En la actualidad, todas las automotrices e industrias tecnológicas del mundo coinciden en algo: el futuro de los vehículos es eléctrico y autónomo . También están de acuerdo en que para que ese futuro sea rentable y socialmente aceptado, tendrán que trabajar codo a codo con empresas privadas, organismos del Estado y organizaciones sociales para modificar hábitos de conducción, de traslado y de infraestructura de abastecimiento. Las calles, las ciudades, los funcionarios, los conductores y los peatones van a tener que cambiar y reaprender para consolidar este escenario.