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Elvis Presley y la etapa que marcó el inicio de su adicción antes de la fama

Por Miguel Ángel Pizarro.- Si algo nos ofrece el estreno de la película de Elvis es la oportunidad de revivir el furor por el Rey del Rock pero también, y sobre todo, conocer más a fondo su vida y obra. Considerado una de las figuras imprescindibles de la historia de la música del siglo XX, la figura de Elvis Presley vuelve tanto para conquistar a una nueva generación, así como para ser redescubierto por fans de antaño.

Y eso conlleva hacer un recorrido completo por su vida, desde su ascenso hasta su ocaso, dando como una resultado un largometraje que narra desde su infancia hasta su muerte, con solo 42 años, el 16 de agosto de 1977 en Memphis. Ciertamente, la película hace un resumen notable pero, como suele suceder en el género biográfico, pasa por encima ciertos momentos de su pasado que resultan fundamentales para entender ciertos momentos de su vida. Por ejemplo, su adicción a las drogas.

Austin Butler como Elvis en la película de Warner Bros. Pictures. (© 2022 Warner Bros. Entertainment Inc. All Rights Reserved.)
Austin Butler como Elvis en la película de Warner Bros. Pictures. (© 2022 Warner Bros. Entertainment Inc. All Rights Reserved.)

El director Baz Luhrmann (Moulin Rouge!) retrata la relación de Presley (Austin Butler) con los estupefacientes en dos fases. La primera a modo de experimentación, cuando estuvo de gira como telonero de Hank Snow (David Wenham) y su banda. Sin embargo, en estas secuencias, no vemos que Elvis desarrolle su adicción. Es en su etapa en Las Vegas donde la película nos deja entender que fue su mánager, Tom Parker (Tom Hanks), quien provocó que se volviera adicto a los sedantes, anfetaminas y demás medicamentos analgésicos, a los que el cantante tenía acceso gracias a las recetas dadas por su médico personal, el doctor Nichopoulos, a quien se le retiró la licencia en los años 90, aunque se le exoneró de responsabilidad penal por la muerte de Presley, quien murió de un infarto (provocado por sus adicciones, todo hay que decirlo).

Bien, la película nos deja claro que fueron sus conciertos continuos en Las Vegas los que provocaron que Elvis Presley se descontrolase, pasando por alto que fue mucho antes cuando el Rey del Rock abusaba de ciertos medicamentos. Por ejemplo, Priscilla Presley, en una entrevista con Barbara Walters, reveló que fue él quien le introdujo en el mundo de las pastillas, pues comenzó a consumir somníferos para dormir mejor poco después de que comenzasen su relación, siendo ella una adolescente de solo 14 años.

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La película, tomándose una licencia artística, relaciona el inicio de Elvis con las drogas en su gira con Hank Snow, pero según lo escrito en la biografía Fortunate Son: The Life of Elvis Presley, escrita por Charles Ponce de León, su primer acercamiento con las anfetaminas fue justo cuando hizo su servicio militar en Alemania, donde un sargento le ofreció probarlas y, según la biografía, se volvió “prácticamente creyente de sus beneficios”. Es más, según expuso Peter Guralnick en su libro Careless Love: The Unmaking of Eelvis Presley, sus compañeros de misión se mostraron comprensivos con el uso de este estupefaciente.

Uno de los defectos que achacaría a la película es que aborda muy poco la etapa militar de Elvis Presley, el cual se mostró dispuesto a servir a su país, a pesar de que coincidiese con la prematura muerte de su madre fallecida por hepatitis a consecuencia del alcoholismo. Y aquí creo que la película hubiera podido mostrar cómo los antecedentes familiares de adicciones desembocaron en que Elvis también tuviese afinidad por sustancias. Porque, en definitiva, al hacer hincapié en crear una narrativa que señale a Tom Parker como el villano de la historia, termina saltando una etapa importante en la relación de Elvis con sus adicciones. Incluso primordial.

Por otro lado, como público, nos hubiera asombrado que el Rey del Rock se volviese adicto no en sus giras musicales, como es lo previsible, sino sirviendo a su país como soldado raso. Dado que Luhrmann evita entrar en otras polémicas, como la edad en la que Priscilla comenzó su noviazgo con Elvis o las acusaciones de apropiación cultural que soportó en vida el cantante sobre la música afro estadounidense, es lógico que su propuesta no haya querido abrir un frente con el ejército, cuya veneración en Estados Unidos es máxima.

Aunque nos hubiera gustado que Elvis narrase con más verdad este aspecto, es imposible que no reconozcamos que, a pesar de ello, el largometraje consigue hacer justicia al legado musical y artístico de la más grande figura del rock and roll, cuya importancia histórica está a la altura de otros grandes como Louis Armstrong, Ella Fitzgerald o The Beatles, un desafío nada sencillo, por cierto.

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