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Escándalo de los cuadernos de la coima: ¿qué dicen los kirchneristas?

La semana pasada, la Argentina se vio conmocionada por una noticia que pone al kirchnerismo dentro de un caso de corrupción sin precedentes. Una serie de cuadernos probarían detalladamente los movimientos que, durante las gestiones de los expresidentes Néstor y Cristina Kirchner, se efectuaban para pagar coimas. A pesar de que la evidencia, según el diario La Nación, parece ser contundente, desde el kirchnerismo tienen ciertos elementos para desmentir o relativizar estas cuestiones.

¿Cómo lo sustentan?

Lo primero que hay que tener en cuenta es que se trata de una intrincada y compleja trama de corrupción, conocida como “Los cuadernos de las coimas”, mediante la cual, detalles más, detalles menos, el chofer de un alto funcionario K, Roberto Baratta, apuntaba todos los movimientos que se realizaban para llevar y traer coimas. Pero no sólo eso: si se mandaban a comprar bolsos a una marroquinería para transportar la plata, también se anotaba. Hasta quedaba registradas las compras de medialunas.

A partir de esta información, todos los medios de comunicación empezaron a dar la noticia y los movimientos judiciales: 16 detenidos acusados de asociación ilícita, y otros 6 personajes bajo sospecha, entre los que se encuentran.

Los principales argumentos kirchneristas se dividen, fundamentalmente, en tres tipos: judiciales, políticos y relativizadores. Veamos de qué se tratan.

Los cuadernos de las coimas. (La Nación)
Los cuadernos de las coimas. (La Nación)

-Argumentos judiciales-

Por un lado, los argumentos judiciales son los que más atención demandan: según se supo, Centeno, el chofer que desató el escándalo con los cuadernos, dijo que los quemó.

Si esto es así, ¿qué tipo de evidencia judicial puede tener lo que La Nación presenta?

Si bien es cierto que el detalle de los cuadernos es exhaustivo, ¿quién podría garantizar que los escribió el chofer? ¿No podría esto estar montado? ¿Qué rigor judicial puede tener un cuaderno del cual ya no se tiene posesión?

Es lo que en la jerga judicial se llama “destrucción de pruebas”, y se reduce a algo tan simple como que sin ellas, no se puede proceder judicialmente por el principio de inocencia.

Otro argumento que cae bajo esta sospecha es la contraparte: si hubo políticos que coimearon, hubo coimeadores. ¿Quiénes fueron estos coimeadores? ¿Podrían ser empresarios? Si se considera que el actual Gobierno de Mauricio Macri tiene una inmensa cantidad de funcionarios que se dedicaron al empresariado, no sería un delirio pensado que podría haber funcionarios de la actual gestión involucrados. Y esto sería una noticia incómoda para el macrismo.

Paquete que contenía los cuadernos de las coimas. (La Nación)
Paquete que contenía los cuadernos de las coimas. (La Nación)

Oscar Centeno se encuentra actualmente protegido por la Justicia: su paradero es desconocido, está con una nueva identidad y bajo custodia policial. Ingresó al llamado “Sistema de protección de testigos” luego de declarar en Comodoro Py, la sede judicial de Buenos Aires.

Sucede que el juez federal Claudio Bonadio y el fiscal Carlos Stornelli, pese a la incineración de los escritos, insisten en considerar que no es necesario tener los originales para avanzar con la causa en la que ya hay ex funcionarios y empresarios privados de su libertad.

Este es el principal argumento judicial de los que defienden a los kirchneristas, y de hecho es lo que muchos de los abogados defensores señalan: que, por ahora, no se ha visto más “evidencia” que las fotocopias de los cuadernos, listas de chapas de automóviles, direcciones donde se supone que Centeno llevó y trajo funcionarios desde 2008 hasta 2015, y algunos registros de ingresos y egresos a la Casa Rosada y la Quinta de Olivos que podrían coincidir con las anotaciones.

Y sostienen que las detenciones son un elemento de presión: al haber tantos tras las rejas, esto podría quebrar a alguno para que hable.

-Argumentos políticos-

Entre las cuestiones políticas, hay un detalle que los que cuestionan las detenciones ponen sobre la mesa y es el momento que está atravesando el Gobierno de Mauricio Macri. Que no es nada bueno, por cierto.

A una semana de que los medios de comunicación se hagan eco de una serie de denuncias por aportantes truchos en la campaña de Esteban Bullrich y Graciela Ocaña, de Cambiemos y ambos candidatos del oficialismo en las últimas elecciones legislativas en la Provincia de Buenos Aires, este escándalo tapa por completo todo. Y sobre todo teniendo en cuenta que la denuncia contra los aportantes truchos ya tenía un mes, pero como la había dado un medio afín al kirchnerismo, “El Destape”, diarios como Clarín y La Nación no se habían hecho eco.

Hasta que fue imposible tapar el sol con la mano.

Ahora, con esta trama de corrupción casi de película, el escándalo de estos aportantes pasa a un segundísimo plano.

Pero no sólo es política la cuestión: a nivel económico, Mauricio Macri había dicho cuando asumió que “la inflación es lo más fácil de bajar”. Hoy, a más de dos años y medio de gestión, la inflación sigue creciendo.

Los servicios básicos aumentan: la luz, el gas, el transporte. Y la clase trabajadora lo siente cada vez más en el bolsillo.

Quienes defienden al kirchnerismo esgrimen que el momento en el que sale esta noticia es una estrategia para tapar el duro momento que atraviesa el país, y parecería ser cierto que a Macri le está costando dar, últimamente, buenas noticias.

Sobre todo si se tiene en cuenta el “chiste” de Macri luego de que una escuela explotara en la Provincia de Buenos Aires y murieran dos personas:

El timing del macrismo no está en su mejor momento. Y es cierto que esto desvía la atención.

-La justificación: “todos roban”-

Este es, quizás, el argumento menos sostenible: “Todos roban”.

Se trata de un argumento muy conocido en la política argentina, que tuvo la forma de “roban pero hacen” en algún momento, y que hoy busca legitimar a la gestión del kirchnerismo.

Sólo Cristina Fernández de Kirchner acumula seis causas abiertas en la Justicia, para poner un ejemplo.

Sin embargo, los que defienden al kirchnerismo toman a la corrupción como un elemento más dentro del juego democrático y no lo ven como una prioridad a resolver, sino como algo que hay que aceptar para hacer política.

No aseguran que esté bien, pero no ven allí el foco de la política. Bajo la idea de que para poder hacer política hay que tener “caja”, como suele decirse, y que para tener esa caja hay que conseguir dinero, y que el dinero se consigue a través de favores y concesiones.

Quizás sea un juego que, incluso, aplique para la política en general.

Pero no es menos cierto que en América Latina (basta pensar en el Lava Jato) y en Argentina, la corrupción ha tenido niveles altísimos.

Así, se abre otra causa con tintes de película: así como lo fueron los bolsos de José López, las valijas de Antonini Wilson o la Tragedia de Once, el kirchnerismo sigue acumulando causas de corrupción.

Sean para tapar otras cosas o no, los cabos siempre quedan sueltos.