No se puede escapar de los piojos, ni siquiera a 1981 metros bajo la superficie del océano

Una fotografía sin fecha cortesía de Laboratorios Leonardi muestra a María Soledad Leonardi, bióloga marina, buscando piojos de la especie Lepidophthirus macrorhini en la aleta de un elefante marino. (Laboratorios Leonardi vía The New York Times)
Una fotografía sin fecha cortesía de Laboratorios Leonardi muestra a María Soledad Leonardi, bióloga marina, buscando piojos de la especie Lepidophthirus macrorhini en la aleta de un elefante marino. (Laboratorios Leonardi vía The New York Times)
Los piojos de la especie Lepidophthirus macrorhini habitan en las extremidades traseras de los elefantes marinos del sur, los cuales pasan casi 10 meses del año en aguas antárticas y pueden quedarse ahí durante casi dos horas seguidas. (Laboratorios Leonardi vía The New York Times)
Los piojos de la especie Lepidophthirus macrorhini habitan en las extremidades traseras de los elefantes marinos del sur, los cuales pasan casi 10 meses del año en aguas antárticas y pueden quedarse ahí durante casi dos horas seguidas. (Laboratorios Leonardi vía The New York Times)

Bajo el mar, la vida es más sabrosa, a menos que seas un insecto. Quizás has visto algunos bichos flotar en la superficie de un estanque o incluso crear su propia burbuja de buceo para sumergirse en los lagos interiores. Pero en mar abierto, prácticamente no hay insectos.

Sin embargo, si miras de cerca las aletas posteriores de los elefantes marinos del sur, encontrarás algunos insectos que han logrado llevar una vida parcialmente acuática. Los piojos de la especie Lepidophthirus macrorhini habitan en las extremidades traseras de estos mamíferos acuáticos de gran tamaño, los cuales pasan casi 10 meses del año en aguas antárticas, se sumergen hasta 1981 metros por debajo de la superficie oceánica en busca de comida e incluso pueden quedarse ahí casi dos horas seguidas.

Estos piojos tal vez sean los insectos que pueden sobrevivir a mayores profundidades en los ecosistemas marinos, según un estudio publicado en julio en la revista The Journal of Experimental Biology. Al tolerar ambientes tan extremos, los piojos de los elefantes marinos pueden ayudar a los científicos a resolver el misterio de por qué hay tan pocos insectos en la vastedad del océano.

Los especímenes de L. macrorhini son piojos parasitarios que chupan sangre y anidan en la capa superior de la piel del elefante marino para alimentarse. En 2015, María Soledad Leonardi, bióloga marina del Instituto de Biología de Organismos Marinos en Argentina, encontró piojos vivos en los elefantes marinos machos que salían a la superficie para aparearse en la isla Rey Jorge, cerca de la costa de la Antártida.

“Se pueden ver a simple vista”, afirmó. “Parecen cangrejos miniatura”.

En su opinión, la presencia de piojos en los elefantes marinos adultos que salen a la superficie tras extensas excursiones submarinas sugiere que los insectos pueden sobrevivir las inmersiones profundas y las subidas pronunciadas en los trayectos acuáticos de los elefantes marinos. Eso querría decir que los piojos tal vez son capaces de soportar la presión aplastante de las profundidades del océano.

Soledad Leonardi comentó que atrapar elefantes marinos de 3628 kilogramos en alta mar para ver si los piojos sobreviven a estas condiciones extremas sería complicado. Por lo tanto, su equipo decidió llevar los piojos al laboratorio.

Con ayuda de pinzas pequeñas, extrajeron los insectos de las aletas traseras de quince crías de elefante marino que nacieron en las playas de la península Valdés en Argentina. Los cachorros portan piojos adultos transferidos de los cuerpos de sus madres a los pocos días de su nacimiento. Los piojos se reproducen rápidamente, aprovechando las primeras semanas en las que las crías deben quedarse en tierra, puesto que sus huevos no pueden eclosionar bajo el agua.

En el laboratorio, el equipo sumergió a los piojos en cámaras individuales del tamaño de una memoria USB llenas de agua de mar y conectadas a un tanque de buceo. Luego, expusieron a cada piojo a una gama de presiones de agua, hasta 200 veces mayor a la de la superficie marina y equivalente a profundidades de entre 298 y 1981 metros. Tras vivir 10 minutos en este ambiente en aguas profundas, 69 de los 75 piojos salieron vivos.

“Para mí fue fascinante ver que sobrevivieron a la presión alta”, dijo Claudio Lazzari, fisiólogo de insectos en la Universidad de Tours en Francia y uno de los autores del estudio. “Esto demuestra que estos piojos son resistentes. Podemos excluir la posibilidad de que simplemente mueren”.

Después, los investigadores expusieron a los piojos que habían sobrevivido a una presión de agua más alta o más baja que aquella que habían experimentado antes.

“La idea era reproducir la situación a la que estarían sujetos los piojos cuando sus portadores se sumergen a distintos niveles de presión”, comentó Lazzari. Todos los piojos lograron tolerar el cambio rápido de presión; los adultos se recuperaron más pronto y presentaron movilidad tras el experimento, en comparación con las ninfas.

Stuart Humphries, biofísico evolutivo de la Universidad de Lincoln en Inglaterra, se refirió al estudio como “satisfactorio”, pero también dijo: “Me interesaría saber cómo hacen esto los piojos”.

Hasta el momento, los investigadores no saben si los piojos marinos tienen adaptaciones especiales.

“Me imagino que estos pequeños solo suprimen y bloquean su sistema traqueal”, especuló Humphries, lo cual significa que los piojos podrían contener la respiración en aguas profundas.

Los investigadores ahora quieren realizar experimentos para ver si estos insectos frenan sus actividades y su gasto energético en lo profundo del océano o si siguen respirando.

“Comprender cómo este grupo de insectos se las ingenia para sobrevivir bajo el agua será la clave para entender por qué otros grupos no lo logran”, explicó Lazzari.

No obstante, algunos científicos piensan que los piojos podrían ser un caso único.

“Los piojos de este tipo de focas son un caso especializado; solo viven adheridos a su portador en los ambientes marinos y se reproducen cuando los elefantes marinos están en tierra”, mencionó Lanna Cheng, bióloga marina emérita de la Institución Scripps de Oceanografía en San Diego. “No tenemos idea de si tienen o no la habilidad de sobrevivir como insectos de vida libre a esas profundidades”.

This article originally appeared in The New York Times.

© 2020 The New York Times Company