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Empezó con solo dos vacas y su cabaña es la única del país con una llamativa particularidad

Fernando Hernández con su hija Clara y uno de los animales de su Cabaña San Edmundo
Fernando Hernández con su hija Clara y uno de los animales de su Cabaña San Edmundo - Créditos: @Ricardo Pristupluk

Pasaron 35 años del día en que Fernando Hernández, de 59 años, se levantó a las cinco de la mañana, se subió a un caballo y, acompañado de dos amigos, recorrió 25 kilómetros hasta un campo en General Belgrano para buscar las dos vacas Hereford puras registradas que compró. Era su sueño hecho realidad, los dos primeros animales con los que daba inicio a su Cabaña San Edmundo.

“Eran solamente dos, pero así arrancamos”, recordó. Su cabaña tiene la particularidad de haber tenido una “infinidad de mudanzas” porque no tiene campo propio. Actualmente, tiene más de 300 animales pedigree distribuidos en diferentes lugares.

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El primer campo que alquiló fue el de un amigo en General Belgrano. “Vivíamos en una casa que no teníamos luz, mi hija tenía un año, yo viajaba mucho, así que decidimos mudarnos a otro establecimiento que tenía más comodidades”, dijo.

Fue así que en 1999 armaron sus valijas y se fueron, llevando también sus animales, a un campo en Brandsen que él asesoraba. En esa propiedad se hizo por primera vez el día de jura de la Escuela de Jurados de la Asociación de Criadores de Hereford. También armó un espacio para remates.

Luego llegó una nueva mudanza. Se trasladaron a Tandil. Fue otro punto más en un recorrido donde los animales además pasaron por Carlos Tejedor, Benito Juárez y Rauch, entre otros lugares.

Hernández comparte la pasión por la genética con su hija Clara
Hernández comparte la pasión por la genética con su hija Clara - Créditos: @Ricardo Pristupluk

Con el tiempo armó núcleos genéticos con embriones de sus vacas. Actualmente tiene tres. Uno en Pilcaniyeu, Rio Negro, en donde Hernández asesora la cabaña San Ramón a cambio de tener lugar donde desarrollar San Edmundo Patagonia. El otro es en el campo de un amigo en San Luis, en la sierra de los Comechingones, en donde tiene una participación poniendo la genética. Desde hace ocho años también tiene un núcleo en Arequipa, Perú, en donde está asociado con un peruano. Además, posee animales en Ranchos y Vivoratá, cerca de Mar del Plata.

Si bien sus primeros animales fueron Hereford, luego incorporó Angus. Desde hace poco tiene también Shorthorn.

“Una mezcla de asignatura pendiente y vuelta a mi infancia”. Esas son, según Hernández, las dos principales razones por las que se metió en la actividad. Es que cuenta que su papá fue un emprendedor tandilense que en Buenos Aires fundó su propio establecimiento de faena. Recuerda que de pequeño lo acompañaba a su trabajo y se escapaba a mirar los animales.

Luego su padre vendió ese establecimiento y compró un campo en San Miguel del Monte. Al poco tiempo se enfermó y murió cuando él tenía 12 años.

“Justo fue el Rodrigazo, mi mamá vendió el campo y toda la plata alcanzó para pagar la deuda que tenían en el Hospital Italiano, en donde mi papá había estado internado, y un juego de sillones. Así que se perdió todo”, lamentó.

“La cría es como crear y la creación te permite que todos los años pase algo. Es lo más alejado a la monotonía”, agregó.

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Desde hace 30 años que compite en la Exposición Rural de Palermo, como lo hizo también en la última edición. Fue galardonado con tres grandes campeones Hereford y un Reservado de Gran Campeón. “Nosotros no trabajamos para los premios, hacemos un animal, genéticamente y de biotipo para que pueda ir perfectamente a trabajar al campo”, indicó.