Anuncios

En EEUU las familias pobres no disfrutan de la recuperación económica que alaba Donald Trump

Shaun Karagory y Corin Kealoha
"Básicamente acabamos viviendo en nuestro auto".

Corin Kealoha y Shaun Karagory trabajan a tiempo completo, pero no pueden pagar su comida sin la ayuda de un banco de alimentos.

"No podemos vivir de nuestros salarios", dice Corin, de 46 años, que trabaja como recepcionista de hotel. "Por eso venimos aquí".

La pareja está en la Despensa de Alimentos de San Vicente, en Reno, Nevada, Estados Unidos, donde han recogido cajas de cartón con cereales, pan, leche, mantequilla de maní y algo de carne.

Su historia es reflejo de la compleja realidad detrás de la recuperación económica que el presidente Donald Trump ha elogiado últimamente.

En su discurso del Estado de la Unión en enero, Trump destacó el "gran regreso de EE.UU.".

"Los empleos están en auge. Los ingresos están aumentando. La pobreza se está desplomando... los años de decadencia económica han terminado", afirmó.

Es una narrativa que espera que lo ayude a ganar la carrera presidencial de noviembre, incluso en Nevada, un estado decisivo que apoyó a Hillary Clinton por un margen de 2% en 2016.

El estado occidental, hogar de Las Vegas, fue uno de los más afectados por la crisis financiera de 2008. Los precios de las viviendas cayeron hasta un 60%, el desempleo se disparó en 14% y tuvo el mayor número de juicios hipotecarios en todo el país.

Te puede interesar leer: Aumentar el salario mínimo sacaría a millones de personas de la pobreza, pero hay un problema

Más de una década después, los precios de las viviendas de Nevada se han recuperado y el estado fue el primero en crecimiento del empleo en EE.UU. en 2018, y el desempleo ahora se sitúa en un mínimo de 20 años, en 3,8%.

Pero para tener una idea de algunos de los límites de la recuperación, uno solo tiene que caminar por el centro de Reno.

Bancos de alimentos para los más desfavorecidos

En la calle North Virginia, hay grandes casinos y hoteles, y turistas que se toman selfies en el emblemático arco de Reno, que recibe a los visitantes en "la pequeña ciudad más grande del mundo".

Arco de Reno
Fuera de la zona turística, la realidad de Reno, en Nevada, es muy dura para sus habitantes.

Pero si uno camina por East Fourth Street, la ciudad se ve muy diferente.

En lugar de edificios de gran altura, hay moteles más pequeños, y en lugar de turistas, hay gente haciendo cola en refugios y comedores populares, y personas sin hogar sentadas, conversando o haciendo flexiones cerca de las vías del tren.

"El desempleo es bajo, pero desafortunadamente ese no es un gran indicador de cuántas personas tienen hambre", dice Jocelyn Lantrip, del Banco de Alimentos del Norte de Nevada, que abastece a organizaciones benéficas, incluida la Despensa de Alimentos de San Vicente.

Aquellos que pasan hambre o que están temporalmente sin hogar suelen ser personas que ya tienen trabajo.

Carlos Carrillo
Carlos Carrillo dice que la Despensa de Alimentos de San Vicente atiende a cerca de 300 familias cada día.

"Tenemos entre 350 y 450 nuevas familias por mes", dice Carlos Carrillo, de la Despensa de Alimentos de San Vicente, entre cajas de embalaje con comida.

"Solíamos tener muchos clientes que estaban desempleados, pero hoy en día la mayoría de nuestros clientes son familias trabajadoras", detalla.

La mayoría de los beneficiarios dicen que se ven obligados a usar el banco de alimentos porque los alquileres se dispararon.

"Sacan dinero de su presupuesto de alimentos para pagar el alquiler, así que ahí es donde entramos nosotros, para compensar un poco de la comida que ya no están comprando", dice Carrillo.

Escasez de vivienda en EEUU

Elliott Parker, director de Economía de la Universidad de Nevada, Reno, argumenta que "la recuperación depende del ojo con el que se mire".

Los datos más recientes de la Oficina del Censo de EE.UU. sugieren que el ingreso promedio de los hogares todavía está por debajo de los niveles de 2008, agrega.

"Estamos al final de una recuperación muy larga, pero los salarios no han subido tan rápido como los precios de la vivienda y el alquiler", asegura Parker.

Nevada tiene la peor escasez de viviendas accesibles en el país para familias de bajos ingresos, según la Coalición Nacional de Vivienda de Bajos Ingresos.

Solo hay 19 viviendas accesibles por cada 100 familias de inquilinos de bajos ingresos.

