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Por qué a las epidemias les sigue una enorme agitación social

Los académicos han advertido que el grado de agitación social alrededor del mundo podría alcanzar su máximo en cuanto termine la pandemia del COVID-19, por tres razones.

“Con diferentes grados, la mayoría de las grandes epidemias del pasado parecen haber sido incubadoras de agitación social”, escribieron Massimo Morelli, profesor de ciencias políticas en la Universidad Bocconi, y Roberto Censolo, profesor adjunto del departamento de economía y administración de la Universidad de Ferrara, Italia, en la revista Peace Economics, Peace Science and Public Policy.

Los dos revisaron la evidencia sobre las protestas y agitación social por las fechas de 57 epidemias entre la Peste Negra en la década de 1300 y la pandemia de la gripe española de 1918, descubriendo solo cuatro ocasiones en las que no se conectaron revueltas directamente con los respectivos brotes.

Por ejemplo, a la Peste Negra le siguieron “revueltas populares [que] estremecieron a las autoridades”.

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También revisaron la evidencia de cinco epidemias de cólera para ver si la tensión social que se agudizó durante esos períodos llevó a “episodios considerables de rebelión”, y hallaron que 39 sucedieron antes y 71 después. “Este patrón caracteriza cada una de las cinco epidemias”, escribieron ellos.

Según el estudio, hay evidencia para demostrar que las epidemias pueden trastornar a la sociedad civil de tres maneras. Primero, porque las políticas para prevenir la propagación de la enfermedad pueden estar en conflicto con los intereses de la gente; segundo, porque el impacto de la epidemia en la mortandad y el bienestar económico pueden empeorar la desigualdad, y finalmente a causa de la conmoción psicológica que puede llevar a la gente a creer narrativas irracionales con respecto a la propagación de la enfermedad, “lo cual podría resultar en discriminación social y racial e incluso xenofobia”.

Los coautores también señalaron que desde el comienzo de la pandemia del COVID-19 a finales del año pasado, “los movimientos de protesta parecen haber perdido su voz en todo el mundo”, incluidos el de Hong Kong, el movimiento medioambientalista inspirado por Greta Thunberg, el movimiento populista de los “chalecos amarillos” en Francia y el movimiento de las Sardinas contra el ala derecha en Italia. De los 20 movimientos de protesta activos en diciembre de 2019, solo dos o tres están todavía activos, dijeron ellos.

Pero el impacto de la pandemia del COVID-19 en las relaciones sociales y económicas, en combinación con las restricciones gubernamentales para prevenir la propagación de la enfermedad, “están provocando un sentimiento latente de descontento público”, escribieron Morelli y Censolo.

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Las teorías de conspiración alrededor del virus y su apoyo por parte de algunos líderes políticos son “el síntoma de fricciones potencialmente peligrosas dentro de la sociedad”.

Para agravar las cosas, hay ansiedad, depresión y relaciones sociales estresantes que tienden a entrampar a los individuos dentro de la esfera privada, “de manera que los lazos sociales de los movimientos de protesta necesariamente se aflojan”, explicaron ellos. Sin embargo, estas condiciones podrían después hacer más agresiva a la gente, “tanto así que se podría esperar que el grado de conflicto social en el período posterior a la epidemia aumente”, expresaron los coautores.

“Las restricciones necesarias a la libertad durante una epidemia podrían ser explotadas estratégicamente por los gobiernos para reforzar el poder”, continuaron ellos. “[El primer ministro de Hungría, Viktor] Orban y Trump son solo las puntas más recientes y visibles del iceberg, con intentos claros de poner sobre la mesa la prominencia de la ley y el orden frente a todos los demás asuntos”.

Morelli y Censolo reconocieron que se necesitan análisis históricos más sofisticados para clarificar el problema de la agitación social conectada con las epidemias.

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Susan Wade, profesora adjunta de historia en el Colegio Estatal Keene y experta en la Europa medieval, hizo observaciones similares en un artículo para The Conversation en junio, cuando la muerte de George Floyd a manos de la policía suscitó protestas masivas alrededor del mundo.

“Ahora que Estados Unidos experimenta una agitación generalizada en medio de su propia pandemia, veo algunas similitudes interesantes con la revuelta del siglo XIV”, escribió ella.

“Parece que las disparidades económicas del capitalismo del siglo XXI —donde el uno por ciento más rico ahora posee más de la mitad de la riqueza del mundo— empiezan a parecerse a aquellas de la Europa del siglo XIV.

“Cuando las desigualdades en el ingreso se vuelven tan discordantes, y cuando estas desigualdades están basadas en una opresión a largo plazo, tal vez el tipo de agitación que vemos en las calles en 2020 es inevitable”, concluyó Wade.

Wade dijo a Newsweek que el estudio de Morelli y Censolo “podría dar cierta perspectiva sobre nuestra situación actual” ya que “parece haber similitudes entre lo que sucedió en el siglo XIV y la agitación actual en Estados Unidos”.

Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek