Los estudiantes que cambian su identidad de género y la escuela lo sabe; lo padres no se enteran

Jessica Bradshaw descubrió que su adolescente de 15 años se identificaba como trans en la escuela después que vio una tarea con un nombre desconocido garabateado en la parte superior.

Cuando le preguntó por el nombre, el adolescente reconoció que, a petición suya, los profesores y administradores de su preparatoria del sur de California llevaban seis meses dejándole usar el baño de los chicos y llamándolo con pronombres masculinos.

El hijo de Wendell Pérez con un conejo de apoyo emocional en Fleming Island, Florida, el 28 de octubre de 2022. (Zack Wittman/The New York Times)
El hijo de Wendell Pérez con un conejo de apoyo emocional en Fleming Island, Florida, el 28 de octubre de 2022. (Zack Wittman/The New York Times)

Bradshaw estaba confundida: ¿no necesitaba el colegio su permiso o al menos tenía que decírselo?

Un consejero le explicó más tarde que no, porque el estudiante no quería que sus padres lo supieran. Las normas del distrito y del estado obligaban a la escuela a respetar sus deseos.

“Nunca hubo ningún mensaje de nadie para hacernos saber que, en documentos y en el aula, nuestra hija era nuestro hijo”, comentó Bradshaw.

A los Bradshaw les ha sorprendido descubrir que tienen un conflicto con la escuela por el derecho que tienen a conocer y opinar sobre un acontecimiento tan importante en la vida de su hijo, una disputa que ilustra la manera en que los distritos escolares, durante mucho tiempo un campo de batalla en los conflictos culturales sobre el género y la sexualidad, se enfrentan ahora a nuevas tensiones desgarradoras sobre cómo dar cabida a los niños trans.

"Puñalada por la espalda"

Los Bradshaw aceptaron la nueva identidad de género de su hijo adolescente, pero no sin inquietud, sobre todo después de que pidió hormonas y cirugía para extirparse los senos. Los médicos le habían diagnosticado previamente autismo, trastorno por déficit de atención con hiperactividad, trastorno de estrés postraumático y ansiedad. Había luchado contra la soledad durante la pandemia y, para sus padres, parecía no saber aún exactamente quién era, porque había cambiado en repetidas ocasiones de nombre y orientación sexual.

Dadas esas complejidades, Bradshaw afirmó que le molestaba que la escuela la hubiera hecho sentir como mala madre por preguntarse si los educadores habían puesto a su adolescente, menor de edad, en un camino que la escuela no estaba calificada para supervisar.

“Lo sentí como una puñalada en la espalda a manos del sistema escolar”, aseguró. “Debería haber sido una decisión que tomáramos en familia”.

El estudiante, que ahora tiene 16 años, señaló a The New York Times que su escuela le había proporcionado un espacio, que no tenía en otro ámbito, para ser él mismo. Había intentado salir del clóset con sus padres antes, dijo, pero no se lo tomaron en serio y por eso pidió apoyo a su escuela.

“Ojalá las escuelas no tuvieran que ocultárselo a los padres o hacerlo sin su permiso, pero puede ser importante”, afirmó. “Los colegios solo intentan hacer lo mejor para que los alumnos estén seguros y cómodos. Cuando eres trans, sientes que estás en peligro todo el tiempo. Aunque mis padres lo aceptaban, yo seguía teniendo miedo y por eso el colegio no se lo dijo”.

Jessica Bradshaw con su adolescente de 16 años, segunda desde la derecha, y estudiantes de intercambio internacional en su casa de Torrance, California, el 30 de diciembre de 2022. (Morgan Lieberman/The New York Times)
Jessica Bradshaw con su adolescente de 16 años, segunda desde la derecha, y estudiantes de intercambio internacional en su casa de Torrance, California, el 30 de diciembre de 2022. (Morgan Lieberman/The New York Times)

Aunque el número de jóvenes que se identifican como trans en Estados Unidos sigue siendo pequeño, casi se ha duplicado en los últimos años y las escuelas se han visto presionadas para atender las necesidades de esos jóvenes en medio de un entorno político polarizado en el que ambas partes advierten que un paso en falso podría provocar daños irreparables.

La escuela pública a la que asiste el hijo de Bradshaw es una de las muchas de todo el país que permiten a los estudiantes la transición social —cambiar su nombre, pronombres o expresión de género— sin el consentimiento de los padres. Los distritos han dicho que quieren que los padres participen, pero que deben seguir las directrices federales y, en algunos casos, estatales destinadas a proteger a los estudiantes de la discriminación y la violación de su intimidad.

Las escuelas han señalado que las investigaciones demuestran que las políticas inclusivas benefician a todos los estudiantes, por lo que algunos expertos en educación aconsejan a las escuelas que utilicen los nombres y pronombres preferidos de los estudiantes. Los educadores también han dicho que se sienten obligados por su propia moralidad a afirmar las identidades de género de los alumnos, sobre todo en los casos en que los estudiantes no se sienten seguros saliendo del clóset en casa.

Pero docenas de padres cuyos hijos han hecho la transición social en la escuela dijeron al Times que se sentían antagonizados por los educadores que parecían pensar que ellos —no los padres— sabían lo que era mejor para sus hijos.

