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El espectacular Mugello: Ferrari celebra sus 1000 carreras en un "parque de diversiones" del automovilismo

Bellísimo para mirar y bellísimo para manejar: el Autódromo Internacional del Mugello, al pie de los Apeninos, una maravilla típica de los viejos circuitos europeos.
Fuente: LA NACION

Tuvo que llegar el nefasto coronavirus para que un autódromo espectacular en el corazón de Europa recibiera su primera oportunidad en el mejor automovilismo del mundo. La pandemia alteró el calendario de 2020 y, en el armado sobre la marcha, Liberty Media le hizo lugar a Mugello, para festejar a la escudería más importante de los 70 años de historia de la Fórmula 1. Ferraricumple mil carreras, y lo celebra en un escenario que no albergó ni una. El viejo equipo en una casa nueva para este circo. Pero casa propia para el cavallino rampante.

El Gran Premio de Toscana Ferrari 1000 es una fiesta para la escuadra, para la categoría y para los pilotos. La Scuderia encuentra un solaz para sonreír y darse un respiro entre su pésima coyuntura, la Fórmula 1 añade una fecha (la novena) fácil de resolver en una temporada muy difícil y en un lugar impresionante, y los protagonistas disfrutan una pista de las bravas, de las que exigen y dan placer por estar al volante de un misil con ruedas.

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Ya desde su entorno paisajístico el Autódromo Internacional del Mugello es una maravilla: está en un valle en medio de los Apeninos, en el noroeste de Italia, apretado entre bucólicas colinas de frondoso verde. Ubicado a 35 kilómetros de Florencia, es una obra de arte, por bello y por clásico, por más que sea nuevo para la F. 1: allí se corre desde hace 106 años, cuando las carreras de autos eran poco menos que a campo abierto. Algo así como el viejo Turismo Carretera. Otra estética, claro.

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Por mucho tiempo fue un circuito callejero atemorizante de 61 kilómetros, hasta que en 1974 se lo domesticó al convertirlo en autódromo. Y en 1988, justo el año de la muerte de Don Enzo, fue adquirido por Ferrari, que lo ha utilizado como pista de pruebas, aparte de la de Fiorano.Maranello, sede de la fábrica del cavallino rampante, está a 120 kilómetros de Mugello, una pista en la que hay 43,2 metros de diferencia entre su punto más elevado y el más bajo. Sus 5245 metros son apasionantes para manejar, son casi todo lo que un piloto quiere experimentar.

Tienen curvas y contracurvas (15 a la derecha, 6 a la izquierda), con mucha fuerza G lateral (5,6 se le computó a Lewis Hamilton en la 7). Tienen alta velocidad en promedio: en las prácticas de ayer Valtteri Bottas superó los 240 kilómetros por hora. Y de hecho, nunca se baja de la cuarta marcha. Tienen curvones desafiantes, de los que demandan mucha precisión en la administración del acelerador y el giro del volante para no despistarse y salir bien armado. Y tienen una larga recta, de unos 1100 metros, como para descansar a más de 300 kilómetros por hora tras tanto esfuerzo físico y poder superar a un rival (será el único sector de DRS). "Montaña rusa", la califica Formula1.com.

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¿Le falta algo? A decir verdad, sí: más sitios de sobrepaso. Mugello es un típico autódromo europeo, angosto, rápido, ex callejero, y, para los coches y los conductores de hoy, tan poco proclives a fallar, no favorable para los rueda contra rueda. La propia recta, sus curvas adyacentes y quizás la número 12 (curvón a la derecha) son los espacios como para intentar. El trazado sube y baja y tiene alguna curva ciega en subida, la 10, que es la segunda de las dos Arrabiata, una pareja amedrentadora que este sábado será recorrida con el acelerador pisado a fondo (en la primera tanda de ensayos se le computó 285 km/h a Hamilton allí). Mugello, que apenas da respiro, será muy divertido para los protagonistas; quizás no tanto para la audiencia. En todo caso, debería ser mejor para el espectáculo que los tilkódromos, los autódromos diseñados por el ingeniero alemán Hermann Tilke que ha venido inaugurando la categoría desde 1999 (Sepang, Shanghái, Estambul, Losail, Yas Marina, Sochi, Austin), mucho mejores en infraestructura, por supuesto, pero no necesariamente en emociones.