Corin recogiendo comida.
"El alquiler ha aumentado tan dramáticamente que ni siquiera puedes mantenerte en pie", dice Corin.

Y los residentes de Reno se quejan del "efecto Tesla": los trabajadores tecnológicos y jubilados de California, que es un estado más caro, cruzan la frontera hacia Nevada y aumentan el alquiler para los locales.

"El 50% de las personas en Nevada alquila, y la mitad de estas gasta más del 30% de sus ingresos en vivienda", dice la senadora estatal Julia Ratti.

"Esto significa que se vuelven muy vulnerables a cualquier cosa que suceda en su vida: si se pincha una llanta o si su hijo necesita atención médica, se retrasarán en el alquiler", lamenta.

"Terminamos viviendo en nuestro auto"

Es algo que Corin y Shaun, de 39 años, experimentaron en 2019, después de que Shaun, que trabaja como guardia de seguridad, desarrolló fibromialgia y tuvo que tomarse un tiempo de descanso.

"Nos quedamos sin hogar porque no podíamos pagar el alquiler", dice Corin. "Básicamente terminamos viviendo en nuestro auto".

Desde entonces se han mudado a un apartamento tipo estudio, aunque el alquiler, que es de US$900 al mes, les quita una parte considerable de su salario. Ambos ganan US$10 por hora.

"Todavía no estamos estables, ni siquiera estamos seguros de qué va a pasar", dice Corin con una sonrisa. "Solo vivimos el día a día por ahora".

Te puede interesar leer: Alquilar una casa cuesta casi lo mismo que una hipoteca en Estados Unidos

Sueldos estancados en Estados Unidos

John Restrepo, analista de la consultora RCG Economics en Las Vegas, explica que es cierto que la economía en general ha crecido, pero que al mismo tiempo, muchas familias trabajadoras todavía están sufriendo.

Los que tienen acciones en el mercado de valores y las pequeñas empresas han ganado con la recuperación económica, dice, pero los asalariados han perdido.

"Alrededor del 60% de los hogares dependen de los salarios, y un gran porcentaje de esas personas, particularmente los trabajadores de bajos ingresos, no se han beneficiado de la recuperación en absoluto", dice Restrepo. "Los salarios se han estancado después de ajustarse a la inflación".

Nevada está saliendo de una recesión particularmente profunda, lo que significa que "hemos estado creciendo durante 10 años, pero también que es una de las recuperaciones más lentas", indica.

Te puede interesar leer: El sueño americano, más caro y complicado que nunca

El drama de la atención médica

Otro problema que surge una y otra vez cuando hablas con los habitantes de Nevada es el costo de la atención médica.

Jim Eaglesmith pasó cuatro años cuidando a su madre, a quien le habían diagnosticado una enfermedad pulmonar obstructiva crónica, y finalmente perdió su trabajo en una clínica de fisioterapia después de tener que reducir sus horas para cuidarla.

Jim Eaglesmith en un dormitorio provisto por una fundación en Sage Street.
Jim vive en un dormitorio provisto por una fundación que ofrece habitaciones desde US$400 al mes.

"Los gastos de alquiler, vivienda, atención médica, cuidados paliativos y medicamentos agotaron mis ahorros... en los últimos tres años usé mi jubilación. Gasté todo lo que tenía, pensando que a mi madre le sobraría algo de dinero, pero terminé gastando casi todo ", dice.

Después de eso, dice que estuvo sin hogar durante dos meses, hospedándose en el sofá de diferentes amigos hasta que pudo mudarse a un dormitorio de US$400 al mes de la Fundación Comunitaria del Oeste de Nevada, que ayuda a personas pobres y trabajadoras.

Los costos de atención médica de EE.UU. se encuentran entre los más altos del mundo, lo que significa que incluso las familias de ingresos medios pueden sentirse vulnerables.

"Sueño americano" remoto

Adrielle Hammon, de 35 años, trabaja en un preescolar, ganando US$9 por hora. En 2019, ella y su esposo calificaron para Medicaid, un plan de salud pública para estadounidenses pobres, lo que significaba que cuando sus hijos tenían una emergencia médica, la factura del hospital de US$40.000 estaba cubierta.

En 2020, los ingresos de su familia aumentaron y Adrielle cree que ahora son "aproximadamente de clase media", pero eso significa que ya no califican para Medicaid, y ninguno de ellos recibe seguro de salud a través del trabajo.

Adrielle y sus hijos
"No creo que alguna vez podamos comprar una casa", dice Adrielle Hammon.

"Ahora podemos pagar alimentos, gas y facturas", dice. "Pero si añades cosas como facturas de hospital, eso ya es algo preocupante... No voy al médico por nada a menos que alguien esté literalmente muriendo".

