El Encanto de La Habana, más que una tienda. Entrevista a Ana María Solís Smith, hija de su último propietario

Todo el que conoció a la Cuba del ayer ha oído hablar de El Encanto, los fabulosos almacenes habaneros con sucursales en otras ciudades cubanas, sinónimo de elegancia, modernidad y refinamiento. La primera tienda fundada en 1888 por emprendedores asturianos que llegaron a la isla a finales del siglo XIX se encontraba en la misma esquina de Galiano y San Rafael en que permaneció, ampliada y reformada, hasta su expropiación por el gobierno castrista y su incendio en 1961.

La mayoría de los empleados eran asturianos y del pueblo de Grado llegaron tres que se convirtieron en personajes clave para el nacimiento posterior de El Cortés Inglés y Galerías Preciados en Madrid. Entre estos asturianos, convertidos después en pudientes indianos que, de vuelta a España trajeron bienestar a la península, estaban César Rodríguez, Pepín Fernández Rodríguez y Ramón Areces Rodríguez. Es por eso que es un hecho que El Corte Inglés nació de El Encanto habanero, primer gran almacén y, en su época, el más lujoso de las Américas.

Ana María Solís Smith en su casa en Madrid, 2024.
Ana María Solís Smith en su casa en Madrid, 2024.

Me encuentro en Madrid con Ana María Solís Smith, nacida en La Habana en 1937, la hija de Bernardo Solís Alió, el último propietario de la empresa junto a sus hermanos, todos hijos de Bernardo Solís García, el fundador y de su esposa Ana Smith Vázquez. La entrevista es posible gracias a la amiga Margarita Larrinaga, a Ana Diego, hija de Ana María y su cuñada Almudena Carbajosa.

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¿Qué puede contarnos sobre los orígenes y auge de El Encanto habanero?

Cuba era entonces una colonia mucho más desarrollada y moderna que la metrópoli cuando mi abuelo Bernardo fundó en 1902, junto el gijonés Aquilino Entrialgo, une empresa que desde muy temprano siguió las pautas del modelo empresarial japonés de jerarquía estricta. Los cinco hijos de mi abuelo se implicaron en el negocio, cada uno según su profesión, y mi padre, también llamado Bernardo, como había estudiado ingeniería textil en Manchester, fue el embajador de la empresa en el extranjero y el encargado de abrir sus oficinas en Nueva York a fines de los 1940.

Casa de Bernardo Solís Alió, actual sede de la Unesco en La Habana.
Casa de Bernardo Solís Alió, actual sede de la Unesco en La Habana.

La prosperidad de empresa era tal que mi abuelo mandó a construir una hermosa mansión en la Calle Calzada, esquina D (hoy en día sede habanera de la UNESCO) en El Vedado. Y en 1927, en su Villaviciosa natal, erigió una de las casas más hermosas de allí: Villa Rita (luego Chalet El Encanto), que todavía existe.

Desde los años 1920 las campañas publicitarias y los eslóganes de la tienda fueron muy de vanguardia. Los escaparates eran tan atractivos que empezaron a llamar al sitio que ocupaba “La Esquina del Pecado”. La tienda tuvo desde muy temprano su propio estudio fotográfico, y entre los fotografiados estuvo Albert Einstein en 1930, de visita a La Habana, quien salió de allí con un sombrero Panamá, regalo mi abuelo.

Chalet El Encanto, Villaviciosa, Asturias, de Bernardo Solís García, 1927.
Chalet El Encanto, Villaviciosa, Asturias, de Bernardo Solís García, 1927.

¿Qué diferenciaba a El Encanto de otras tiendas?

Muchísimas cosas. La tienda tenía comedor para los empleados, organizaba viajes, actividades deportivas y conciertos para éstos. También tenía un restaurante llamado El Salón Verde, en donde solían reunirse los intelectuales e instituyó el premio literario (Justo de Lara). En 1948 contaba ya con seis plantas y 65 departamentos: perfumes, cosmética, joyería, libros y discos, platería, vajillas, equipos electrodomésticos, sombrerería, juguetes, mueblería, ropa, salón francés con las últimas creaciones y al que Christian Dior otorgó, en 1952, la exclusividad de sus creaciones para todo el continente (incluido Estados Unidos).

Christian Dior en El Encanto de La Habana.
Christian Dior en El Encanto de La Habana.

También se ofrecían servicios clínicos (gratuitos para empleados y clientes), lista de bodas, venta a domicilio, derecho a devolución, fabricaban sus propios perfumes y confecciones textiles. Las empleadas tenían acceso gratuito a la peluquería y al maquillaje, y estaban siempre impecables. Fue la primera tienda que tuvo escaleras mecánicas y los aires acondicionados se perfumaban. Los escaparates cambiaban de tonalidades todos los viernes y las campañas publicitarias, diseñadas por Tomás Menéndez desde 1927, hicieron historia.

