El increíble parecido entre Donald Trump y López Obrador

El proceso electoral en los Estados Unidos es largo y complejo y en su transcurso suelen presentarse sorpresas como lo sucedido en Iowa donde inesperadamente el precandidato republicano a la presidencia, Donald Trump, perdió ante el senador por Texas de origen cubano Ted Cruz.

Los sondeos electorales previos a las elecciones primarias daban como ganador entre los precandidatos republicanos a Donald Trump, quien al final del día alcanzó el segundo lugar con 24.3% de los votos y su rival Ted Cruz logró un 27.7% de la votación.

El empresario Donald Trump reconoció al finalizar la votación en Iowa y por consecuencia el triunfo de su opositor cuando declaró que se sentía honrado de llegar en segundo lugar.

Sin embargo, este “arranque” de madurez política se fue al cesto de la basura cuando Trump escribió en su cuenta de Twitter: “Ted Cruz no ganó Iowa, lo robó. Es por eso que los sondeos se equivocaron tanto y por eso es que recibió tantos votos más de lo previsto”.

También escribió Trump en su twitter: “Basado en el fraude cometido por el senador Ted Cruz durante los caucus de Iowa, debería celebrarse una nueva elección y anularse los resultados de Cruz”. Y aunque el mensaje circuló por las redes brevemente, fue borrado poco después, lo que fue interpretado por los críticos del empresario como una estrategia mediática para acaparar la atención de los medios.

El precandidato republicano Donald Trump acusó a Ted Cruz de decirle a los votantes de Iowa que el también precandidato Ben Carson dejaba la competencia por la candidatura presidencial para poder robar los votos de Carson.

Aunque los resultados electorales definitivos sobre quien será el próximo presidente de los Estados Unidos los conoceremos hasta noviembre, sí podemos reconocer en la personalidad del precandidato Donald Trump rasgos de intolerancia que nada tienen que ver con la democracia. De hecho en México ya se presentó un caso similar cuando en 2006 Andrés Manuel López Obrador se negó a reconocer los resultados electorales en los que por un corto número de votos ganó la presidencia Felipe Calderón.

En esa ocasión López Obrador montó una manifestación en el centro de la Ciudad de México y mantuvo por más de tres meses campamentos de protesta que obstaculizaron las actividades de los empresarios, que tienen sus establecimientos en las calles y avenidas que bloqueó, para exigir a las autoridades electorales la apertura de las urnas y la repetición del conteo “voto por voto, casilla por casilla”.

Las autoridades electorales declararon presidente electo a Felipe Calderón y Andrés Manuel López Obrador se autoproclamo “Presidente Legítimo” de México, puesto que protestó en un evento en el zócalo, el 1 de diciembre de 2006.

El paralelismo entre Donald Trump y Andrés Manuel López Obrador tiene su raíz en el carácter intolerante de los dos personajes que tienen la inclinación a imponer a los demás su criterio y rechazan en su discurso a quien no coincida con ellos.

El precandidato republicano Donald Trump es de ideología conservadora, catalogada como de “derecha” y el “candidato en precampaña” Andrés Manuel López Obrador se dice de ideología de “izquierda”, lo que significa que corresponden a polos ideológicos opuestos; aún así los acerca el carácter intolerante que descalifica todo lo que no les favorece y hacen del que no los complace el enemigo a vencer.

Ambos también hacen uso del discurso de la democracia con el que buscan convencer a sus interlocutores sobre su compromiso con el respeto a la voluntad de los demás, lo que en los hechos no sucede porque ante la evidencia de las urnas de inmediato salen a decir que la democracia fue traicionada, como si los votantes, uno por uno hubieran sido engañados para no votar por ellos.

A este tipo de personalidades no les gusta perder, en realidad a nadie le gusta perder, pero cuando se llega a esa circunstancia algunos reaccionan con madurez y reconocen que al competir se corre el riesgo de ganar o perder.

Pero ellos cuando pierden no lo aceptan y además desplazan su responsabilidad hacia otro culpándolo, asignándole errores o acusándolo de haber “robado” las elecciones, en este caso.

Queda flotando una pregunta ¿estará preparado Estados Unidos para tener un presidente intolerante y voluntarioso? La pregunta vale para México.

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