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El réferi rudo como sello del pancracio mexicano: de El Gran Davis hasta El Tirantes

El réferi Rafa
El réferi Rafa "El Maya" efectúa un conteo de Mephisto sobre Shocker en 2008. (Paula Bronstein/Getty Images)

La silueta del réferi es esencial para definir a la lucha libre profesional. Es el tercer individuo de un combate, el responsable de culminar con la discordia e impartir justicia sobre el cuadrilátero. En cualquier sede del deporte-espectáculo, sus intervenciones se limitan al reglamento. A diferencia de Estados Unidos o Japón, en México no ocurre así: su protagonismo es absoluto. Entonces, es juez y parte.

A nivel internacional, las acciones de los réferis están vinculadas con el buen desarrollo del show que ocurre a ras de lona. No sólo le brindan orientación al luchador para terminar un duelo pactado, mediante indicaciones concretas y estímulos, sino que sobre sus hombros recae la obligación de direccionar una contienda. Son el mástil perfecto para cimentar la balanza de la igualdad.

En territorio azteca cargan con una gran responsabilidad. El ideal dicta que tendrían que ceñirse al deber ser. No habrían de dar lugar a las desatenciones, polémicas y malas decisiones; su criterio es capaz de modificar por siempre el rumbo de una trayectoria. Cuentan con el poder en sus manos. Sin embargo, prefieren ser personajes principales antes que ambientales.

La mayoría de ellos luchó previo a convertirse en especialistas de la norma. Con el paso de los años, hizo el cambio de función en el ring. De ahí que conoce de sobremanera cómo elevar el entretenimiento desde la postura más distinguida de los encordados. La lucha libre no concedería el mismo sabor a sus aficionados si no fuera por la rudeza de sus colegiados.

Nada tendría sentido en la historia del pancracio mexicano sin la eterna pugna entre los buenos y los malos. La disputa entre los superhéroes y villanos pasó al siguiente nivel en virtud de los árbitros. La irrupción del Gran Davis, durante la década de los setenta, ya dejaba entrever que estaba adelantado a su época. Gozó de cobijo y cariño en la senda del bando rudo.

David Patiño Orozco, el genio detrás del parteaguas, jamás se desligó de la malicia. Surgió de Veracruz, solo que no logró consolidarse como gladiador estrella, por lo que decidió brillar con un atuendo distinto: pantalones negros y una camisa blanca. Pero el rol de juez requería de un vuelco, él levantó la mano para revolucionar la cara de la autoridad.

El guante negro lo identificaba, lo hacía garante de originalidad y carisma. Era su sello, la representación de la injusticia en un portento de confianza. Su aporte sentó un precedente que transformó por completo la visión del juego. Todo radica en la actitud: procuraba a los antagonistas como nunca antes se había visto en el circuito. ¿Quién dijo que el favoritismo no puede estar por encima de la neutralidad?

A la postre, más réferis determinaron su personalidad ante el público. Siempre impecables y dispuestos a seguir las pautas del negocio, técnicos como “El GüeroRangel, Pepe Tropicasas, Baby Richard, Tigre Hispano y Rafa “El Maya” se hicieron de un sitio irremplazable en el corazón de la grada. El apogeo de la corazonada ruda no se quedó ahí: El Tirantes emergió en los noventa para revitalizar la escena.

En el nacimiento de Lucha Libre Triple A, una de las dos compañías más representativas de México, Cruz Reyes Landa 'El Tirantes' continuó con el legado del Gran Davis. Muy a su estilo, se apropió de los insultos de los aficionados para seguir adelante. No le importó enemistarse con sus colegas, tampoco exponer su cabellera con tal de instituir sus convicciones.

En el presente, su heredero sigue firme con el mismo propósito. El Hijo del Tirantes implementa conteos rápidos y omite fauls cuando se trata de proteger a los suyos. La escuela dejó sus frutos, lo aprendió bien de casa. Aunque, además de fungir como el hombre de la ley, ha competido esporádicamente en la denominada Caravana Estelar. ¿Qué relevancia poseen los veredictos? Él es el foco de atención.

La exposición de los árbitros está disociada de sus facultades sobre el cuadrilátero. La crítica recalca su intromisión como un recurso constante en la escena nacional. Ellos entendieron que pueden enriquecer la historia y otorgarle un diferenciador al país tricolor desde su trinchera. Son más que simples individuos con camisetas a rayas. Para los réferis también es válido ser los malos de la trama.

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