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Ennio Morricone, música y silencios para ensalzar el cine

Ennio Morricone, música y silencios para ensalzar el cine

Roma, 5 jun (EFE).- Basta un breve tintineo o unas pocas notas para reconocer uno de sus temas. Durante décadas Ennio Morricone ha puesto música al cine con un estilo inconfundible que ahora le ha hecho valedor del Premio Princesa de Asturias de las Artes.

El compositor italiano, de 91 años, autor de bandas sonoras míticas como las de "The Mission" o "Nuevo Cinema Paradiso", ha sido galardonado con este importante reconocimiento junto a otro de los grandes músicos del Séptimo Arte, el estadounidense John Williams.

El premio orla una carrera en la que el gran Morricone hizo soñar a generaciones enteras con sus músicas, como uno de los compositores más versátiles y apreciados de la historia del cine.

Nacido en Roma el 10 de noviembre de 1928, estudió en el Conservatorio Santa Cecilia bajo la dirección de Goffredo Alessandrini y se diplomó en composición, trompeta y canto coral.

Comenzó como compositor de música sinfónica y de cámara, extendió su actividad a la música ligera y trabajó además de arreglista de cantantes como Gianni Morandi o Jimmy Fontana.

Su primera incursión en el mundo del cine se produjo en 1961 con la creación de la banda de la película "Il federale" de Luciano Salcio y acabaría fraguando una estrecha colaboración con otros cineastas como Marco Bellocchio o Bernardo Bertolucci.

Sin embargo su gran éxito llegó con el padre del "spaghetti western", Sergio Leone. Cómo olvidar aquellas frenéticas melodías, cargadas de dramatismo y tensión, de películas como "Per un pugno di dollari" ("A Fistful of Dollars", 1964), "Il buono, il brutto e il cattivo" ("The Good, the Bad and the Ugly", 1966), "C'era una volta il The West" ("Once Upon a Time in the West", 1968) o "Giu la testa" ("Duck, You Sucker", 1971).

Ya consagrado como uno de los más prestigiosos compositores de la historia del cine, trabajó con otros directores como Pier Paolo Pasolini, Lina Wertmuller, Roman Polanski, Oliver Stone o los españoles Juan Luis Buñuel en "Leonor" (1975) y Pedro Almodóvar en "Átame" (1990).

Algunas de sus aportaciones más célebres son las composiciones para la cinta "Nuovo Cinema Paradiso" ("Cinema Paradiso", 1988), de Giuseppe Tornatore; la obra maestra de Bernardo Bertolucci, "Novecento" (1976), o la historia de aquel misionero jesuita de "The Mission" (1986).

En 2016 Morricone se hizo con el Premio Óscar por la banda sonora que creó para el western "The Hateful Eight" (2015) de Quentin Tarantino, una composición que le valdría otros reconocimientos como un Globo de Oro o el Bafta de la Academia Británica.

La pasión de Tarantino por el maestro italiano es de sobra conocida y tal es así que reutilizó algunas de sus melodías en películas como "Kill Bill" (2003), "Inglourious Basterds" (2009) o "Django unchained" (2012) con aquel lírico "Ancora qui".

Sus composiciones se asientan sobre dos grandes pilares Johann Sebastian Bach e Ígor Stravinski: "Son ellos dos los polos determinantes", reconoció el maestro en un libro-entrevista con su otro gran amigo, Giuseppe Tornatore.

Pero si hay un secreto en sus partituras es el rol del silencio: "El silencio es música, al menos tanto como los sonidos, quizá más. Si quieres entrar en el corazón de mi música, busca entre los vacíos, entre las pausas", recomendaba.

La extraordinaria carrera de Morricone fue reconocida en 2007 con el Óscar a la carrera, ampliando así un enorme palmarés en el que constan tres Grammy, cuatro Globos de Oro y un León de Oro honorífico otorgado por la Mostra de Venecia en 1995, además de 27 discos de oro y siete de platino.

Ese mismo año recibió el homenaje del mundo de la canción con la publicación del disco tributo "We all love Ennio Morricone", en el que versionaron sus temas estrellas como Celine Dion, Bruce Springsteen, Metallica, Quincy Jones o Roger Waters, de Pink Floyd.

En enero de 2019, a los 90 años, Morricone comunicó que dejaría de componer y durante ese año ofreció una serie de conciertos para poner recordar los temas que le hicieron célebre.

Y poner así le broche a una carrera de décadas en la que solo se ha arrepentido de una cosa: no dedicar más tiempo al amor de su vida, su esposa, María, con la que tuvo cuatro hijos.

"¿Sabe qué pienso después de tantos años? Es una verdadera lástima no haber dedicado a mi mujer una parte más amplia del tiempo que he pasado con las orquestas y los directores. Aunque ella nunca me lo ha echado en cara", aseguraba a su amigo Tornatore.

Sin embargo "la belleza" de su María quedará para siempre en los temas que le inspiraron, como "Echi", un coro de niños a nueve voces y una letra que él mismo escribió.

Por Gonzalo Sánchez

(c) Agencia EFE