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'¿No hubo esclavitud en Australia?' Estos isleños del Pacífico cuentan otra historia

Sugar Cubes (cubos de azúcar), una escultura y monumento conmemorativo que incluye los nombres de los barcos que trajeron a los trabajadores desde las islas del Pacífico Sur, en Mackay, Australia, el 31 de julio de 2020. (Faye Sakura/The New York Times)
Sugar Cubes (cubos de azúcar), una escultura y monumento conmemorativo que incluye los nombres de los barcos que trajeron a los trabajadores desde las islas del Pacífico Sur, en Mackay, Australia, el 31 de julio de 2020. (Faye Sakura/The New York Times)
Marion Healy y su hija Dominique en un campo de lápidas recientemente añadidas a las tumbas alguna vez no identificadas de isleños del mar del sur en Mackay, Australia, el 31 de julio de 2020. (Faye Sakura/The New York Times)
Marion Healy y su hija Dominique en un campo de lápidas recientemente añadidas a las tumbas alguna vez no identificadas de isleños del mar del sur en Mackay, Australia, el 31 de julio de 2020. (Faye Sakura/The New York Times)

MACKAY, Australia — Kwailu, el bisabuelo de Marion Healy, era solo un niño cuando los “reclutadores” lo llevaron a bordo de un barco en una playa de las islas Solomón. El destino fue Australia, donde, por un salario miserable, realizaría un trabajo agotador plantando y cortando caña de azúcar para granjeros blancos.

Al igual que Kwailu, miles de isleños del Pacífico Sur fueron atraídos a plantaciones australianas en el siglo XIX, algunos a través de engaños, otros por la fuerza, y todos por un colonialismo que saqueaba a las comunidades menos favorecidas. Así que cuando Healy escuchó recientemente al primer ministro Scott Morrison decir que “no hubo esclavitud en Australia”, se preguntó si la historia de su gente, que de por sí era poco conocida, podía perderse por completo.

“¿Cómo se atreve a decir eso?”, exclamó, con respecto al primer ministro. “Me da un poco de miedo el hecho de que quizás nos hayan olvidado”.

El movimiento Black Lives Matter, en su paso por todo el mundo, ha hecho que Australia observe de manera más profunda la arraigada discriminación contra sus pueblos indígenas y otras minorías. El comentario de Morrison, por el cual luego ofreció disculpas, atrajo particular atención a las políticas visiblemente racistas del pasado de Australia, un legado que muchos tienden a ignorar en un país que se autoproclama orgullosamente multicultural.

Healy y otros descendientes de obreros del Pacífico Sur suelen ser confundidos con australianos indígenas, cuyos ancestros fueron los primeros habitantes del continente y que también han enfrentado una discriminación similar. Aunque los obreros del Pacífico Sur no fueron los únicos involucrados en ese tipo de trabajo, el comentario del primer ministro ha creado una oportunidad para que sus descendientes consoliden una identidad propia.

“Es una oportunidad para contar nuestra historia”, dijo Healy. “Necesitamos aprovechar esta oportunidad.

Esa historia comienza con la búsqueda de mano de obra barata en las colonias del Reino Unido, lo que empujó a Australia a practicar lo más cercano a la explotación extrema que se permitía luego de que el imperio británico aboliera la esclavitud en 1833.

La esclavitud tradicional, como era practicada en Estados Unidos y en otras partes, significaba que las personas esclavizadas eran tratadas como una propiedad que sus amos podían comprar, vender y explotar. Los hijos de las personas esclavizadas se hacían esclavos automáticamente al nacer.

Pero en Australia, los británicos consiguieron trabajadores baratos con la mano de obra no abonada de australianos indígenas, chinos, indios, reclusos blancos e isleños del Pacífico Sur.

Algunos historiadores afirman que los más de 50.000 isleños del Pacífico Sur que trabajaron en su mayoría en los cañaverales del noreste de Australia desde 1863 hasta 1904 técnicamente no eran esclavos porque recibieron un pago por sus esfuerzos, aunque por lo general uno mucho menor al de los trabajadores blancos. Algunos obreros, incluyendo a Kwailu, que regresaron a sus islas de origen en el Pacífico Sur, terminaron por volver a Australia.

“Pero hubo secuestros. Nadie puede decir lo contrario”, afirmó Clive Moore, profesor emérito de la Universidad de Queensland quien ha estudiado de forma exhaustiva la historia de esos trabajadores, conocidos en Australia como isleños del mar del sur.

