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El punzante contexto y vías a seguir tras la muerte de un adolescente hispano a manos de un policía de Chicago

La muerte de Adam Toledo, un adolescente de 13 años, a manos de un policía de Chicago es una tragedia que pone de manifiesto la severidad y persistencia de problemas estructurales, de arraigadas injusticias y prejuicios, de conductas corporativas y sociales que laceran comunidades y conducen a un ciclo de desasosiego y dolor que afligen, sobre todo, a las comunidades más vulnerables en Estados Unidos, entre ellas las afroamericanas y las hispanas.

Según la información que se ha dado a conocer, entre ellas el desolador video de los últimos momentos de Toledo y del disparo letal que recibió, se ha informado que la policía detectó la madrugada del 29 de marzo de 2021 actividad de armas de fuego en el barrio Little Village (La Villita), en el sudoeste de Chicago, y envió a oficiales al lugar. Se indica que un individuo había hecho fuego contra un automóvil.

Adam Toledo, de 13  años, murió de un balazo de un policía en Chicago.
Adam Toledo, de 13 años, murió de un balazo de un policía en Chicago.

 

Un adulto de 21 años habría sido quien hizo esos disparos y, cuando se presentó la policía, le habría dado el arma a Toledo, que lo acompañaba. Cuando la policía llegó al sitio, Toledo echó a correr por un callejón y un oficial salió en su persecución.

El adolescente inicialmente no hizo caso de la orden de detenerse y siguió corriendo. Según las autoridades, Toledo llevaba consigo el arma, aunque el abogado de su familia ha dicho que los videos a su juicio no muestran que el chico fuera armado. En un momento, Toledo se detuvo y, según algunas interpretaciones, arrojó el arma que presuntamente llevaba. Luego levantó los brazos y se volteó hacia el policía, acatando las órdenes de este.

Fue entonces cuando el oficial abrió fuego y mató de un tiro en el pecho a Toledo. Todo sucedió en unos pocos segundos y algunos han señalado que, dada la obscuridad del lugar y el vértigo de los hechos, el disparo del policía tuvo justificación al percibir él que Toledo representaba un peligro.

Pero otros han dicho que el adolescente no hizo sino obedecer la orden que le dio el policía, que se detuvo y alzó los brazos y que cuando recibió el disparo letal, según se ve en el video, no tenía ningún arma en las manos.

El debate sobre si el disparo del policía fue justificado o si debió haber reaccionado de otro modo es candente, pero parece claro que el chico no tenía un arma en la mano y tenía los brazos arriba cuando fue baleado. Ciertamente todo sucedió en un instante, pero hay voces, entre ellas personas que han trabajado como policías en las calles, que tanto lo justifican como lo rechazan, señalando que el entrenamiento y los protocolos de reacción en situaciones así ofrecían otras opciones distintas a usar fuerza letal.

Lo cierto es que Adam Toledo está muerto y que eso no debió suceder.

Y, en realidad, el chico nunca debió haber estado en ese lugar, a esa hora, al parecer en compañía de un adulto vinculado a pandillas. Y se afirma que, en paralelo, el oficial de policía no debió haber disparado, si bien el contexto en el que sucedieron los hechos fue muy tenso y las decisiones se tomaron en solo unos instantes.

El instante en el que Adam Toledo, con  las manos arriba, recibe un  disparo  letal de un policía  de Chicago.(Captura de pantalla  / COPA)
El instante en el que Adam Toledo, con las manos arriba, recibe un disparo letal de un policía de Chicago.(Captura de pantalla / COPA)

Cuando una sociedad mata a sus jóvenes

Así, ¿qué es lo que sucede en una sociedad que acaba matando a sus propios jóvenes, se trate de violencia delictiva o de acción policial? ¿Por qué un niño de 13 años se vincula a actividades indeseables y que lo exponen al crimen y la violencia? ¿Por qué los policías reaccionan con fuerza letal en situaciones en que, muchos afirman, podrían haber actuado diferente? ¿Por qué la decisión de actuar de ese modo se hace con rudeza contra individuos de color y menos, como algunos punzantes casos han mostrado, contra personas de raza blanca?

