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Según un nuevo estudio, muchos latinos que no están vacunados sí quisieran vacunarse

Anna Aguilar, miembro de la comunidad maya guatemalteca en Lake Worth, Florida, recibe la vacuna contra el COVID-19, el 24 de abril de 2021. (Saul Martinez/The New York Times)
Anna Aguilar, miembro de la comunidad maya guatemalteca en Lake Worth, Florida, recibe la vacuna contra el COVID-19, el 24 de abril de 2021. (Saul Martinez/The New York Times)

Los adultos latinos en Estados Unidos tienen la tasa más baja de vacunación contra el COVID-19 en Estados Unidos, pero, entre los no vacunados, son el grupo que está más dispuesto a recibir la vacuna lo antes posible, según muestra un nuevo estudio.

Los hallazgos sugieren que su baja tasa de vacunación en gran medida refleja desinformación sobre el costo y el acceso, así como preocupaciones sobre temas de empleo e inmigración, según la edición más reciente del Monitor de la vacuna de COVID-19 de la Fundación Familia Kaiser.

Encuestas anteriores habían sugerido que el escepticismo sobre la vacuna estaba muy generalizado entre la población latina, pero la más reciente ha mostrado que esa vacilación está disminuyendo.

“Con tantos adultos hispanos sin vacunar que están dispuestos a recibir la inyección, hay una oportunidad de acortar más la brecha en la tasa de vacunación si se abordan las preocupaciones sobre los costos y las preocupaciones prácticas como tener que ausentarse del trabajo”, comentó Liz Hamel, una vicepresidenta de la fundación y directora de investigación de encuestas y opinión pública.

En efecto, el 33 por ciento de los adultos latinos sin vacunar que respondieron la encuesta dijeron que querían la vacuna lo antes posible, en comparación con el 16 por ciento de los adultos blancos que no están vacunados y el 17 por ciento de los negros que tampoco cuentan con la inmunización.

En general, casi la mitad de los encuestados latinos, el 47 por ciento para ser precisos, dijo que había recibido al menos una dosis de la vacuna contra el COVID, en comparación con el 60 por ciento de los adultos blancos y 51 de los negros.

“El informe muestra que muchos latinos están muy motivados para vacunarse”, afirmó Kurt Organista, profesor de Bienestar Social en la Universidad de California, campus Berkeley. “Viven en casas multigeneracionales y en espacios reducidos. Quieren proteger a su familia”.

Sin embargo, añadió, “trabajan mucho —su tasa de participación laboral es más alta que entre los estadounidenses promedio— así que no quieren arriesgar sus empleos al pedir días libres para vacunarse”.

La encuesta mostró que malentendidos sobre el costo y quién podía vacunarse también habían sido obstáculos.

Pese a que la vacuna contra el COVID es gratis en Estados Unidos, a la mitad de los encuestados latinos sin vacunar les preocupaba que tuvieran que pagar por ella. Dos terceras partes dijeron que temían tener que faltar al trabajo por los efectos secundarios.

Cerca de un 18 por ciento de los encuestados latinos dijeron que aún no tenían un estatus de residencia permanente en Estados Unidos. Aunque el gobierno del presidente Joe Biden y las autoridades de salud locales han reiterado que las vacunas están a disposición de todos sin importar su estatus migratorio, más de la mitad de este grupo informó estar inseguro sobre si podía ponerse la vacuna.

Casi el 40 por ciento de todos los latinos sin vacunar que participaron en la encuesta dijeron que les daba miedo tener que dar una identificación oficial para recibirla. Cerca de una tercera parte dijo que tenía miedo de que recibir la vacuna pudiera poner en peligro el estatus migratorio ya fuera de ellos mismos o de algún pariente.

Muchos departamentos de salud han tomado medidas cada vez más ingeniosas para inscribir a los hispanohablantes y asegurarles que su situación migratoria no se verá amenazada, dijo Erin Mann, directora de programas del Centro Nacional de Recursos para Refugiados, Inmigrantes y Migrantes, con sede en la Universidad de Minnesota, que asesora a las comunidades sobre las mejores prácticas para llegar a las personas desatendidas. Entre ellas, se encuentra la de implementar carriles de acceso a las pruebas y vacunación en función del idioma, realizar eventos por las tardes y que los trabajadores sanitarios llamen por teléfono a las personas para inscribirlas.

Los resultados del sondeo se obtuvieron de una encuesta telefónica representativa a nivel nacional, realizada entre el 15 y el 29 de abril, a 2097 adultos, entre los que había 778 latinos hispano y anglohablantes.

El informe sobre los hallazgos también exploró el impacto desproporcionadamente severo de la pandemia en las familias latinas, lo cual explica en parte su disposición a vacunarse. Alrededor del 38 por ciento de los adultos latinos dijeron que un pariente o amigo cercano había fallecido de COVID-19, en comparación con un 18 por ciento de los adultos blancos que reportó tener experiencias similares. Dos terceras partes de los adultos latinos dijeron que estaban preocupados de que ellos mismos o un pariente se enfermaran de COVID-19. Los temores financieros relacionados con la pandemia se propagaron también entre las familias latinas. Casi la mitad dijo que se habían visto afectados en lo económico, en comparación con alrededor de un tercio de los encuestados de raza blanca que dijeron lo mismo.

Si bien una tercera parte de los adultos latinos sin vacunar estaba ansiosa por recibir la vacuna lo antes posible, dos terceras partes se mostraban más renuentes y decían que estaban esperando a ver qué pasaba (35 por ciento), solo se vacunaban si se lo exigían en su empleo (13 por ciento) o sin duda no se vacunaría (17 por ciento). Pero este grupo sí parecía estar abierto a las estrategias de incentivos, sugirió el estudio. En el caso de estos, sería útil mejorar el acceso.

Más de la mitad de este grupo que en general se muestra reacio y que además tiene empleo dijo que se vacunaría si sus empleadores les dieran tiempo libre remunerado para recuperarse de los efectos secundarios, una tasa que casi triplica la de los trabajadores blancos (el gobierno de Biden ha instado a las empresas a adoptar esta medida). Y el 38 por ciento de este grupo estaría dispuesto a vacunarse si su empleador se encargara de distribuir las vacunas en el lugar de trabajo. Casi 4 de cada 10 personas dijeron que estarían más dispuestos a vacunarse si el patrón les proporcionara un incentivo de 200 dólares para hacerlo.

Sus respuestas también ilustraron la importancia de que haya acceso dentro de la comunidad. Casi la mitad dijo que sería más probable que se vacunara si las vacunas estuvieran disponibles en los lugares a los que normalmente acuden para recibir atención sanitaria. Organista comentó que este hallazgo mostraba el creciente uso de esas clínicas, que dependen en gran medida de los “promotores de salud”, trabajadores sanitarios de la comunidad, a menudo voluntarios, que prestan asistencia especialmente a los residentes de habla hispana.

“Estas clínicas tratan a las personas sin importar su estatus migratorio o capacidad para pagar”, afirmó. “La gente de la comunidad lo sabe. Esa es una gran oportunidad para encontrar una solución a esto de la vacunación”.

This article originally appeared in The New York Times.

© 2021 The New York Times Company