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Estudio revela el efecto que han tenido los escándalos de brutalidad en las acciones de muchos policías

Las tensiones entre las comunidades, sobre todo las de minorías, y las policías en Estados Unidos no son nuevas. En realidad son un problema histórico que, en ciertos lugares, ha podido ser resuelto o mitigado y en otras se ha exacerbado gravemente, sobre todo en tiempos recientes luego de sonoros casos de brutalidad policial como los sucedidos en Ferguson, Baltimore o Chicago.

A raíz de ello, y por el clamor social que esas muertes causaron, se registró fuerte crítica hacia el desempeño policial en el país, lo que si bien ha motivado que muchas de los Departamentos de Policía emprendan investigaciones internas y externas sobre su labor también ha tenido consecuencias notorias y poco auspiciosas.

En Ferguson, Missouri, se dieron momentos de tensión entre la comnidad y la policía por el caso de brutalidad policiaca en el que murió Michael Brown. (Reuters)
En Ferguson, Missouri, se dieron momentos de tensión entre la comnidad y la policía por el caso de brutalidad policiaca en el que murió Michael Brown. (Reuters)

Una de ellas es la noción, que ha sido afirmada con frecuencia, de que el revuelo y el malestar social provocado por recientes casos de brutalidad policiaca ha provocado que muchos policías se inhiban y de ese modo reduzcan o se abstengan de realizar sus tareas de vigilancia y lucha contra el crimen, en detrimento desde luego de la seguridad pública y del combate a la delincuencia.

Esa idea, por ejemplo, ha sido esgrimida incluso por alcaldes, como en Chicago, para tratar de contextualizar el auge de tiroteos o asesinatos en áreas conflictivas, pero también ha sido rechazada o criticada en ocasiones por líderes policiales y comunitarios.

Para medir esa percepción el Centro Pew realizó un estudio con encuestas a 7,914 oficiales de 54 departamentos policiales de Estados Unidos. Una de sus conclusiones más importantes es que el 86% de los policías cree que los notorios casos recientes de encuentros letales entre oficiales y afroamericanos han hecho más difícil su labor.

Desde luego que algo sea más arduo no significa que no deba ser hecho o que se haga de modo deficiente, pero el 76% de los encuestados dijo que tras esos incidentes ha estado más renuente a usar la fuerza cuando ésta resulta apropiada en sus tareas de seguridad. Y 72% aceptó que tiene ahora menos deseos de detener e interrogar a personas que parecen sospechosas.

Manifestantes en Chicago denuncian el abuso policial y casos de muertes de personas a manos de la Policía. (Reuters)
Manifestantes en Chicago denuncian el abuso policial y casos de muertes de personas a manos de la Policía. (Reuters)

Justamente en Chicago se dio en octubre pasado un caso singular al respecto. Como se comentó en su momento en este espacio, una mujer policía decidió no usar su arma de fuego contra un sospechoso por temor al escándalo que podría caer sobre su familia y sus colegas si el incidente se convertía en noticia. El resultado fue que el sospechoso la atacó salvajemente y le causó graves heridas.

En ese contexto, es claro que ni un oficial debe abstenerse de encarar el delito con la fuerza proporcional y necesaria y siempre con respeto a la ley y las garantías fundamentales ni tampoco debe cometer excesos, brutalidades y violaciones. En el justo punto medio en defensa de la ley y las personas está el deber y la virtud de los policías, y es por ello que merecen el debido respeto y reconocimiento.

Pero casos como los de los afroamericanos Michael Brown en Ferguson, Freddie Gray en Baltimore y Laquan McDonald en Chicago, entre otros, golpearon severamente a las comunidades, sobre todo a las minorías que se sienten perseguidas de modo excesivo y prejuiciado por las autoridades, y también causaron un impacto en la imagen y la moral policial. Y debe señalarse que también han tenido lugar en varias ciudades del país, entre ellas Dallas y Baton Rouge, ataques intolerables contra policías en los que oficiales han caído. Esa violencia es igualmente repudiable.

El asesinato de policías en Dallas sacudió a la opinión pública, que repudió el ataque y honró a los caídos. (Reuters)
El asesinato de policías en Dallas sacudió a la opinión pública, que repudió el ataque y honró a los caídos. (Reuters)

Con todo, el contexto detrás de estos inquietantes fenómenos es visto desde ángulos distintos por los policías y el público: mientras que el 67% de los oficiales cree que los incidentes fatales entre policías y afroamericanos son casos aislados, el 60% del público cree que son signos de un problema social mayor, que muchos explican en la persistencia del racismo y en el insuficiente entrenamiento que subsisten en las fuerzas del orden en Estados Unidos.

En ese sentido, 68% de los policías tiende a considerar a las protestas públicas contra la brutalidad policiaca como un “prejuicio antipolicía” y solo 10% creen que esas críticas están motivadas por un afán genuino de que transparencia y rendición de cuentas entre los policías.

Aún queda mucho por hacer al respecto, en el entendido de que la labor policial es crucial para las sociedades y que los oficiales deben recibir el apoyo y el respeto que merecen por su labor, que con frecuencia llega a niveles heroicos. Pero también es claro que prejuicios, brutalidades y violaciones son inaceptables y deben ser erradicadas entre las policías y que el señalamiento crítico y el repudio público hacia casos de esa índole tienen justificación y deben ser atendidos.

La comprensión, la reflexión y la acción compartidas entre policías y comunidades resultan claves.

Sigue a Jesús Del Toro en Twitter: @JesusDelToro