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Entre los clientes asiduos figuraban María Félix, Esther Williams, Frank Sinatra, Errol Flynn, Ava Gardner, John Wayne, César Romero… ¡Y hasta Christian Dior viajó a La Habana en 1953 acompañado de su joven ayudante Yves Saint-Laurent, para visitarla! El personal de El Encanto era tan profesional que, en 1980, en Miami, fundaron la Asociación de Antiguos Empleados con el objetivo de recordar la tienda. Y siguen reuniéndose cada año y publicando incluso un periódico en el que muchos han contado sus recuerdos.

¿Qué recuerdos tiene de sus últimos años de vida en Cuba?

Cuando terminé mi bachillerato en 1954 me orienté hacia los estudios de moda con el ánimo de trabajar en la empresa. Pero mi madre falleció y como mi hermano era muy pequeño, dejé mis estudios en el Gwynedd Mercy College de Filadelfia para acompañarlo. Estando allí todavía conocí a Gabino Diego, quien se convirtió en mi esposo en 1958. Los padres de Gabino eran propietarios del central Siboney, en Marchena, provincia de Camagüey y después de nuestra luna de miel nos instalamos en una casa de campo porque mi esposo se iba a ocupar del ganado, mientras que su hermano Servando lo haría del central.

Ana María Solís Smith y sus padres.
Ana María Solís Smith y sus padres.

En 1959 llegaron las primeras leyes de confiscaciones de propiedades. Un día vino un miliciano a nuestra finca y le dijo a mi esposo: “Escoge 50 reses entre las mejores”. Gabino las escogió y el miliciano le dijo: “¿Crees que escogiste las mejores?”. Le dijo que sí, y entonces le respondió: “Muy bien, esas 50 serán nuestras y a ti te daremos un cachito de terreno y las 50 que nos parezcan oportunas”. Gabino lo acusó de ladrón, el miliciano sacó una pistola y le dijo que mejor se calmaba porque lo podía matar allí mismo sin que a él le pasara nada. Cuando le contamos lo sucedido a mi suegro éste sugirió que nos fuéramos un tiempo a vivir a España, hasta que las cosas se calmaran. Así fue como salimos un 30 de abril de 1960 sin saber que esa salida iba a ser para el resto de la vida.

Caricatura de la prensa. De izq a dcha.: Aquilino y Luis Entrialgo, Bernardo Solís García, tres hermanos Solís Alió y Tomás Menéndez.
Caricatura de la prensa. De izq a dcha.: Aquilino y Luis Entrialgo, Bernardo Solís García, tres hermanos Solís Alió y Tomás Menéndez.

¿Intentaron su padre y sus tíos revivir El Encanto en España?

Por supuesto, pero la empresa fracasó. Lo que nos ayudó al principio fue que los Solís habían comprado muchas acciones en las Galerías Preciados y venderlas nos permitió vivir por un tiempo en el exilio. Llegaba tanta gente de Cuba que acogíamos que le puse a nuestro primer piso “La Casa de las Paredes de Goma”. Hubo un intento en 1962 de reproducir El Encanto en Madrid, en la calle Fuencarral 56, pero todo se desmoronó y en 1968 hubo que cerrarlo por el desabastecimiento. Entre tanto nació mi primer hijo Francisco, seguido de mi hija Ana en 1963 y tres años después mi hijo Gabino.

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¿Qué puede decir de todo lo que sucedido desde aquella salida al exilio hace más de seis décadas?

Fue una suerte que pudiéramos reconstruir nuestras vidas. Lamento que mi padre haya fallecido en 1963 sin ver el resto. Mis tres hijos me han dado siete nietos y ya tengo cuatro bisnietos. Mi hermano Carlos vive en Miami desde los 1960, casado con Lola de Armas Gutiérrez, con quien tuvo dos hijos, y también pudieron reconstruir exitosamente sus vidas. Cuba se ha quedado como una asignatura pendiente. Y los cubanos se perdieron la libertad y la modernidad que más tarde pudo disfrutar toda España.

William Navarrete, escritor establecido en París.

De izq. a dcha: Almudena Carbajosa, William Navarrete, Ana María Solís Smith, Ana Solís Diego y Margarita Larrinaga, Madrid, 2024.
De izq. a dcha: Almudena Carbajosa, William Navarrete, Ana María Solís Smith, Ana Solís Diego y Margarita Larrinaga, Madrid, 2024.