"Por qué no le creen a sus hijos"

Muchos defensores de los jóvenes LGBTQ replican que los padres deben dejar de buscar chivos expiatorios en las escuelas y en su lugar preguntarse por qué no les creen a sus hijos. Agregaron que garantizar que las escuelas proporcionen suficiente apoyo a los estudiantes trans es más crucial que nunca, dado el aumento de la legislación que bloquea su acceso a los baños, los deportes y la atención de afirmación de género.

Estas disputas se desarrollan en un momento en que los republicanos se movilizan en torno a los “derechos parentales”, un término que engloba las decisiones que los padres pueden tomar sobre la educación de sus hijos. Los grupos legales conservadores han presentado un número creciente de demandas contra los distritos escolares, acusándoles de no implicar a los padres en la educación y la atención de la salud mental de sus hijos. Los críticos afirman que grupos como estos llevan mucho tiempo esforzándose para deslegitimar la educación pública y erradicar los derechos de las personas trans.

El debate refleja cómo los intereses de los padres y los de sus hijos no siempre coinciden, explicó Justin Driver, profesor de la Facultad de Derecho de la Universidad de Yale que escribió un libro sobre el conflicto constitucional en las escuelas públicas. “Esos casos subrayan cómo esos intereses pueden divergir de modo espectacular, incluso sobre cuestiones básicas de identidad”.

Los testimonios

El Times entrevistó a más de 50 personas, incluyendo a padres y sus hijos, directivos de escuelas públicas y abogados de grupos de defensa tanto LGTBQ como conservadores. En los casos en que los padres pidieron permanecer en el anonimato para proteger la intimidad de sus hijos, el Times hizo grandes esfuerzos por corroborar sus afirmaciones.

Una madre de California compartió mensajes que el profesor de su hijo adolescente había enviado a través del portal web de la escuela animando al estudiante a obtener atención médica, alojamiento y asesoramiento jurídico sin el conocimiento de los padres.

Una demanda presentada contra un distrito escolar de Wisconsin incluía una foto de un folleto de una profesora publicado en la escuela que decía: “Si tus padres no aceptan tu identidad, ahora yo soy tu madre”.

En colegios de estados como Míchigan y Nueva York, los padres afirmaron que los profesores habían utilizado en clase el nuevo nombre del alumno, pero el anterior con ellos, para que no se dieran cuenta del cambio.

Pero otros estados, como Florida, Alabama y Virginia, han aprobado leyes de gran alcance o emitido directrices que prohíben a los centros escolares ocultar a los padres información sobre la identidad de género.

Algunos profesores han sido sancionados por notificar a los padres que sus hijos habían cambiado de nombre y de pronombre en la escuela. Un padre de Massachusetts, Stephen Foote, dijo que solo se había enterado de que su hijo de 11 años lo había hecho después de que la profesora de sexto grado del niño, Bonnie Manchester, se lo contara. Manchester fue despedida más tarde, en parte por revelar “información confidencial sensible sobre la identidad de género expresada por un alumno en contra de los deseos de este”, según su carta de despido.

Foote demandó al distrito escolar, acusándolo de violar sus derechos parentales. Un abogado del distrito dijo que no estaba de acuerdo con la versión de los hechos de Foote. Manchester afirmó que no se arrepentía de sus acciones.

“Llamé la atención sobre algo de lo que no se discutía”, comentó Manchester. “Estaba dispuesta a perder mi trabajo”.

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Demandas

Desde 2020, al menos once demandas que alegan que estas políticas violan los derechos de los padres han sido presentadas contra los distritos escolares por padres que tienen representación de grupos legales conservadores, como Alliance Defending Freedom, una organización con un largo historial de respaldar casos dirigidos contra los derechos de las personas homosexuales y trans.

Los tribunales han dictaminado que, en virtud de la Decimocuarta Enmienda, los padres pueden tomar decisiones sobre la salud médica y mental de sus hijos, así como dirigir su educación y crianza de otras maneras, a menos que sean abusivos o incapaces. No obstante, los abogados de las escuelas han replicado que los derechos de los padres no son absolutos. Bajo el gobierno de Biden, el Departamento de Educación ha declarado que discriminar a los alumnos por su identidad de género viola la política federal, aunque sus directrices no abordan específicamente los derechos de los padres.

El hijo de Jessica Bradshaw, la madre del sur de California, dijo que siente empatía por los padres a los que les cuesta aceptar que sus hijos son trans. Pero también expresó su frustración.

“Cuando los padres dicen que necesitan tiempo o paciencia, puede parecer una especie de excusa para que sigan confundiendo tu género”, afirmó. “Parece como si estuvieran de duelo por alguien que no ha muerto y te hace sentir que no eres lo suficientemente bueno”.

Su madre reiteró que quiere a su hijo sin importar su género, pero expresó sus propias frustraciones.

“La escuela me está diciendo que tengo que incorporarme y apoyarlo totalmente”, aseguró Bradshaw. “Solo estoy dispuesta a seguir adelante con esto hasta cierto punto en este momento y esperaría que, como madre, esa fuera mi decisión”.

© 2023 The New York Times Company

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