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Es el escaño más demócrata de la Cámara de Estados Unidos. ¿Cómo es posible que este hombre sea el principal contendiente?

Richie Torres, miembro del Concejo Municipal de Nueva York, es uno de los candidatos principales en una contienda de 12 personas por un puesto en el Congreso. (Gabriela Bhaskar/The New York Times)
Richie Torres, miembro del Concejo Municipal de Nueva York, es uno de los candidatos principales en una contienda de 12 personas por un puesto en el Congreso. (Gabriela Bhaskar/The New York Times)
El reverendo Ruben Diaz Sr., candidato líder en una contienda de 12 personas por un puesto en el Congreso, en Vidalia Park en el Bronx, el 5 de junio de 2020. (Desiree Rios/The New York Times)
El reverendo Ruben Diaz Sr., candidato líder en una contienda de 12 personas por un puesto en el Congreso, en Vidalia Park en el Bronx, el 5 de junio de 2020. (Desiree Rios/The New York Times)

NUEVA YORK— El distrito congresual más demócrata en Estados Unidos pudiera pronto estar en manos de un demócrata que se opone al derecho al aborto, tiene historial de respaldar republicanos además de realizar comentarios homofóbicos, y sigue considerando votar por el presidente Donald Trump en noviembre.

Bienvenidos al Sur del Bronx, que ha sido por décadas el territorio del reverendo Rubén Díaz Sr.

Hace apenas un año, Díaz, concejal de Nueva York y ministro pentecostal que usa sombrero de vaquero, estaba ignorando los llamados a renunciar a su puesto tras haber dicho que el Concejo Municipal estaba “controlado por la comunidad homosexual”.

Ahora, el exlegislador estatal es percibido como el favorito entre los 12 candidatos al cargo. El reconocimiento de Díaz en la comunidad es su gran ventaja, en una campaña en la que las alternativas progresistas están fracturando el voto.

Sus posibilidades en las primarias del 23 de junio han generado nerviosismo en los funcionarios demócratas. Si Díaz llegara a ganar, crearía un dolor de cabeza para el partido y para la presidenta de la Cámara de Representantes Nancy Pelosi, pues se le cedería un escaño que por lo general es para un demócrata confiable a un apóstata que se opondría alegremente al liderazgo del partido.

“Cualquiera que a nivel nacional esté prestando atención entiende que eso sería una auténtica vergüenza para el Bronx”, afirmó el asambleísta Michael Blake, vicepresidente del Comité Nacional Demócrata y otro candidato demócrata al cargo.

Ritchie Torres, concejal de la ciudad y también importante candidato demócrata, afirmó que sería una “ironía cruel” si un “republicano trumpista” se apoderara de un distrito que logró el mayor porcentaje de votos para Hillary Clinton (93,7 por ciento) en Estados Unidos.

“Un insulto”, dijo Melissa Mark-Viverito, expresidenta del Concejo Municipal y también candidata. “Desafía todo en lo que creo”.

Pero Díaz es muy bien conocido en la comunidad, tras sus dos décadas en el Concejo Municipal y en el Senado de Nueva York. Incluso sus críticos más feroces reconocen su habilidad de mantener visible su nombre (por eso existen los apartamentos Rubén Díaz y la plaza Rubén Díaz).

Torres denominó a Díaz como “el candidato favorito por defecto”.

“Tiene una base irreductible de apoyo evangélico de la cual podría beneficiarse en una campaña caótica, desordenada y con demasiados candidatos”, dijo Torres.

Díaz podría tener otra ventaja: su hijo, Rubén Díaz Jr., es el muy popular presidente del distrito del Bronx, un político más alineado con la principal corriente demócrata.

Díaz hijo no ha respaldado a su padre, pero la conexión familiar podría ayudar de todos modos: los votantes solo verán el nombre “Rubén Díaz” en la papeleta de votación —sin los apodos “junior” o “senior”— lo que podría generar confusión.

Díaz padre no respondió a las solicitudes de entrevista. Solo envió un mensaje de texto con un enlace a una publicación de una cuenta de Twitter de un autodenominado estudiante universitario con cuatro seguidores; ahí se citaba una supuesta encuesta donde él estaba al frente. (Una encuesta de verdad publicada por el grupo progresista Data for Progress sí muestra a Díaz con una estrecha ventaja, seguido de cerca por Torres).

Las corrientes políticas cruzadas que están en juego en estas elecciones son mucho más complejas, intensas e intrigantes que el simple hecho de si Díaz ganará y sucederá a Jose E. Serrano, el congresista hispano más experimentado del país, quien no se presentará para la reelección. En un escaño abrumadoramente demócrata, una victoria en las primarias es prácticamente equiparable a ser juramentado en el Congreso.

Aproximadamente dos tercios de los electores del 15.o distrito congresual es hispano y una porción considerable de la población es afroestadounidense, y la raza tiene un trasfondo en las primarias. Ninguno de los 12 candidatos es blanco.

La contienda incluye una colisión entre dos políticos ambiciosos catalogados por años como “estrellas en ascenso” en Nueva York: Torres, de 32 años, quien se convirtió en el primer funcionario electo abiertamente gay en el Bronx y el miembro más joven del Concejo Municipal en 2014, y Blake, de 37 años, un veterano del gobierno de Obama.

El brazo político del Caucus Hispano del Congreso está respaldando a Torres, quien es tanto puertorriqueño como de raza negra, mientras que el Caucus Negro del Congreso apoya a Blake.

