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Ahora en español, el universo cuentístico de Thomas Wolfe

CIUDAD DE MÉXICO, enero 8 (EL UNIVERSAL).- El novelista, cuentista y dramaturgo estadounidense Thomas Wolfe era considerado por William Faulkner como el mejor escritor de su generación: "De mis contemporáneos pondría a Wolfe como el primero, a mí en el segundo, después a Dos Passos, Caldwell y Hemingway". Ahora, los 58 relatos breves (y no tan breves) de ese narrador que murió cuando no había cumplido siquiera los 38 años, pero ya era reconocido como un escritor genial, se pueden leer en español bajo el sello Páginas de Espuma.

Bajo el simple título de Cuentos, la edición en pasta dura de casi mil páginas, ofrece el panorama completo de la narrativa corta de Wolfe traducida por la escritora y filóloga española Amelia Pérez de Villar, quien asegura que la literatura de Thomas Wolfe es singular porque podría pensarse que su obra es muy personal y lo tiene a él como protagonista, pero en realidad es que él es consciente de que tiene una posición privilegiada de espectador.

En entrevista con EL UNIVERSAL, Pérez de Villar asegura que en realidad Wolfe en su literatura está como si tuviera un palco desde el que intenta ver todo, "yo creo que lo consigue porque es un observador excelente; en ese sentido sí está presente pero no él, está porque claro, si vas leyendo los relatos y si conoces un mínimo su biografía, efectivamente está en casi todos o en todos los cuentos, en un lugar o en otro, es como estos pintores flamencos que ponen la cotilla en la ventana".

Dice que a pesar de que las cosas que nos muestra su literatura: las historias que nos narra de la vida en un pueblo, la inmigración, el racismo, de cómo conviven las personas en su comunidad o como es la vida en otros países, Thomas Wolfe pasa esa realidad que atestigua siempre por el filtro de la literatura.

"Si bien en cierto que en su literatura hay una parte repetitiva, machacona, como de letanía y oración, en un afán de decir: 'que no se me escape nada, esto es lo que quiero mostrar al mundo, entonces repito, remachó y martilleo', él en realidad no tiene un afán de contarnos su vida como Thomas Wolfe, le importaba mucho más mostrarnos la historia pasada por el filtro de la literatura; su propio reto era 'tengo que contar esto, cómo lo cuento', por eso muchas veces cuenta una misma historia desde puntos de vista diferentes", afirma.

Y es que en sus cuentos, el escritor nacido el 3 de octubre de 1900 en Asheville, y que falleció el 15 de septiembre de 1938, en Baltimore, también plantea un universo inmenso, ambicioso y experimental como en sus novelas que llegaron a ser muy leídas y conocidas; pero también como cuentista fue muy conocido.

La traductora de obras de Henry James, Edith Wharton, Harold Bloom, Gabriele D'Annunzio, Rachel Kushner, Robert Louis Stevenson, Rudyard Kipling, Emily Brontë, Mario Soldati y Graham Swift asegura que no se puede traducir a Wolfe de prisa, sino con determinado ritmo.

"No es un autor que plantee grandes dificultades desde el punto de vista de la sintaxis, Wolfe tenía un afán de hacerse entender y de expresar algo que él quería captar en su totalidad más absoluta y lo hacía sencillamente con las palabras, sin escatimar palabras, si hacían falta ocho adjetivos, ponía ocho objetivos", dice la traductora.

La autora de El pulso de la desmesura y Mi vida sin microondas asegura que Thomas Wolfe es un escritor muy vigente, con historias absolutamente actuales, por desgracia. "Cuando lo lees te hace pensar en cuán cierto es eso de que el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra y ahora más que nunca, al leerlo hablando de Estados Unidos o de la Alemania con el ascenso nazi, con el gran mesías que ya sabemos a quién se refiere, parece que estamos viendo lo que ocurre el día de hoy en nuestro mundo", concluye Amelia Pérez de Villar.