti-Roe.

En respuesta, los defensores del derecho a abortar se fusionaron alrededor de la codificación legislativa de Roe, con esto el aborto podría seguir siendo legal en caso de que haya una revocación de la Corte Suprema. Si los demócratas ganan la presidencia y el Congreso, este escenario podría ser una verdadera posibilidad.

Frente a todo lo que está en juego, ambas partes han elegido distintas estrategias.

En gran medida, los demócratas han abandonado el marco “seguro, legal y poco común”, bajo el argumento de que no hay necesidad de ser defensivos cuando la mayoría de los estadounidenses apoya el derecho a abortar. Un estudio que publicó el año pasado el Centro de Investigación Pew reveló que el 70 por ciento apoyaba el caso Roe vs. Wade.

Los republicanos han establecido los términos del debate de una manera tan específica que favorece su postura, incluido enfocarse en los abortos en las últimas etapas del embarazo. Por ejemplo, Susan B. Anthony List (SBA List), un prominente grupo antiaborto, está haciendo énfasis en los procedimientos posteriores a las 20 semanas de gestación, una cifra que representa más o menos el uno por ciento de los abortos y a menudo involucra crisis de salud o anormalidades fetales graves.

Enfocarse en eso está en el centro del argumento más amplio de las agrupaciones antiaborto: los demócratas se han vuelto tan “extremistas” que incluso los votantes que apoyan el aborto legal bajo ciertas circunstancias deberían horrorizarse.

“El Partido Demócrata moderno apoya el aborto por encargo hasta el momento del nacimiento”, comentó Mallory Quigley, una vocera de SBA List.

Kimberlyn Schwartz, una vocera de Texas Right to Life, comentó que, en conversaciones con los promotores del grupo, a los texanos a menudo les enfurecen las expansiones de los derechos al aborto en estados como Nueva York, el cual aprobó una ley el año pasado que permite abortos en el tercer trimestre si la vida o la salud de la mujer están en peligro o si el feto no es viable.

“Los votantes también se percataron de cómo ninguno de los candidatos presidenciales de las primarias demócratas difirió en sus ideas sobre el aborto: ninguno puso algún tipo de límite a la práctica”, señaló Schwartz (al menos dos candidatos apoyaron las restricciones en el tercer trimestre, pero la mayoría no). “Parecía como si todos intentaran ‘superarse’ para ver quién estaba más a favor del aborto”.

Aquello que las agrupaciones antiaborto consideran destructivo en el tema electoral es visto como una forma para reestructurar el debate por las agrupaciones en pro del derecho a abortar.

“Los progresistas han caído en un patrón según el cual creen que en términos políticos es seguro no hablar sobre el aborto”, comentó Aimee Arrambide, directora ejecutiva de la división de Texas de NARAL. “Creemos que la mejor manera de cambiar la marea en este tema es ser valiente al hablar sobre nuestros valores, centrar a quienes perjudican las restricciones y retomar la narrativa”.

Es una votación sobre un tema único o no

El punto donde más difiere la estrategia de quienes defienden el derecho a abortar y la de quienes están en contra del aborto es en su rechazo a enmarcar el problema como un tema único, y más bien argumentan que el aborto está interconectado con una política de salud, la economía, la justicia racial y otros temas.

Esta estrategia —una serie de principios que las mujeres de color han promovido desde hace mucho tiempo— quedó en evidencia en la oposición hacia la Enmienda Hyde de los candidatos a la presidencia por el Partido Demócrata, la cual bloquea la mayor parte de la cobertura de Medicaid al aborto y afecta de manera desproporcionada a la gente de color; Joe Biden, el presunto candidato, renegó de la enmienda después de apoyarla toda su carrera. Las crisis actuales aceleraron el cambio radical.

Algunos activistas afirmaron que, lejos de luchar por poner la atención en el aborto por encima del coronavirus o la violencia policiaca, veían una oportunidad de convencer a los votantes sobre las conexiones.

Los sucesos recientes “en verdad han permitido que los defensores de la justicia reproductiva conecten con nuestra lucha compartida”, comentó Destiny Lopez, codirectora de All* Above All Action Fund, una organización que se opone a la Enmienda Hyde y lanzó una plataforma conjunta con dos agrupaciones en pro de los derechos de los trabajadores, Jobs With Justice y One Fair Wage Action Fund. “Sentimos que debemos unir nuestros movimientos si en verdad queremos ganar este noviembre, porque todos estamos luchando por los mismos electorados”.

El asunto es determinar si esa estrategia puede igualar la fuerza de los votantes que lo consideran un tema único.

“Aunque un votante pendular tenga una inclinación hacia un demócrata proaborto con base en su apoyo hacia otros temas, cuando los educamos sobre el contraste entre las dos partes y los dos candidatos en el tema del aborto en particular, el contraste es tan evidente que podemos lograr que voten por un candidato provida”, señaló Quigley, la vocera de SBA List.

La brecha estructural

Las agrupaciones antiaborto tienen una ventaja en infraestructura electoral, tras haber pasado décadas construyendo un aparato que comunica las posturas de los candidatos sobre el aborto a votantes que piensan de manera parecida y lleva en masa a esos votantes a las casillas.

La relación es simple: “Cuando animamos a la gente a votar por candidatos provida, confían en lo que decimos, y votan por esos candidatos”, comentó Carol Tobias, presidenta del Comité Nacional por el Derecho a la Vida.

Las agrupaciones que defienden el derecho a abortar se han fortalecido, pero no han eliminado la brecha.

Los votantes que se oponen al aborto “han sido focalizados, amplificados y respaldados por medio de una enorme inversión en infraestructura durante 30 años”, opinó Heidi Sieck, cofundadora de #VoteProChoice, un proyecto que está produciendo una guía para el votante con un respaldo hasta las casillas de miembros de las juntas escolares y comisionados del sistema ferroviario. “Tengo celos de esa infraestructura”.

Sieck señaló que veía menos complacencia entre los defensores del derecho al aborto y más candidatos en busca de respaldo de grupos como el de ella. Sin embargo, #VoteProChoice tiene apenas cuatro años e incluso las agrupaciones que están consolidadas desde hace tiempo no siempre han priorizado el trabajo de fomentar el voto: hasta este año, la división de Texas de NARAL no había tenido un programa electoral significativo desde 2008, comentó Arrambide.

This article originally appeared in The New York Times.

© 2020 The New York Times Company