"Es muy similar a Silverstone. Hay muchas partes de alta velocidad. Es muy demandante para el auto y para el piloto, así que es un circuito muy, muy difícil", sintetizó Matteo Togninalli, el jefe de ingeniería de pista de Ferrari, sobre el 72º escenario en la historia de la categoría. Una F. 1 que llevaba cuatro años sin incorporar una pista; la más reciente era Azerbaiján, estrenada en 2016. Pero Mugello pronto no será la última: este año, en el que el circo no visitará América, se sumará también Algarve, en Portimão, el trazado portugués donde se correrá entre el 23 y el 25 de octubre.

En Mugello ensayó Ferrari durante junio, el mes anterior al del comienzo de este campeonato. Pero no por ser de la empresa italiana el autódromo está cerrado al resto; varios otros equipos lo han usado. De hecho, ayer se cumplieron dos décadas del primer contacto, en ese lugar, de Kimi Räikkönen (futuro campeón en la Scuderia) con un auto de Fórmula 1; aquella vez manejó un Sauber, la marca con la que debutaría al año siguiente, en 2001. Minardi, que tenía su sede -la que hoy pertenece a Alpha Tauri- en Faenza, a 52 kilómetros, y Lotus han practicado en ese cuarto escenario italiano en la historia: Monza albergó 70 veces Fórmula 1 (1950-1979 y 1981-2020); San Marino, 26 (1981-2006), y el callejero de Pescara, una (1957). Con este autódromo debutante, Italia marcará un récord: tres carreras en un mismo país en una misma temporada, un producto de la Covid-19. Monza acogió a la categoría la semana pasada y San Marino la recibirá del 30 de octubre al 1 de noviembre.

Mugello, sin embargo, tiene experiencia en mundiales de velocidad: desde 1994 cobija grandes premios de motociclismo (500 centímetros cúbicos y MotoGP), pero justo este año se interrumpirá esa seguidilla.

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Antes de que la F. 1 acordara su llegada a los Apeninos, en aquellos entrenamientos de pretemporada en junio, Sebastian Vettel comentó que Mugello merecía recibir un gran premio. Liberty Media se lo concedió en julio, y anunció el mismo día esa carrera y la de Sochi. "El Gran Premio de Rusia es un momento importante de nuestra temporada y ansiamos estar de regreso en Sochi en septiembre. Estamos igualmente entusiasmados de ver una carrera de Fórmula 1 por primera vez en Mugello, en una ocasión que marcará el gran premio 1000 de Ferrari", sostuvo Chase Carey, presidente y CEO de la categoría, poniendo en un mismo plano al tilkódromo ruso y a la competencia histórica para la Scuderia en su casa. En tanto, Mattía Binotto, el cuestionado jefe de equipo del cavallino, lo festejaba a su modo, institucional: "Celebrar un hecho extraordinario, el milésimo gran premio de la escudería Ferrari, en nuestro propio hogar de Mugello es increíble. No puedo esperar a que ese sueño se vuelva realidad. Mugello es no solamente una de las más espectaculares y desafiantes pistas para pilotos y autos; es también una estructura que ha hecho de la sostenibilidad una de sus prioridades".

Ferrari viene del desastre de Monza, por suerte para la escuadra sin testigos presenciales. Por lo pronto, aunque ahora hay un motivo de festejo importante, tal vez resulte otro alivio que esta vez haya 2880 espectadores admitidos, en el primer fin de semana en que la Fórmula 1 tiene público este año. Casi tres mil privilegiados que podrán contarles a sus herederos que habrán estado ahí, en el gran premio 1000 de Ferrari... y el 1 del magnífico Mugello.