Un gran número de trabajadores azucareros fueron víctimas del “blackbirding” (término en inglés que proviene de “blackbird catching”, en español “caza de mirlo”): seducidos de sus islas natales, algunos con la promesa de artículos como hachas y cuchillos, objetos de valor en una sociedad menos industrializada. Muchos de los isleños del mar del sur no lograron sobrevivir a sus años de trabajo en las plantaciones.

Su arduo trabajo ayudó a que la colonia, y luego el estado de Queensland, alcanzara la prosperidad. Pero en vez de reconocer las contribuciones de los isleños del mar del sur, Australia buscó borrarlos de la historia.

Una de las primeras leyes del país como una nueva nación en 1901 fue promulgar marcos legales diseñados para mantener al país étnicamente europeo, es decir, lo que se conoció como la política de la Australia blanca. El país deportó a la mayoría de los trabajadores azucareros y prohibió su reingreso. Un pequeño grupo recibió excepciones, mientras que otros lograron ocultarse de los agentes de inmigración con la ayuda de granjeros compasivos.

La población más grande de isleños del mar del sur del país, con un estimado de 20.000 habitantes, está ubicada en la región de Mackay en la costa de Queensland. Es un lugar repleto de recordatorios del legado del “blackbirding”, y es también un reconocimiento doloroso —reforzado por el comentario del primer ministro sobre la esclavitud— de que, si no se lucha para evitarlo, los recuerdos se desvanecerán.

Una cabaña tradicional cerca de los jardines exuberantes de la ciudad se ha convertido en un preciado lugar de encuentro. Un mural que muestra a Mackay a través de los años describe la travesía por barco de los isleños del mar del sur y su transformación simbólica en mirlos. Una placa a orillas del río Pioneer marca el lugar donde los isleños del mar del sur fueron capturados “para ser subastados y transportados a diversas plantaciones de azúcar”.

En el cementerio patrimonial de Mackay, un campo de nuevas lápidas que muestran la silueta de un hombre arrodillado con un mirlo a su lado está separado del resto. Antes de un proyecto en 2016 creado para identificarlos, casi todas las tumbas de unos 160 obreros que fallecieron mientras cortaban caña de azúcar no tenían ninguna inscripción.

“Solía cabalgar por aquí para tomar un atajo sin darme cuenta de que estaba pasándole por encima a mis propios ancestros”, afirmó Starrett Vea Vea, presidente de la Asociación Australiana de Isleños del Mar del Sur del Distrito y la región de Mackay.

Vea Vea lideró un equipo que examinó registros del cementerio para ayudar a identificar las tumbas. “Estos fueron los que nunca regresaron a las islas”, afirmó.

Vea Vea dijo que soñaba con crear una ruta del patrimonio que llevara a las personas a los sitios importantes de la región, desde las tumbas hasta los cañaverales.

Otra residente, Raechel Ivey, quien trabaja para el gobierno regional, también espera impulsar iniciativas educativas. Para este fin, Ivey organiza un programa donde las personas mayores le enseñan a sus estudiantes a tejer redes de pesca tradicional.

Ivey creció con su bisabuela, quien fue traída a Australia a los 8 años para ser la sirvienta de una familia blanca. Tenía techo y comida, pero no recibió ningún pago por su trabajo. “Solía tomar el atlas y decirme que era de Nuevas Hébridas”, lo que hoy se conoce como Vanuatu, afirmó Ivey.

Muchos en Mackay conocen muy poco sobre esta historia, dijo, “y es por eso que somos el pueblo olvidado”. Ivey cree que es crucial transmitir la cultura a todos los residentes de Mackay, no solo a los isleños del mar del sur.

La población de la ciudad de alrededor de 80.000 habitantes se ha hecho cada vez más diversa. Las minas cercanas sustentan la llegada de nuevos trabajadores, algunos de los cuales desconocen la historia de la zona. El alcalde, Greg Williamson, dijo que Mackay debería ser franca acerca de cómo había obtenido su prosperidad a expensas del sufrimiento de los isleños del mar del sur.

“No tiene ningún sentido negar lo que sucedió”, dijo Williamson, un político independiente quien, junto con los isleños del mar del sur, invitó a Morrison a visitar Mackay para brindarle una lección de historia.

This article originally appeared in The New York Times.

© 2020 The New York Times Company