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El vergonzoso récord mundial de España

Él llama al timbre de un piso anodino del centro de Madrid. Entra, escoge una chica y paga. Apenas unos minutos después sale de la casa. Se siente mejor. Nada más le importa y nada más quiere ver. Mientras tanto, ella espera —dolorida, resignada, aturdida— a que otro hombre —¿cuántos van ya?, ha perdido la cuenta— cruce la puerta de su habitación. No sabemos su nombre, pero sí que es muy joven. Que la trajeron hace poco de China. Y que es una esclava. Sexual. Veinticuatro horas al día, siete días a la semana, sin descanso. Un hombre tras otro y una pastilla de ketamina tras otra. Barra libre de un potente anestésico veterinario, a cuenta de sus explotadores, para no protestar, para no sentir, para aguantar sin descanso un cuerpo tras otro.

«Ahora mismo salimos a la calle y aquí, en el centro de Madrid, encuentro para ti a un montón de esclavos». Me decía el año pasado la actriz Julia Ormond, una de las más comprometidas activistas en la lucha contra el tráfico de personas. Pero, ¿qué es un esclavo hoy?, le preguntaba yo. «Es cuando una persona controla completamente a otra, usa violencia para mantener ese control, la explota económicamente y le paga prácticamente nada». La policía calcula que ocho de cada diez prostitutas que ejercen en España encajan en este perfil. No hablo de las que se definen como trabajadoras del sexo, —aunque pocas veces en la pobreza hay libertad—, sino de las atrapadas en las redes de trata de blancas, el segundo negocio ilegal más lucrativo del mundo —mueve 32.000 millones de dólares anuales—, por detrás del tráfico de armas, pero por delante del de drogas. Un negocio redondo en el que no cuesta nada fabricar la materia prima, esos dos millones de mujeres y niñas que, según la ONU, viven como esclavas.

El martes 30 de julio fue el día internacional de 2019 contra la trata. El 80 por ciento de las víctimas son esclavas sexuales, casi todas ellas, nueve de cada diez, mujeres y niñas.

España es uno de los países con mayor consumo de prostitución del mundo, el tercero, según datos de la ONU, que asegura también que un 39% de los hombres españoles ha pagado alguna vez por sexo. España no es solo líder en consumo de prostitución, también es uno de los principales destinos de tráfico de mujeres del mundo. Un informe de expertos presentado en el Congreso de los Diputados calcula que los hombres en España -incluidos los turistas- se gastan cincuenta millones de euros cada día en las trescientas mil mujeres que se prostituyen en nuestro país.

Si yo pago, yo mando, me decía una vez un asiduo —y perdón por la palabra— putero. Y mejor no preguntar. No ver. No ser conscientes.