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Emotivo debut oficial de la flamante embajadora argentina ante el Vaticano

ROMA.- "¡Feliz día Argentina! ¡Viva la patria!". Así concluyó el primer discurso público, muy emotivo y lleno de pasión, de la flamante embajadora argentina ante la Santa Sede, María Fernanda Silva, que debutó oficialmente hoy en su cargo, en una misa que se celebró en la Iglesia Nacional Argentina de esta capital para conmemorar el 210 aniversario de la Revolución de Mayo.

Silva tomó la palabra al final de la celebración, que presidió el padre Ángel Heránandez, rector de la Iglesia Nacional Argentina S.S. María Addolorata, que estuvo marcada por rigurosas medidas de seguridad anti-coronavirus. Alcohol en gel en la entrada, barbijo obligatorio, distancia de al menos un metro entre los asistentes -que podían sentarse en los bancos de la Iglesia donde estaban señalados los lugares- y muy pocos invitados.

Silva, que presentó el sábado pasado cartas credenciales ante el papa Francisco y que se convirtió en la primera mujer embajadora de la Argentina ante la Santa Sede, enseguida aludió a este momento de pandemia que vive el mundo. "Hoy este momento es íntimo y está bien que así sea", dijo la diplomática de carrera, que habló desde el altar de la Iglesia al final de la misa y que enseguida mencionó al Papa. Una persona que conoce desde hace mucho tiempo, ya que siendo arzobispo de Buenos Aires Jorge Bergoglio la acompañó en el proceso de nulidad canónica de su matrimonio, que se disolvió porque su marido decidió ser sacerdote.

La celebración estuvo marcada por rigurosas medidas de seguridad anti-coronavirus: alcohol en gel en la entrada, barbijo obligatorio, distancia de al menos un metro entre los asistentes y muy pocos invitados

De 54 años y licenciada en Ciencias Políticas con especialización en Relaciones Internacionales de la Universidad Católica Argentina (UCA), Silva recordó que Francisco llamó a aprovechar este tiempo de confinamiento provocado por la pandemia "para el encuentro con nosotros mismos y para pensar el futuro". En este sentido, destacó la importancia de que todos los argentinos piensen en el lugar que tendrá el país, que está viviendo un momento "muy difícil", en la post-pandemia. Y evocó palabras dichas por Francisco el 27 de marzo pasado en una sobrecogedora ceremonia en solitario en la Plaza de San Pedro para pedir por el fin de la pandemia, en la que recordó que "nadie se salva solo".

Silva agradeció cálidamente la asistencia de todos los presentes, entre los cuales se destacaban el monseñor argentino Guillermo Karcher, vicejefe de protocolo de la Secretaría de Estado del Vaticano, el embajador ante El Salvador, Manuel Roberto López Herrera, decano de los representantes diplomáticos latinoamericanos ante la Santa Sede, el embajador argentino ante Italia, Tomás Ferrari, la cónsul general argentina, Lucía Dougherty y el embajador argentino ante los organismos de Naciones Unidas de Roma, Carlos Cherniak y demás funcionarios de estas legaciones.

Hija de padre argentino y de madre caboverdiana y primera afrodescendiente incorporada al Servicio Exterior de la Nación, Silva por supuesto evocó la gesta de mayo, que definió "un momento increíble en el que el pueblo empezó a soñar con ser soberano". "Se juntaron para ser pueblo y cuando los argentinos se juntan para ser pueblo, cuando los latinoamericanos se juntan para ser pueblo, se hacen cosas grandes", aseguró, al recordar a los varios próceres y que "un solo ejército libertador recorrió el continente a caballo haciendo Patria Grande, en una epopeya única". "Como dijo el padre Ángel en su homilía, fueron varones y mujeres quizás no perfectos en sus vidas, pero fue perfecta su batalla y su victoria", agregó.

Hija de padre argentino y de madre caboverdiana y primera afrodescendiente incorporada al Servicio Exterior de la Nación, Silva por supuesto evocó la gesta de mayo, que definió "un momento increíble en el que el pueblo empezó a soñar con ser soberano"

La embajadora consideró también "una epopeya" ese "esfuerzo enorme" que realizaron muchos de los funcionarios diplomáticos presentes en la misa en estos últimos meses, en los que se dedicaron a ayudar a cientos de argentinos que quedaron varados en Europa. "Quien se preguntaba para qué servía un diplomático se enteró de golpe", dijo, con vehemencia, al subrayar que "nuestros cónsules se fueron a buscar a los aeropuertos, los mayores centros de contaminación, a nuestros compatriotas, con alegría y con amor" y al agradecer su "trabajo heroico". Recordó que muchos compatriotas no recibieron solo asistencia, sino también ayuda material, alimentos y hasta alojamiento. De hecho destacó que el propio padre Hernández albergó a varios argentinos en la Iglesia Argentina. "Tendríamos tantas historias para contar", exclamó, al no dudar en afirmar que la repatriación que hizo y está haciendo la Cancillería de miles de argentinos desparramados por el mundo "es una epopeya que ha vivido la historia de nuestra diplomacia y es un hecho de política exterior". "Lo estamos haciendo, es muy hermoso y nos llena de orgullo", siguió, al recordar asimismo a la embajadora argentina en Irlanda, Laura Bernal, que murió en Dublín, cumpliendo su servicio, por coronavirus.

La flamante embajadora, que reconoció estar feliz por haber comenzado sus actividades oficiales justo un 25 de mayo, también destacó la labor del Gobierno, del Presidente y de los gobernadores del país, que decidieron enfrentar la pandemia protegiendo a todos. "Hemos salvado muchas vidas", afirmó. Evidentemente emocionada, terminó recordando a su hija Bárbara, de 32 años, que no pudo viajar en este importante momento de su carrera porque están las fronteras cerradas, con conmovedoras palabras de la cantora Teresa Parodi a su hija: "es hermoso vivir con esperanza pequeña mía". "¡Feliz día Argentina! ¡Viva la Patria!", concluyó, desatando un fuerte aplauso de los presentes, que luego entonaron el himno nacional.