“A diario me dicen que una persona negra no debería postularse aquí”, dijo Blake, quien también cuenta con el respaldo de Tom Perez, el primer presidente latino del Comité Nacional Demócrata, quien no suele ofrecer respaldos políticos personales durante las campañas.

Estas primarias fueron la primera contienda congresual de Nueva York en la cual Alexandria Ocasio-Cortez ofreció un respaldo político: está apoyando a Samelys López, una candidata insurgente que cuenta con el respaldo de Socialistas Democráticos de América y el Partido de Familias Trabajadoras.

Al apoyar a López, los grupos de izquierda y Ocasio-Cortez dejaron al margen a Mark-Viverito, una progresista que apoya el movimiento “Medicare para todos”, quiere despenalizar los cruces de la frontera y una vez logró derrocar el sistema de jefes de partido para convertirse en la primera presidenta latina en la historia del Concejo Municipal de Nueva York.

“No sé qué decirte”, afirmó Mark-Viverito, de 51 años, señalando que había aprendido recientemente el término “cultura de la cancelación” en la izquierda.

“Si no estás 100 por ciento de acuerdo con todos los temas, eres descartada”, dijo.

Con casi 925.000 dólares en el banco para su campaña a principios de abril, Torres tenía mucho más dinero en mano que cualquier otro candidato. Díaz ocupaba un distante segundo lugar con 125.000 dólares. Ningún otro candidato superaba los 80.000 dólares.

Torres describe las elecciones como una contienda entre dos personas: Díaz y él. “Los candidatos sin verdaderas posibilidades están contribuyendo a la campaña de Rubén Díaz Sr.”, agregó.

“Si tienes menos dinero y notoriedad que Rubén Díaz, toda tu campaña está basada en un pensamiento mágico”, añadió Torres.

Los patrones de gasto de la campaña de Díaz han sido extraños. En primer lugar, no ha nombrado a ningún empleado de tiempo completo en la nómina de su campaña. Más de un tercio de las contribuciones detalladas —donaciones mayores a 200 dólares— provinieron de otros pastores y ministros.

Hasta marzo, la mayor parte de sus gastos había sido destinada a más de 22.000 dólares en “regalos para votantes”: trofeos de ligas de beisbol, cortes de cabello para el regreso a clases, juguetes de Navidad y vales de regalo para el supermercado Western Beef.

Este tipo de actividades con los electores han ayudado a Díaz a sobrellevar una serie de controversias y posturas inusuales para un demócrata.

Díaz ha dicho que las comunidades de color están “plagadas” de clínicas de aborto. En 1994, afirmó que los organizadores de los Gay Games eran “culpables de promover el pecado”. Ha respaldado a republicanos, incluyendo al oponente de Hillary Clinton al Senado en el 2000.

Díaz organizó un mitin en contra del matrimonio igualitario en 2011 (y su nieta realizó una “contraprotesta” en la calle del frente). Alabó brevemente a Trump antes de las elecciones de medio mandato de 2018, y hace poco le dijo a The New York Post que seguía indeciso con respecto a su voto en 2020. El año pasado, al parecer declaró que no delataría a colegas que hubieran cometido acoso sexual.

Díaz, cuya imagen es ideal para ser amplificada por los medios conservadores, dijo el año pasado que su oposición al matrimonio igualitario y al aborto tiene su origen en su religión, no en el prejuicio: “No creo en el matrimonio gay, pero eso no significa que odie a las personas”.

Alphonso David, presidente de Human Rights Campaign, un importante grupo nacional en pro de los derechos de la comunidad LGBTQ, afirmó que la organización estaba preparándose a fin de destinar dinero para oponerse a Díaz y elegir a Torres, quien sería el primer miembro latino o negro abiertamente gay del Congreso.

Otro comité de acción política, Bronx United, ha surgido con el mandato explícito de vencer a Díaz, sin apoyar una alternativa en particular. Eric Koch, un portavoz del grupo, afirmó que Díaz sería una “voz destructiva y una enorme distracción” en el Congreso que “se opondría sistemáticamente a piezas claves de la estrategia demócrata”.

Varios de los candidatos —Blake, Mark-Viverito y el concejal Ydanis Rodriguez— ya compitieron entre ellos el año pasado para el cargo de defensor del pueblo de la ciudad de Nueva York. Fue una prueba de sus relativas fuerzas.

Si bien Rodriguez terminó bastante atrás a nivel municipal, fue el que más votos obtuvo de los tres en el 15.o distrito. Obtuvo el 26 por ciento, comparado con el 23,5 por ciento de Blake y el 19,6 por ciento de Mark-Viverito, según un análisis realizado por Steven Romalewski, un investigador del Centro de Investigaciones Urbanas en CUNY Graduate Center.

Sin embargo, la campaña de Rodriguez solo contaba con 8000 dólares en el banco a principios de abril. Entre los otros candidatos se encuentran Chivona Newsome, cofundadora de Black Lives Matter Greater New York; Tomas Ramos, director de programas de centros comunitarios; y Frangell Basora, antiguo pasante de Serrano.

A Amanda Farias, quien en 2017 perdió unas elecciones con múltiples candidatos para ser miembro del Concejo Municipal y se postulará nuevamente en 2021, le preocupa que la historia pueda repetirse.

“Con la cantidad de personas postulándose en estas elecciones”, dijo, “mi mayor preocupación es que lo sucedido en 2017 se repita en 2020”.

This article originally appeared in The New York Times.

© 2020 The New York Times Company