El escaparate con ratas muertas en la zona más glamurosa París

En París, la ciudad de las anchas avenidas, de los parques, de los edificios de corte clásico y el estilo arquitectónico de Haussmann, hay un escaparate que pone, cuanto menos, los pelos de punta. Allí, muy cerca del Hôtel de Ville y de camino (algo desviado y por el interior) del Museo del Louvre se encuentra Julien Aurouze & Co, una tienda especializada en control de plagas que expone en su escaparate la muestra de su trabajo: ratas muertas y disecadas.

Este es, posiblemente, el escaparate más fotografiado de París, el de Julien Aurouze and Co. (Foto: Getty Images)
Este es, posiblemente, el escaparate más fotografiado de París, el de Julien Aurouze and Co. (Foto: Getty Images)

Aurouze, como se llama esta tienda de larga tradición, se ubica en el número 8 de la Rue des Halles, en pleno centro de París. Fundada en 1872, nació especializándose en el control de plagas y así ha seguido década tras década, generación tras generación. Actualmente van por la cuarta generación de esta saga de maestros en todo lo que tenga que ver con acabar con ratas, ratones, insectos, pájaros y similares. En definitiva, plagas.

Encontrarse de pronto con su escaparate lleno de ratas disecadas y trampas para ellas puede provocar un gran impacto, pero también se ha convertido en un atractivo para los curiosos que pasean por la zona, como una atracción más. Algo menos agradable a la vista que una fachada clásica o la Pirámide del Louvre, pero curiosa y exótica. Según se puede leer en su web, su trabajo está avalado por 150 años de experiencia y se publicitan como asesores “en la lucha contra ratas, cucarachas, polillas, palomas y otras plagas desde 1872. Vendemos productos para solucionar tus problemas de plagas. También realizamos intervenciones para particulares y empresas”.

Los actuales dueños de Aurouze son Julien y Cécile, la cuarta generación de estos expertos en acabar con ratas y otras plagas. Su tienda, “mundialmente famosa”, cuenta con un amplio catálogo de productos destinados a acabar con esos molestos e indeseados habitantes. Además de los artículos en sí y trampas, también se ofrecen a llevar a cabo un presupuesto gratuito ajustado a cada caso en particular.

“Según la necesidad”, prometen, “le ofrecen la intervención de su personal cualificado, certificado y formado según los métodos de aplicación, la legislación vigente y la seguridad; ya sea buenos consejos y productos de alto rendimiento disponibles directamente en la tienda física o en línea”.

Según un reportaje publicado hace algún tiempo por Le Parisien, la idea de colgar las trampas con ratas muertas en el “escaparate más fotografiado de París” fue del abuelo de los actuales propietarios en 1925. En aquella información el diario parisino les entrevistaba por un aumento de la presencia de ratas en 2017 y, por ende, de sus ventas. Julien analizaba que “no es muy fácil lidiar con jardines públicos donde hay niños y mascotas. Esto requiere un mantenimiento continuo”. Su hermana Cécile añadía que “los parisinos tampoco deben abandonar la comida en la calle. Es una cuestión de civismo”.

Cada vez que la ciudad tiene un problema con estos roedores, les llaman a consulta. Ocurrió en 2014 y entonces, en declaraciones a 20 Minutes, explicaban que la invasión de ratas en París tenía que ver en parte con que “los turistas dejan lo suficiente como para hacer un festín todos los días”. En ocasiones también les llaman cuando no hay problemas y simplemente se quiere hacer un tema con consejos, como hizo en 2019 la sección inmobiliaria de Le Figaro.

Su fama, su historia y su eficacia les precede. Tanto que hasta su escaparate contó con cierto protagonismo en la película de animación Ratatouille (2007), aquella en la que un ratón al que ponía voz Patton Oswalt en su versión original, Remy, soñaba con ser un chef. Allí, ante ese cristal tras el que se parapetan ratas muertas y disecadas, el padre del protagonista le advertía a su hijo de que eso es lo que le pasaba a los de su especie cuando se relacionaban con humanos.

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