El secuestro de un niño en 1874 que dio origen a la advertencia ‘No aceptes caramelos de un extraño’

The New York Times se hizo eco del secuestro del pequeño Charley Ross (imagen vía historicmysteries)
The New York Times se hizo eco del secuestro del pequeño Charley Ross (imagen vía historicmysteries)

Todos hemos escuchado alguna vez la advertencia que se les hace a los más pequeños que dice ‘No aceptes caramelos de un extraño’. Evidentemente cualquiera de nosotros podríamos deducir que dicho aviso se realiza para advertir a los niños y niñas del peligro que supone aceptar algún tipo de golosinas de personas a las que desconocen, ya que éstas pueden esconder la identidad de algún depredador sexual, secuestrador o asesino (cuando no las tres cosas juntas).

Pero este tipo de avisos no surgió de la nada y tras su origen, que se remonta a casi un siglo y medio atrás, se encuentra la angustiosa historia del rapto de un pequeño niño en Filadelfia y que al mismo tiempo se convirtió en el primer secuestro con petición de rescate que se registró en los Estados Unidos.

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La historia tuvo lugar el 1 de julio de 1874, un caluroso día de verano en el que los hermanos Walter y Charley Ross (de 8 y 4 años de edad respectivamente) se encontraban jugando en el patio delantero de su casa, cuando un coche de caballos con dos hombres paró frente a la vivienda y ofrecieron a los pequeños unas golosinas para que los acompañaran a comprar unos petardos y fuegos artificiales.

Ilustración de la época sobre el secuestro de Charley Ross (imagen vía ushistory)
Ilustración de la época sobre el secuestro de Charley Ross (imagen vía ushistory)

Como es de imaginar, los niños no se lo pensaron dos veces y subieron al carro. A mitad de trayecto Charley, el más pequeño se puso a llorar porque quería volver a casa con sus padres y esto puso nervioso a su hermano, que también insistió en regresar. A uno de los raptores se le ocurrió darle a Walter (el mayor) una moneda de 25 centavos y tras parar frente a un comercio de la localidad le indicó que bajara a comprar los petardos. Tal y como el niño entró en la tienda el carruaje partió velozmente.

Walter estaba aturdido y no sabía que hacer (lógico para un niño de tan corta edad). Explicó, como pudo, lo sucedido al tendero y éste localizó a sus padres, quienes avisaron a la policía de la desaparición de su hijo (algunas fuentes indican que no lo hicieron hasta después de que contactaran los secuestradores con ellos, pero la mayoría de crónicas de la época indican que sí lo hicieron).

El contacto de los secuestradores se realizó mediante una carta enviada a través del servicio postal y en la que se solicitaba un rescate de veinte mil dólares, toda una inmensa fortuna para aquellos tiempo (hoy en día sería varios millones). Pero Christian Ross no era un hombre rico, todo lo contrario, desde hacía un año estaba arruinado tras la crisis económica de 1873 en la que la bolsa cayó en picado y perdió todas sus inversiones y negocios. Vivía en una gran casa que había mandado construir cuando económicamente le iban bien las cosas, pero en aquel momento estaba en bancarrota.

Cartas solicitando el rescate por el secuestro del pequeño Charley Ross (imagen vía smithsonianmag)
Cartas solicitando el rescate por el secuestro del pequeño Charley Ross (imagen vía smithsonianmag)

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La noticia del secuestro del pequeño Charley Ross llegó a la prensa local la cual se hizo eco y posteriormente otros periódicos del Estado de Pensilvania siguieron de cerca el asunto, convirtiéndose en una de las noticias mediáticas más importante de aquellos años.

Advertencias hacia los más pequeños indicando que no debían aceptar dulces de personas desconocidas comenzaron a publicarse en los diarios y a ser repetida por los padres a sus hijos, algo que con el transcurrir de los años todavía sigue utilizándose, debido a que actualmente ese es un modus operandi muy utilizado por los delincuentes.

Ilustración de Charley Ross (imagen vía Wikimedia commons)
Ilustración de Charley Ross (imagen vía Wikimedia commons)

Las semanas iban pasando y a pesar de que finalmente se consiguió reunir el dinero del rescate solicitado a través de las cartas que fueron llegando al hogar de la familia Ross, los raptores no se presentaron en el punto de recogida acordado y nada más se supo de éstos ni del pequeño. Todo ello a pesar de que la agencia de detectives Pinkerton, la más importante de los Estados Unidos, se había puesto al frente de la investigación, con un gran número de sus agentes investigando y llenando el Estado de Pensilvania de carteles con la imagen del pequeño Charley.

No fue hasta diciembre de aquel mismo año (1874) cuando se pudo tener una pequeñísima pista y fue a raíz de un robo que se produjo en una vivienda de Brooklyn (Nueva York), en la que la policía interceptó a los dos ladrones y abatiéndolos a tiros. Se trataba de Bill Mosher y Joe Douglas, dos delincuentes con una larga trayectoria de fechorías y que habían estado en prisión un buen número de ocasiones.

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Bill Mosher falleció al instante pero Joe Douglas quedó gravemente herido durante unas horas, tiempo suficiente para indicar (antes de fallecer por las heridas de bala) que ellos habían sido los secuestradores del pequeño Charley Ross. Lo que no dijo en ningún momento es si el niño se encontraba vivo o muerto.

Llevaron al pequeño Walter Ross hasta la morgue de Nueva York para que identificara a los raptores de su hermano y efectivamente se trataba de los dos tipos que los subieron en el carruaje y posteriormente se dieron a la fuga con Charley.

La policía investigó y registró las viviendas de Bill Mosher y Joe Douglas y no encontraron rastro alguno del niño, incluso se daba la paradoja de que ambos delincuentes habían estado encerrados en prisión durante unas cuantas semanas recientemente lo que habría una nueva incógnita ¿dónde estaba Charley? ¿lo asesinaron y se deshicieron de su cuerpo? ¿lo vendieron a alguna familia sin hijos?…

Se mantuvo la búsqueda activa a lo largo de un año más, pero recién iniciado 1876 la policía dieron por cerrado el caso y la prensa dejó de interesarse por el tema. Esto llevó a que Christian Ross escribiera un libro que tituló ‘La historia del padre de Charley Ross, el niño secuestrado’ y con lo recaudado en la venta del mismo poder costear las investigaciones de los detectives de la agencia Pinkerton. Nunca más se supo del pequeño y muchas fueron las conjeturas sobre su paradero.

Puedes leer o descargar totalmente gratis un ejemplar del libro original en inglés que se encuentra digitalizado en la biblioteca libre: https://archive.org/stream/fathersstoryofch00rossrich#page/n9/mode/2up

Fuentes de consulta e imágenes: Archive.org / charleyross.wordpress.com / ushistory / smithsonianmag / pabook2 / historicmysteries / reddit / Wikimedia commons