El encuentro entre el Papa y el heladero platense que le prepara en Roma su gusto preferido

ROMA.- Nunca se habían visto. Pero se conocían virtualmente, a través de pedidos y mensajes de agradecimiento. Pero finalmente el jueves pasado Sebastián Padrón, platense de 47 años que puso una heladería muy cerca del Vaticano y que se ha vuelto "el heladero del Papa", pudo tener un cara a cara con Francisco, junto a su familia.

"Todavía no bajamos de la nube y por un tiempo más no vamos a bajar", confesó a LA NACION Sebastián, que junto a Silvia, su mujer romana, su hija Maite (6) y Luca Marino (casi 4), pasó una media hora inolvidable y más que emocionante con el jefe máximo de la Iglesia católica, que lo impactó por su sencillez. "Nos sorprendió la simplicidad que tenía y también que estaba muy tranquilo. No sé, se desenchufó, se desconectó de su trabajo y se relajó estando con nosotros".

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Desde que inauguró en enero de 2018 la "gelateria artigianale Padrón", en la Via Gregorio VII 38, casi a la sombra de la cúpula de San Pedro, el local se ha vuelto un punto de referencia para los argentinos que viven en Roma, entre ellos el más famoso de todos: Jorge Bergoglio. Casi una vez por semana sus más estrechos colaboradores piden allí helado de dulce de leche granizado, realizado en forma totalmente artesanal y con dulce de leche argentino -su pasión-, así como otros gustos, que también son muy apreciados por los responsables del catering de la Casa de Santa Marta, el hotel para eclesiásticos donde vive el Papa, en el Vaticano.

"Como las cosas con el Covid no están yendo tan bien como antes, desde hace unas semanas, al margen de seguir adelante con los helados, estoy haciendo también empanadas, medialunas, alfajores y vendiendo productos argentinos como yerba, tapas de empanadas y vinos", contó Sebastián, que la semana pasada le envió al Papa una docena de empanadas de carne "clásicas, tradicionales", para que las probara.

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"Me llamó para agradecer y decirme que le habían gustado mucho y para invitarme a Santa Marta junto a mi familia, encuentro que teníamos pendiente desde hace tiempo... Y ya desde el llamado me impactó su disponibilidad: él, que es el Papa y está ocupadísimo, me preguntaba a mí en qué horario podía, imaginate. Él buscó su agenda y arreglamos cita para el jueves 29 a las 17 horas".

A esa hora, muy puntual, el Papa llegó a un salón de la planta baja de la residencia de Santa Marta, donde la familia Padrón lo esperaba. "Nos sorprendió porque llegó sin barbijo y el encuentro fue una emoción muy grande: estuvimos conversando normalmente durante una media hora, 40 minutos, como si se tratara de un vecino de casa porque es muy sencillo... Él habló también con la nena que le había llevado un dibujo y estaba tan emocionada que se puso a llorar y también se puso a jugar con Luca que al principio estaba tímido, pero después fue a sacarle el dibujo de la mano", relató. "En un momento agachó la cabeza y nos dijo que estar con nosotros le hacía bien, le hacía sentir vecino, en casa, en su barrio, en su país", subrayó también.

Durante la charla hablaron un poco del Vaticano, el Papa les confesó que no se esperaba "para nada" un trabajo tan intenso allí, de los próximos viajes internacionales que debió suspender hasta nuevo aviso por la pandemia, y del emprendimiento y vida en Italia de la familia de Sebastián.

"Nos preguntó cómo iba el negocio, nos felicitó por estar inventando cosas nuevas, algo que tuvimos que hacer para irnos defendiendo de una situación difícil como la que hay ahora por el coronavirus y le agradecimos el hecho de que él nos manda un montón de gente, desde cardenales hasta gendarmes y guardias suizos, a quien les hizo probar nuestros helados y empanadas, y quedaron enamorados", destacó.

"También hablamos de que antes del Covid, a la heladería le estaba yendo muy bien, e incluso tenía proyectos de abrir otras, pero todo cambió con el virus... Es triste lo que pasa ahora que a las 18 ya no hay nadie en la calle y el barrio parece fantasma, pero yo no soy de lamentarme. Nos estamos defendiendo, es más, agradezco a Dios porque todavía tenemos el negocio abierto, cuando muchos negocios vecinos tuvieron que cerrar. Somos privilegiados porque seguimos trabajando, poco, pero trabajamos y ahora inventamos las empanadas y luego nos inventaremos otra cosa", afirmó, sin ocultar su garra.

Sebastián, que antes de decidir irse a vivir a Italia tenía una heladería en la localidad de Los Hornos, La Plata, le llevó de regalo al Papa una canasta con diversos productos de su local romano: otra docena de empanadas de carne, alfajores, helado de dulce de leche granizado -su favorito- junto a helado de sambayón y de chocolate con almendras, una docena de medialunas de manteca y una botella de vino argentino.

Francisco, a su vez, le regaló a la familia un crucifijo franciscano, cuatro rosarios, uno para cada uno y una caja de vinos argentinos. "A lo último le pedimos si nos podíamos sacar una foto y él llamó a una persona que la hizo. Cuando nos despedimos, él dijo 'tengo que agarrar la cosa más importante' y agarró el dibujo que hizo la nena, que guardó con cariño... Para nosotros fue una cosa histórica, inolvidable".