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Un espacio tranquilo en medio de un lugar de trabajo abierto y bullicioso

Empleados hacían estiramientos en una sala de meditación en la sede de Nuts.com en Jersey City, Nueva Jersey, el 17 de febrero de 2020. (Jeenah Moon / The New York Times)
Empleados hacían estiramientos en una sala de meditación en la sede de Nuts.com en Jersey City, Nueva Jersey, el 17 de febrero de 2020. (Jeenah Moon / The New York Times)

Como directora de compras en Nuts.com, un sitio web minorista, Kathy Skala pasa sus días monitoreando el inventario, llamando a los agricultores para conocer sobre sus cultivos y haciendo pedidos. En la sede recientemente renovada de la compañía que está ubicada en Jersey City, Nueva Jersey, trabaja rodeada de colegas. Muchos se sientan en largas mesas alineadas en filas.

Pero a veces lleva su computadora portátil y su teléfono hasta un pequeño rincón en medio de su ajetreado lugar de trabajo, una suerte de nicho acolchado diseñado por la firma de arquitectura Gensler, en el que puede laborar a solas durante un rato. Otras veces va al estudio de meditación o se mete en una de las pequeñas habitaciones que se encuentran dispersas por las instalaciones para que los empleados puedan hacer estiramientos sin que los interrumpan.

“Si estoy buscando un contrato, realmente necesito concentrarme”, dijo Skala. “Si estoy discutiendo números o precios con alguien, quiero asegurarme de escucharlos claramente y que ellos también me escuchen”.

Más de una década después del cambio hacia las oficinas de plano abierto, y la reacción resultante de los trabajadores preocupados por el ruido y la falta de privacidad, una gran cantidad de espacios auxiliares están surgiendo en los lugares de trabajo con el fin de ofrecerles a los empleados un escape de sus (a veces demasiado ruidosos) compañeros de trabajo. Estos espacios privados incluyen salas de oración, salas de bienestar y bibliotecas, también reciben el nombre de vagones silenciosos, como los compartimientos libres de charlas en un tren. Esto sin mencionar la proliferación de las llamadas cabinas telefónicas, minisalas de reuniones y todo tipo de recintos, algunos de ellos ya vienen como kits listos para ensamblar.

Todo eso suscita una pregunta: después de derribar los muros que definieron los lugares de trabajo del pasado, ¿los estamos volviendo a crear?

“Estamos regresando a una tendencia de mayor construcción en las oficinas”, dijo Elizabeth O. Lowrey, directora de arquitectura de interiores en Elkus Manfredi Architects.

No obstante, ella y otros expertos dicen que la diferencia entre lo que sucedía en el pasado y ahora es que el espacio privado solía pertenecer exclusivamente a quienes estaban en la parte superior de la jerarquía de una empresa, es decir, los miembros del personal de alto nivel que tenían sus propias oficinas. En la actualidad, todos los trabajadores pueden usar los nuevos espacios privados, solo tienen que compartirlos con los demás.

Los lugares abiertos de trabajo no desaparecerán pronto. Alrededor del 70 por ciento de las oficinas en los Estados Unidos tienen algún tipo de plano abierto, sostiene Christian Beaudoin, director general del área de investigación y estrategia de la empresa inmobiliaria JLL.

Esos planos se impulsaron en nombre del trabajo en equipo, aunque en los últimos años los investigadores se han preguntado si fomentan la colaboración. Un estudio de Harvard Business School sugiere que pueden tener el efecto contrario porque se detectó que, cuando las empresas cambiaron a oficinas abiertas, las interacciones cara a cara cayeron en un 70 por ciento.

La razón principal por la que las compañías adoptaron esos planos fue para reducir costos. La eliminación de las oficinas privadas significaba que se necesitaba menos espacio para cada empleado, lo que reducía el espacio en metros cuadrados que las empresas tenían que alquilar. Los arreglos de banca, esas largas mesas compartidas con empleados sentados uno al lado del otro, permitieron que las compañías realmente pudieran juntar a las personas.

Las conversaciones confidenciales, tanto sobre asuntos comerciales como personales, se hicieron casi imposibles en el mar de colegas.

Por eso surgieron las cabinas telefónicas, esos espacios tipo armario que fueron creados para realizar llamadas privadas. Sin embargo, ciertas instalaciones de ese tipo han resultado problemáticas: WeWork tuvo que retirar 2300 cabinas después de un susto por el fuerte olor del formaldehído usado por los fabricantes. De todas maneras, ese enfoque ha sido ampliamente aceptado. Las empresas construyen filas de cabinas telefónicas durante las renovaciones o compran versiones prefabricadas, que van desde espacios para una sola persona a precios moderados hasta salas de reuniones de alta gama para seis personas.

También son populares las salas de “reunión” o “foco”: pequeños espacios en los que dos personas pueden reunirse o donde una sola persona puede disfrutar de un momento a solas.

Algunas compañías están adaptando sus espacios a necesidades aún más específicas.

En Chicago, en la sede de Gogo, el proveedor de Internet a bordo de los vuelos, una sala de oración y bienestar está equipada con una estación de abluciones que puede ser usada por los musulmanes que practican el lavado de pies antes de rezar.

Las salas de lactancia, también conocidas como salas de madres, en parte son una respuesta a los mandatos legislativos. Una enmienda de 2010 a la Ley de Normas Justas de Trabajo establece que las compañías de 50 o más empleados proporcionen un lugar privado para que las nuevas madres puedan extraer su leche durante el día. En los últimos años, los estados también han aprobado leyes que fortalecen los derechos de las madres lactantes.

Las habitaciones que se diseñan para ellas suelen estar equipadas con cómodos asientos, conectores para enchufar las bombas de lactancia, refrigeradores para almacenar leche y, a veces, fregaderos para lavarse las manos y el equipo.

Two Trees Management, una empresa de bienes raíces de Nueva York, agregó salas de madres en tres de sus edificios de oficinas de Brooklyn el año pasado en respuesta a las solicitudes de los inquilinos. En dos de las edificaciones, la compañía convirtió unos cuartos de almacenamiento en esos espacios; en la tercera se usó parte de una oficina.

Los espacios para las madres han sido populares entre las empresas que alquilan pequeñas oficinas que carecen del espacio para proporcionar ese tipo de recintos a sus empleados, dijo Elizabeth Bueno, directora de arrendamiento en Two Trees. Y se han convertido en otra característica, como las cubiertas de los techos y las salas de almacenamiento de bicicletas, que la empresa puede promover cuando hace recorridos con posibles inquilinos.

“Nos aseguramos de mostrarles esa opción”, dijo Bueno.

La compañía de Vermont, Mamava, fabrica espacios de lactancia ya listos para usar que se han instalado en diversas oficinas como la sede mundial de 3M en St. Paul, Minnesota.

No obstante, muchas compañías han optado por salas de bienestar que brindan servicios a todos los empleados. No solo son espacios para las madres lactantes, sino también, por ejemplo, para aquellas personas que sufren de diabetes y necesitan inyectarse insulina. También es un lugar donde alguien puede tomar una siesta.

This article originally appeared in The New York Times.

© 2020 The New York Times Company