El problema de llamar 'facha' a Estrella Morente por unos versos taurinos o de exigir censura según convenga

Estrella Morente durante una actuación. (Getty Images )
Estrella Morente durante una actuación. (Getty Images )

José Bergamín era un poeta, dramaturgo y ensayista español que vivió en el exilio durante la dictadura de Francisco Franco. Abanderado en el extranjero de la cultura española y ferviente comunista declarado, a Bergamín le apasionaban las corridas de toros. Como hicieron otros muchos exponentes imprescindibles, el escritor se nutrió de la que en aquellos tiempos era la fiesta nacional sin discusión, ésa que inspiró algunos de sus versos. A Estrella Morente también le gusta el toreo, sin que se sepa muy bien qué vino antes, si la devoción por el arte o el amor por su marido, el torero Javier Conde. Viniera primero el huevo o la gallina, la cantaora decidió, en el último momento, improvisar una de las composiciones de Bergamín durante su polémica interpretación de ‘Volver’ en Operación Triunfo 2020.

El poeta tuvo que salir de España porque a aquellos que sostenía el régimen dictatorial les hubiera encantado invitarlo a dar un paseo, como sucedió con muchos de sus contemporáneos. Y ya se sabe cómo acababan aquellas salidas nocturnas donde el sonido de los pasos al caminar presagiaban unos disparos secos y cobardes en la madrugada. Eran tiempos en los que la censura operaba con bisturí, donde se eliminaban fragmentos y se creaban pilas de ceniza con obras completas; donde los autores y los artistas se convertían en forajidos para evitar acabar en la cárcel o en la fosa por culpa de sus expresiones artísticas.

Enrique y Estrella Morente en 2007. REUTERS/Albert Gea
Enrique y Estrella Morente en 2007. REUTERS/Albert Gea

En muchas ocasiones, el franquismo tapó la boca a Enrique Morente, el padre de Estrella y uno de los exponentes más prolíficos del flamenco. Su arte siempre estuvo aferrado al capote del torero y expuesto a la tijera fascista. El 20 de diciembre de 1973, el cantaor tenía previsto dar un recital en el Colegio Mayor San Juan Evangelista de Madrid. Aquella mañana, la banda terrorista ETA había hecho volar por los aires el coche en el que viajaba Luis Carrero Blanco, figura continuista de un franquismo famélico. A Morente sólo le dio tiempo a entonar un par de quejíos, ya que a la segunda canción los grises le cortaron el rollo.

“Pa’ ese coche funeral/ no quiero quitarme el sombrero/ pa’ ese coche funeral/ que la persona que va dentro/ me ha hecho a mí de pasar/ los más terribles tormentos”.

Aquellos versos de un fandango de José Cepero precipitaron la suspensión del recital y Morente fue condenado a pagar una multa de cien mil pesetas. Según el libro, Historia-Guía de Flamenco escrito por Pedro Calvo y José Manuel Gamboa, el cantaor nunca abonó la sanción gracias a la Ley de Amnistía de 1977.

Casi medio siglo después, su hija Estrella tiró de genética y habló desde el corazón. Lo hizo en la televisión pública española, en horario de máxima audiencia y para dar un punto de vista propio, libre y respetable. Aunque el toreo tenga unas connotaciones para unos que son diametralmente opuestas para otros, es una práctica legal cuya defensa no debería llamar la atención.

“Ni el torero mata al toro ni el toro mata al torero/los dos se juegan su vida a un mismo azaroso juego”, rezó Estrella Morente.

Aquellos versos fueron introducidos en la canción ‘Volver’, con la que la artista originalmente puso voz a la película del mismo título dirigida por Pedro Almodóvar. Y lo que son las cosas, sumidos en la eterna contradicción española, son tantas las personas a las que les hubiera gustado que Morente fuera censurada la otra noche, que parece que gran parte de la sociedad tiene trasnochada la memoria. Algunos ni siquiera sabrán que hubo un tiempo en que no era tan sencillo balbucear al libre albedrío.

El presentador, Jorge Javier Vázquez, realizó recientemente un alegato antitaurino. Usó su derecho a la libertad de expresión para afirmar en su programa que salir a un plató con atrezo de plaza de toros para presentar a un nuevo concursante de ‘Supervivientes’, torero, no le hacía ni pizca de gracia. Su gesto fue de lo más aplaudido en las redes sociales y aquel discurso fue calificado como valiente. El número de personas que estuvieron de acuerdo con sus palabras debió ser similar a los que defendieron la proclama antitaurina de la concursante de Operación Triunfo 2020, Maialen. Probablemente, fue su postura en contra de las corridas de toros, la que precipitó la reacción de Estrella Morente sobre el escenario. Tan libres fueron el presentador y la concursante de exponer sus ideas, como lo fue la cantaora. Es, aunque le pese a muchos, uno de los beneficios de no vivir bajo una dictadura. La subjetividad es bienvenida y la verdad moral no es un argumento válido.

Llamar ‘facha’ a Estrella Morente por dar su punto de vista sobre los toros no es solamente una manera de politizar gratuitamente una postura que es independiente a la tendencia política de cada quien, sino un insulto a alguien que ha crecido en el seno de una familia antifranquista; la que lleva su apellido y la que se deriva de su arte. Porque tanto los Morente como el resto de los flamencos han tenido que sortear la censura, y contratiempos varios, con una creatividad asombrosa. Defender el bisturí durante su actuación, por la razón que sea, es un viaje en el tiempo al que la ignorancia no nos puede llevar.

Será que habrá que valorar el que Bergamín tuviera tinta para su pluma y voz con agallas, Enrique, porque fueron ellos, y los de su generación, los que lidiaron con una censura que ahora nos tomamos a la torera.

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