Al respecto de esas premisas, importantes organizaciones hispanas en Chicago, como Enlance Chicago, Latino Policy Forum, Instituto del Progreso Latino y La Casa Norte, entre otras, han planteado que “necesitamos una reforma sistemática de los departamentos de policía a lo largo del país, empezando aquí en Chicago. Nosotros debemos también comprometernos a invertir de modo sustantivo y sostenido en comunidades [de color]. Hagamos un fuerte foco en crear verdaderos futuros para los jóvenes latinos y negros”.

Y añaden una punzante comparación: “Existimos en un mundo en donde un joven blanco como Kyle Rittenhouse puede ir por la calle con un rifle de asalto AR-15, disparar y matar a dos personas y luego ser puesto bajo custodia por policías de modo pacífico”. En cambio, teniendo en cuenta las diferencias en ambos casos, Toledo fue baleado pese a que tenía los brazos en alto y no llevaba en ese momento ya ningún arma en la mano. El componente de mayor criminalización y represión contra las personas de color es un factor que se ve una y otra vez, pues es frecuente que el trato a una persona anglosajona resulta distinto al que se le da a otras personas, incluso, como el ejemplo de Rittenhouse (que disparó en Kenosha contra manifestantes), en situaciones extremas.

Así, es nuevamente claro que Toledo no debió morir.

Que, en principio, aunque ciertamente el policía solo tuvo un instante para decidir y hay voces que consideran que lo que hizo fue justificado, es claro que –como se ha dado en otros casos y otros policías han señalado– también se pudo haber detenido al adolescente sin recurrir a fuerza letal.

En ese sentido, una reforma policial de fondo es un imperativo a escala nacional, y el caso de Toledo es un nuevo ejemplo de ello.

Pero no todo está en el campo de las policías. En realidad, si el joven estaba en la calle en la madrugada, al parecer en compañía de un pandillero y entró en un círculo de violencia que acabó con su vida, se debió presumiblemente a una serie de carencias y desesperanzas que deben ser revertidas. Y a que la actividad de las pandillas continúa asolando las comunidades, que son víctimas de su actividad.

El caso de Toledo es un ejemplo de que debe ofrecerse en las comunidades de Estados Unidos mayores opciones de educación, de empleo, de vivienda, de salud, de recreación y convivencia para abatir las condiciones de pobreza y desesperanza que son caldo de cultivo de crimen. Se deben crear opciones y programas de apoyo para los jóvenes, sus familias y sus comunidades. Invertir ello evitará el delito, salvará vidas y propiciará mejores condiciones sociales.

En paralelo, la desactivación de la actividad de pandillas y otros grupos delictivos es también de importancia clave, pero ello ha de lograrse no solo con medidas represivas sino también mediante la rehabilitación y la creación de otras opciones.

Causas estructurales y soluciones de justicia y desarrollo

El abandono en el que muchas comunidades se encuentran, en el país más rico del mundo, es indignante y ominoso y esa marginación histórica, sumada a otros factores como la estigmatización, la discriminación y el racismo, perpetúa los ciclos de violencia.

La alcaldesa de Chicago, Lori Lightfoot, dijo en una conferencia de prensa que “simplemente, le fallamos a Adam”. Y la ciudad, la sociedad, el país, le están fallando a muchos otros jóvenes, de todas las razas, y a muchas comunidades en las que la falta de desarrollo, opciones y oportunidades ha mantenido desgarrado el tejido social.

Así, es cierto que debe investigarse a fondo el caso de Adam Toledo para que se tomen las medidas pertinentes. En ese sentido, es posible que se dilucide que el policía que mató al adolescente actuó dentro del difícil y vertiginoso rango de acción que se da en esos momentos tensos y que ello justificó que disparara. Pero también es posible que se establezca que debió y pudo haberse tomado otro camino.

Disparar a matar contra niños no es, en todo caso, el escenario en el que nadie quiere vivir.

A ello debe seguir una ampliación de las labores de reforma policial y, también, una mayor y decidida inversión en las comunidades, en su infraestructura y servicios, en sus programas de apoyo, en las medidas básicas de bienestar que generen oportunidades y prevengan de raíz la violencia y el deterioro social. Una mejor y mayor justicia, tanto en lo social como en la aplicación de la ley, es indispensable.

Ello no solo se evitará que otros jóvenes caigan en situaciones de violencia sino que les ofrecerán opciones de futuro que beneficiarán a toda la sociedad.