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Tlahuelilpan, el pueblo que necesitaba ser salvado de sí mismo... pero no fue así

(AFP | ALFREDO ESTRELLA)
(AFP | ALFREDO ESTRELLA)

La actualización de las cifras mortales indica que han fallecido 89 personas como consecuencia del robo y explosión del gasoducto que atraviesa Tlahuelilpan, Hidalgo, en donde hace unos días cientos de habitantes se dedicaban a saquear el combustible, gasolina, hasta que un estallido creó de manera instantánea un infierno con la muerte, el miedo y el sufrimiento que alcanzó a cientos de familias.

La fiesta del saqueo duró cuatro horas. Desde que fue detectada una fuga en el tubo de Pemex y reportada por una patrulla del Ejército a las 14:30 horas, hasta que explotó el ducto las 18:52, pasaron más de cuatro horas para que del gozo y la euforia, que se observa en las imágenes previas al surgimiento de las llamas, se pasara al terror.

El Ejército estuvo presente en todo momento y por esa causa la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) lo demandó por inacción, según informó en su conferencia de prensa matutina el presidente López Obrador, que se comprometió a responder la demanda en breve.

La tarde del viernes 18 de enero habitantes de la localidad de San Primitivo del municipio de Tlahuelilpan, Hidalgo, recibieron el rumor de que estaban regalando gasolina y cientos, al ver brotar el combustible, en un chorro que alcanzó hasta los seis metros de altura, se aproximaron para tratar de llevárselo en bidones. En algunas entidades del país esta escena se ha vuelto recurrente, cuando se lleva a cabo la “ordeña” de ductos, que en esta ocasión terminó en tragedia. (Animal Político, 20 de enero de 2019)

FOTOS | El horror del día después de la explosión de Tlahuelilpan, Hidalgo

El general secretario de la Defensa Nacional, Luis Crescencio Sandoval, informó que el ejército llegó al lugar cuando se reportó la fuga del ducto Tuxpan-Tula en Tlahuelilpan, Hidalgo. Afirmó que un grupo de 25 soldados buscaron evitar que 800 pobladores se acercaran al ducto, pero no hicieron caso y fueron agresivos.

“Al verse rebasados por la cantidad de personas, se vieron obligados a retirarse a un costado para evitar una confrontación”.

“No se retira del área, queda ahí a un costado, pendiente de lo que estaba sucediendo. Y sigue incrementándose la gente, siguen llegando pobladores con los recipientes para llenarlos de combustible. Inclusive hay personas que se llenan de combustible en sus ropas por la misma presión que tenía la salida”.

A consideración del presidente López Obrador el ejercito actuó correctamente. “La actitud, la acción del Ejército fue correcta, les diría yo que oportuna. No es fácil ante una multitud hacer prevalecer el orden, aun explicando sobre los riesgos”.

“En el caso de que se hubiese pedido auxilio, no se hubiese logrado mucho, porque todo esto se da también de repente, llega muchísima gente y hay el antecedente que cuando se dan estos casos no se respeta ni siquiera a los elementos del Ejército, se enfrenta la población. Hay otros casos sobre esto”.
(Animal Político, 20 de enero de 2019)

La confrontación de las comunidades que se benefician de la actividad de los delincuentes dedicados al robo de huachicol, con la fuerzo pública o el ejército cuando intervienen para impedir este ilícito, es recurrente en algunas entidades como Puebla, Guanajuato y Jalisco entre otros. El pasado 13 de enero se reportó el caso de 10 militares que fueron retenidos durante varias horas por pobladores
de la localidad de Santa Ana Ahuehuepan, en Tula, Hidalgo, al realizar un operativo contra el robo de combustible.

La tragedia que envuelve a Tlahuelilpan y la actuación que tuvieron en los hechos los elementos del ejército, institución que hoy es cuestionada por la CNDH, deja la impresión de que las fuerzas armadas no tienen un protocolo para desempeñarse frente a estos escenarios, que se repiten en diferentes entidades del país.

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Se esperaría que la presencia del Ejército, la Armada o la Policía Federal fuera suficiente para inhibir estos acontecimientos en los que se involucran pueblos enteros, en defensa que la fuente de sus ingresos y bienestar, más allá de la licitud de su origen.

Esta percepción podría estar equivocada porque la experiencia indica que el protocolo consiste en dejar hacer a las comunidades y evitar la confrontación, aunque se llevé a cabo un ilícito, como el robo del combustible de los tubos de Pemex.

Si la gente participa en estos hechos delictivos, en la mayoría de los casos es por necesidad, por hambre, por que alguien le robo el futuro. Hoy es el huachicol en la región central del país, antes las comunidades se organizaban para asaltar las tiendas de Conasupo en busca de víveres y la consigna era la misma de hoy: dejar hacer y evitar la confrontación.