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Especialistas alertan sobre creciente contaminación del aire en La Habana

Un buque sale del puerto de La Habana el 12 de mayo de 2008
Un buque sale del puerto de La Habana el 12 de mayo de 2008 (AFP/Archivos | Str)

Especialistas cubanos alertaron este domingo sobre la creciente contaminación del aire en La Habana, que sin llegar a extremos alarmantes de otras capitales latinoamericanas es preocupante, dijeron. "El peligro existe, no somos inmunes y es cierto que la calidad del aire que respiramos se afecta cada vez más", dijo al diario Juventud Rebelde Osvaldo Cuesta, director del Centro de Contaminación y Química de la Atmósfera del Instituto de Meteorología. Un inventario de emisiones de las principales fuentes industriales de La Habana, realizado Cuesta y otros especialistas, arrojó que los principales contaminantes son el dióxido de azufre, el dióxido de nitrógeno, el monóxido de carbono, los compuestos orgánicos volátiles y las partículas derivadas del polvo. "Más de 119.900 toneladas de estos contaminantes se registraron en el año 2012, a partir de la suma de las emisiones de termoeléctricas, grupos electrógenos, calderas, hornos, incineradores, refinerías e industrias", señaló. A estas, "se suman de manera creciente las llamadas fuentes móviles, como los ómnibus y los carros (automóviles) antiguos que circulan por nuestras calles sin motores modernos", destacó. Cuesta dijo que la contaminación del aire en La Habana dista de los índices de "Sao Paulo, México y Santiago de Chile", pero admitió que sus niveles ya son preocupantes. Cuba "padece también el auge no planificado de las pocas industrias y de asentamientos urbanísticos, el uso de tecnologías atrasadas en el transporte y la producción, y la baja calidad del saneamiento básico", añadió. Desde 1970 se establecieron en Cuba actividades de vigilancia de la calidad del aire, encabezadas por el Ministerio de Salud Pública, las cuales se incluyeron en 1996 en el Programa Nacional de Prevención y Control de la Calidad del Aire, recordó Juventud Rebelde. "En la actualidad no necesitamos en Cuba de nasobucos para respirar, como sí lo necesitan los habitantes de Pekín, pero si no prestamos atención al aire que respiramos, a las decisiones erróneas que puedan tomarse en el ámbito constructivo y de las inversiones, al lugar donde emplazamos nuestra vivienda, al auto que manejamos y al humo del cigarro al que nos exponemos, entre otros aspectos, ya no valdrá la pena preguntarnos a esa altura qué aire respiramos y por qué", concluyó Cuesta.