Un empresario que vende armas llevaba en el baúl a un exsoldado de elite ucraniano que entró ilegalmente al país

ROSARIO. La sorpresa fue mayúscula para los policías entrerrianos que cumplían su rutina en Paso Telégrafo, un puesto caminero ubicado en la ruta 12, a cuatro kilómetros del límite con Corrientes. Al revisar un Chevrolet Corsa gris que conducía un empresario santafesino, dueño de una de las principales armerías del interior del país, descubrieron que dentro del baúl se ocultaba un exsoldado de elite ucraniano que había ingresado de manera ilegal a la Argentina, por Paraguay.

¿Qué hacía Víctor Melnyk, un gigante de 1,90 metros y unos 150 kilos escondido en el baúl de un Corsa? La historia que el exsoldado ucraniano narró al juez federal de Paraná Leandro Ríos el viernes pasado resulta poco creíble. Por eso el magistrado pidió a Interpol que informe si este hombre de 47 años tiene pedido de captura a nivel internacional. También resulta extraño el relato que hizo el empresario Juan José Clucellas, uno de los dueños de la armería La Escondida, que tiene su sede central en Santa Fe y una sucursal en Paraná.

Romina G., pareja argentina de Melnyk, admitió, en diálogo con LA NACION, que Melnyk "ingresó de manera ilegal al país debido a que las fronteras están cerradas". "Lo hizo porque quería estar conmigo, porque yo estaba por dar a luz. Y eso ocurrió el jueves, el mismo día que lo detuvieron. La bebé estuvo tres días en neonatología, pero ya está bien", explicó Romina, que vive en Rosario. "Yo entiendo que todo parece una película, pero es cierto que Viktor quería llegar para conocer a su hija", apuntó.

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Cuando los policías de Paso Telégrafo detuvieron el Chevrolet Corsa en la ruta 12 divisaron que iba solo el conductor. Clucellas entregó los papeles y desplegó un trato afable hacia los uniformados. El vehículo no estaba a su nombre, sino que figuraba registrado en Itá Ibaté, Corrientes, por otra persona, que es "amigo y pariente", según declaró el empresario, tal como publicó el portal Aire de Santa Fe.

Los policías le pidieron al dueño de la armería La Escondida que abriera el baúl. Para evitar que lo hicieran, Clucellas les dijo que llevaba un ciervo Axis, que se cazan en esa zona.

Pero dentro del baúl no había ningún animal, sino un hombre enorme, con las piernas flexionadas, como si estuviera en posición fetal, vestido con una gorra, un jogging y zapatillas de trecking. Los policías se pusieron nerviosos al ver dentro del auto al gigante que se movía. Dijo que se llamaba Viktor Melnyk y que era miembro de las fuerzas especiales ucranianas.

Los policías tiraron al piso a Clucellas. No sabían qué hacer. Y le pidieron al gigante ucraniano que saliera del baúl. Lo revisaron para ver si estaba armado. El hombre estaba quieto. No se resistió a que los policías entrerrianos lo esposaran.

Clucellas y Melnyk quedaron demorados. Y ensayaron sus explicaciones ante la Justicia federal. Pero la historia no les cierra por ningún lado a los investigadores. Ni a nadie.

El dueño de la armería La Escondida declaró que se había ido a pescar a Corrientes. Pero que no pudo lanzar la caña en las cabañas Don Quico, que son del dueño del Corsa gris, porque su amigo le dijo que podía comprometerlo: está prohibida la pesca por la cuarentena.

"El lunes fui a Itá Ibaté, a las cabañas Don Quico, que son de un amigo y pariente. Mi amigo me dijo que lo iba a comprometer porque estaban cruzando un montón de paraguayos a cobrar el IFE [Ingreso Familiar de Emergencia, impuesto como auxilio durante la pandemia]. Así que me quedé esperando y el martes y el miércoles me vine [para Santa Fe]", contó a los investigadores, según pudo averiguar Aire de Santa Fe.