Esta bolsa de patatas caducada en 1990 demuestra lo que puede durar el plástico en el mar

Los voluntarios de Vele Spiegate, un proyecto solidario en el que decenas de jóvenes viajan en velero y limpian las playas de la costa italiana, hicieron el pasado viernes un hallazgo entras las muchas y muchas bolsas de basura que llenaron. No es tan impactante como un pez atrapado en anillas de refresco o una ballena muerta con kilos de plástico en su estómago, pero es otra forma de darse cuenta del daño y que da en qué pensar. Lo que encontraron fue una bolsa de patatas con una fecha de caducidad: 2 de septiembre de 1990. Casi 30 años después sigue, aunque algo descolorida, casi como el primer día.

En la bolsa, bastante bien conservada para llevar caducada 30 años y haber sigo encontrada arrastrada por la corriente, se observa con claridad su fecha de caducidad. (Foto: Perfil de Facebook de Vele Spiegate)
En la bolsa, bastante bien conservada para llevar caducada 30 años y haber sigo encontrada arrastrada por la corriente, se observa con claridad su fecha de caducidad. (Foto: Perfil de Facebook de Vele Spiegate)

Allí, entre las 600 piezas de poliestireno, las 10 botellas de plástico, las 5 boyas, los 13 trozos de vidrio, suelas de zapato, gomas y una bota, la bolsa de la marca Yonkers, con sabor a queso. En la imagen compartida por Vele Spiegate en su perfil de Facebook, de la que se han hecho eco medios italianos como La Repubblica, se puede ver que el envase está algo descolorido por el tiempo que ha pasado en el agua, por el efecto arrastre y el roce, pero en la parte superior se puede leer claramente cuándo caducó.

Hace casi 30 años alguien se comió su contenido y se deshizo de la bolsa de una forma poco correcta. De lo contrario, no habría acabado siendo arrastrada por la corriente a las playas de la isla de Elba, donde la encontraron los voluntarios de Legambiente.

Aunque cómo llegó hasta allí a ciencia cierta no puede saberse, desde La Repubblica se atreven a apostar por la posible teoría de que “antes de llegar a la arena fue tirado al mar desde un barco”, por ejemplo, y que luego la corriente se encargó de hacer el resto, de arrastrarla hasta tierra firme, donde ahora descansa en una bolsa de basura. Donde siempre debió estar.

El daño que los plásticos causan al hábitat marino es un tema recurrente y del que hay numerosos estudios, avisos y muestras gráficas. Si embargo, hace falta mucha más concienciación a nivel global para combatirlo de manera eficaz. Y, aunque cada gesto, por pequeño que sea, suma, el problema está demasiado extendido.

Tanto que desde Legambiente, que trabaja en colaboración con Diversamente Marinai recorriendo las playas italianas con voluntarios para limpiarlas durante el verano, se pregunta si este hallazgo tan sorprendente no es una muestra de que ya es demasiado tarde.

En redes sociales ha reaccionado ante esta noticia compartida por los medios italianos calificándolo de “horror”. “Hemos recibido las pirámides, los templos griegos, los acueductos romanos, los edificios precolombinos ... El plástico y los desechos serán los rastros que dejará esta civilización”, asegura otro indignado. “Este pedazo de plástico es más viejo que yo”, se sorprende un tuitero.