Elecciones en Brasil: Jair Bolsonaro y el PT de Lula salen mal parados

RIO DE JANEIRO.- En un desenlace con impacto en la carrera por la presidencia de Brasil en 2022, el actual alcalde de San Pablo, el centroderechista Bruno Covas, se impuso hoy al izquierdista Guilherme Boulos en la segunda vuelta de la elección municipal y gobernará la mayor ciudad de Latinoamérica por cuatro años más.

Con el 99,28% de los votos contabilizados, el actual alcalde, del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB) se elegía con 59,37% de los votos frente a un 40,63% de Boulos, del izquierdista Partido Socialismo y Libertad (PSOL), apoyado por el ex presidente Lula da Silva.

Aunque las elecciones municipales estén pautadas por asuntos locales, suelen funcionar como un termómetro de la política brasileña. Los brasileños reforzaron en las principales ciudades su apuesta por candidatos moderados, de centro, ponderando caras conocidas y experimentadas de la política, una señal que había sido dada dos semanas atrás.

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Entre las 57 ciudades que hoy definieron su alcalde en segunda vuelta, los dos candidatos apoyados por Jair Bolsonaro que disputaban capitales brasileñas fueron derrotados, en Río de Janeiro y Recife.

La reelección de Covas, 40 años, en el mayor colegio electoral de Brasil era vital para el PSDB y, en especial, para la ambición presidencial del gobernador paulista Joao Doria, quien empujó la campaña de su aliado. Tras el fracaso del diputado federal Celso Russomanno, cuarto en la primera vuelta el 15 de noviembre, el presidente se mantuvo neutro en San Pablo.

"Es una reconfirmación de fuerza, de eficiencia y de aprobación de la gestión del PSDB. Y un rescate en el plano nacional", dijo ayer Doria, quien espera empujar su nombre como el candidato de la centro-derecha para enfrentar a Jair Bolsonaro en 2022.

Al entrar la noche se confirmaron malas noticias para Bolsonaro, al igual igual que dos semanas atrás, cuando sus candidatos habían tenido desempeños pobres.

De los siete alcaldes que el presidente había apoyado antes de la primera vuelta, apenas dos habían conseguido un lugar en la segunda vuelta y ambos perdieron. Uno de ellos fue Marcelo Crivella, actual alcalde de Río de Janeiro, derrotado esta vez de forma abultada por el exalcalde carioca Eduardo Paes.

Paes, del centrista Demócratas (Dem), se alzaba con el 64,11% de los votos válidos contra 35,89% de Crivella cuando estaba contabilizado el 98,74% de los votos, y tendrá a partir de 2021 su tercer mandato al frente de Río.

"Quienes nos apoyaron quisieron dar un 'no' contundente a ese gobierno reaccionario que se hizo cargo de nuestra ciudad los últimos cuatro años", celebró Paes, que apareció al lado del presidente de la Cámara de Diputados Rodrigo Maia. "Es una victoria de la política. Basta del extremismo en Brasil", dijo el centrista, que en su discurso tocó asuntos de alcance nacional. Además, saludó el triunfo de Covas en San Pablo, un anticipo de las conversaciones que se continuarán entre el PSDB y el DEM, fortalecidos ayer, para construir una fórmula para 2022.

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Más temprano, Bolsonaro había parecido abrir el paraguas para digerir lo que las encuestas mostraban como una derrota casi inevitable de su candidato, el pastor evangélico Crivella. "¿Hice campaña por alguien? Discretamente di apoyo a algunos candidatos y el pueblo decidió", dijo el presidente, queriendo despegarse de la elección.

El presidente recordó que en 2016 el actual gobernador paulista, Joao Doria, fue electo en primera vuelta para la alcaldía de Sao Paulo con el apoyo del excandidato a presidente Geraldo Alckim. Dos años más tarde, Alckmin, candidato del PSDB, obtuvo apenas 4,76% de los votos. "Cada dos años el cuadro cambia, no existe derrota para A, B o C. Tendremos una nueva disputa (en 2022)".

En Fortaleza, capital de Ceará en el noreste y quinta mayor ciudad del país, el Capitán Wagner, el otro candidato bolsonarista que compitió ayer, perdió de forma ajustada con el izquierdista José Sarto.

"Se consolidó la derrota del bolsonarismo que había iniciado dos semanas atrás", aseguró a LA NACION Leonardo Avritzer, profesor de ciencia política de la Universidad Federal de Minas Gerais. Avritzer puntualizó que la falta de apoyos en grandes capitales entorpecerá la campaña presidencial de Bolsonaro para reelegirse en 2022.

Una izquierda debilitada

La izquierda brasileña tampoco consiguió salir fortalecida de la segunda vuelta. El Partido de los Trabajadores (PT) no gobernará ninguna capital brasileña. Es la primera vez desde la redemocratización brasileñ que el PT no eligió a ningún alcalde. Los candidatos petistas sufrieron ayer derrotas en Victoria, capital de Espírito Santo, y en Recife, Pernambuco, históricamente un bastión lulista.

"El sentimiento anti izquierda y, especialmente, antipetista en las grandes ciudades del sur y sudeste del país sigue siendo fuerte", dijo el profesor de la UFMG.

A la derrota de Boulos en San Pablo se le sumó el traspié de Manuela D´avila, del Partido Comunista Brasileño, en Porto Alegre. La excandidata a vicepresidente del petista Fernando Haddad en 2018 perdió de forma ajustada la alcaldía con el centrista Sebastiao Melo, del Movimiento Democrático Brasileño.

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Aun habiendo sido derrotado, Boulos podrá aspirar a un papel más protagónico dentro del campo de izquierda, que pareció acelerar el proceso de transición de mando del PT a otras siglas.

El líder del Movimiento de Trabajadores Sin Techo, oriundo de una familia de clase media, decidió a los 16 años mudarse a un barrio humilde en los suburbios paulistas para construir su carrera política. Luego de una pobre performance en la elección presidencial de 2018, cuando cosechó un magro 0,58%, Boulos consiguió cobrar visibilidad en la principal ciudad del país, un capital que podrá aprovechar para proyectarse a nivel nacional.

"No fue en esta elección, pero vamos a seguir juntos. No fue hoy, pero vamos a ganar", dijo Boulos, desde el balcón de su casa, imposibilitado de salir mientras se recupera de coronavirus. Una frase pronunciada con el puño en alto, una actitud que dejó ver que para el candidato del PSOL la derrota no fue tan amarga.