Y el sueño americano de tener tu propia casa parece una posibilidad remota, algo que le molesta porque "siempre pensamos que para cuando tuviéramos esta edad, podríamos permitirnos comprar una casa".

Angel Mcceig-Escalanti, de 44 años, dice que la mayor parte de los ingresos de su familia se gastan en alquiler y en problemas con su auto.

"No podemos ahorrar dinero en absoluto, realmente estamos luchando", dice.

Angel vive con su esposo, su madre y uno de sus tres hijos en un apartamento de dos habitaciones que cuesta US$1.270 al mes.

"Y una persona no tiene una habitación, mi madre duerme en el sofá", cuenta.

Angel Mcceig-Escalanti
Angel Mcceig-Escalanti dice que su familia no puede ahorrar nada de dinero.

Visita la Despensa de Alimentos de San Vicente y otros bancos de alimentos para conseguir frutas y verduras frescas y enlatadas, porque, como diabética, debe tener una dieta baja en carbohidratos.

"Podríamos comprar comida, pero no el tipo de comida que debería estar comiendo. Se supone que debe ser baja en carbohidratos, pero los carbohidratos son lo más barato", lamenta.

Optimismo en las comunidades pobres de EEUU

En política y en los medios de comunicación, puede ser tentador generalizar, ya se trate de la recuperación económica o de la difícil situación de las familias de bajos ingresos.

Pero la realidad suele admitir más matices, especialmente porque la clase trabajadora no necesariamente se ve a sí misma como pobre.

Kayshoun Grajeda, de 33 años, estudia en la Academia Culinaria de Las Vegas, un centro de capacitación que ha construido cocinas, un restaurante y habitaciones para sus alumnos.

"Si realmente quieres algo y das lo mejor de ti, puedes lograrlo", agrega. "Hay ayuda, solo tienes que quererla. No puedes echarle la culpa a otra persona".

Kayshoun Grajeda
Kayshoun dice que sus tres hijos están orgullosos de que esté a punto de graduarse de la Academia Culinaria.

La madre soltera de tres hijos acaba de recibir una oferta de trabajo en un hotel, y cree que será un paso significativo con respecto a su trabajo anterior como peluquera.

"Es definitivamente un buen comienzo, ¿sabes? ¡Estoy comenzando en US$15,35 [por hora], pero es un comienzo! Está por encima del salario mínimo", dice con una sonrisa.

Christopher Ripke vive con epilepsia y trabaja a tiempo completo como lavaplatos en la Universidad de Nevada, Reno.

A veces trabaja siete días a la semana, ya que suele ofrecerse a trabajar horas extras. También dirige People First, una organización sin fines de lucro que ayuda a las personas con discapacidades.

Gana US$9,30 por hora y a veces, US$13,50 por hora por tiempo extra, y también recibe asistencia para el alquiler y cupones para alimentos.

Chris Ripke
Aunque necesita ayudas del gobierno, Chris está contento de que su trabajo le ofrezca seguro médico.

A pesar de eso, se siente complacido de tener cobertura médica en su trabajo, y dice que se siente "absolutamente" optimista sobre su futuro. "Estoy guardando dinero para planes futuros y planeo mudarme a Texas porque la atención médica es mejor".

La sensación de optimismo es compartida en parte por Deidre Hammon vive con su hija Brianna en un parque de casas rodantes en las afueras de Reno.

También es madre de Adrielle y tiene tres trabajos: en un bufete de abogados, en un centro para niños con discapacidades y como cuidadora de Brianna, de 36 años, que vive con parálisis cerebral.

"Somos muy optimistas acerca de nuestras vidas, no queremos vernos como personas pobres que no pueden pagar nada", dice ella.

Pero agrega que las dificultades que enfrentan las familias trabajadoras son muy reales. Su auto se descompuso, por lo que se vio obligada a gastar US$250 por semana en un auto alquilado, ya que necesita conducir para ir a trabajar y transportar a Brianna.

Si bien ella preferiría trabajar en un puesto de tiempo completo con beneficios, "es más fácil tener trabajos con salarios bajos, puedo renunciar fácilmente y luego encontrar otro trabajo con salarios bajos", porque a veces necesita tiempo libre con poca antelación para cuidar su hija.

Deidre y Brianna
Deidre Hammon cuida a su hija Brianna, de 36 años, que sufre de parálisis cerebral.

Ella y otros padres encuentran como "aterradora" la posibilidad de que sus hijos con problemas de salud vivan sin ellos.

"Todos sentimos que no nos podemos morir nunca, porque ¿quién tomaría tu lugar?", piensa.