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El PRI, un partido agonizante que ahora se pelean ¿Peña Nieto y AMLO?

Alejandro Moreno Cardenas y Carolina Viggiano, ambos van en fórmula para contender por la dirigencia nacional del PRI. FOTO: ISAAC ESQUIVEL /CUARTOSCURO.COM
Alejandro Moreno Cardenas y Carolina Viggiano, ambos van en fórmula para contender por la dirigencia nacional del PRI. FOTO: ISAAC ESQUIVEL /CUARTOSCURO.COM

El Partido Revolucionario Institucional (PRI) recientemente cumplió 90 años. Su antecedente remoto el Partido Nacional Revolucionario nació de la mano del presidente Plutarco Elías Calles y se mantuvo de la mano del presidente en turno, pero hoy atraviesa una crisis que lo sacó de la presidencia por segunda ocasión en 2018.

Por estos días el PRI se encuentra en el proceso de cambio de su dirigencia nacional, llegó al término de su mandato Claudia Ruiz Massieu.

Parece un exceso decir que el Revolucionario Institucional es un partido. En los hechos, su vida dependiente del poder presidencial lo convirtió en el brazo operativo del mandatario en turno, que lo utilizaba para llevar a cabo las negociaciones políticas con los sectores de la sociedad, mediante el reparto de poder desde el autoritarismo del presidencialismo mexicano.

En el proceso de cambio de dirigencia dos aspirantes denunciaron la intervención de Enrique Peña Nieto para imponer a un incondicional.

La aspirante, Ivonne Ortega Pacheco, exgobernadora de Yucatán, señaló que el PRI sigue repitiendo los errores que lo llevaron a la derrota, tratan de imponer incondicionales en la dirigencia nacional, “Enrique Peña Nieto, está metiendo las manos para favorecer al candidato Alejandro Moreno Cárdenas.” (El Economista, 22 de junio de 2019)

Recientemente, José Narro Robles, dejó la contienda y renunció al partido, en redes sociales hizo un llamado a los militantes del PRI a evitar que la renovación de la dirigencia sea “la simulación más grande de la historia del partido.”

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Afirmó que es preferido de la cúpula del PRI, Alejandro Moreno Cárdenas, candidato de los gobernadores y de Peña Nieto. “Por si eso fuera poco, son groseros los indicios de intervención del Gobierno federal.” Pidió “evitar que las decisiones del PRI las siga tomando el presidente en turno”. (El Financiero, 19 de junio de 2019)

Para José Narro se disputan al PRI Peña Nieto y López Obrador. Todo es posible.

Las denuncias de Ivone Ortega y José Narro ponen en evidencia que el PRI es dependiente del presidencialismo, sea el que se fue o el que está en turno, no sabe ser partido, acata órdenes.

Los políticos que aún dominan en el PRI tienen la expectativa de seguir disfrutando el financiamiento público. Difícilmente en el futuro inmediato será una alternativa para recuperar la presidencia, pero si podrá operar como instrumento de presión para acceder al Poder Legislativo y desde ahí negociar y servir al partido dominante. Esa es su vocación, hasta que un líder le marque un nuevo rumbo. Pero si no sucede, podría desaparecer.

El 23 de junio solicitaron su registro en el PRI siete fórmulas para competir por la Presidencia Nacional y la Secretaría General del partido. Fueron validadas tres: Ivonne Ortega y José Encarnación Alfaro; Alejandro Moreno Cárdenas y Carolina Viggiano, así como Lorena Piñón Rivera y Daniel Santos Flores.

Las elecciones del PRI se realizarán el 11 de agosto. Por la dinámica de disputa por la dirigencia se perfila con posibilidades de alcanzar el triunfo la fórmula encabezada por Alejandro Moreno Cárdenas.

La nueva dirigencia del PRI, cualquiera que esta sea, tendrá que llevar a cabo la tarea de construir, en esta segunda oportunidad de su vida, un verdadero partido político si desea convertirse en una real alternativa de gobierno para la ciudadanía. Lo primero será aprender a vivir sin los dictados de algún expresidente del partido o del que está en turno. Tendrá que gestar una organización interna diferente porque sus sectores importantes están en decadencia o migraron a Morena. Será obligado que practique la democracia interna, lo nunca hecho. Vivir sin el dedazo.

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La crisis por la que atraviesa el PRI no es exclusiva, también afecta a otros partidos en México y el mundo. Los ciudadanos son entes cada día mejor informados y por ello cuestionan el discurso y viabilidad de las promesas y compromisos de los políticos que están en el poder o de los hombres y mujeres que desean alcanzarlo.

Parte de la crisis de los partidos es la escasa o nula movilidad interna de los liderazgos. Pierden credibilidad al mantener sin relevo, por años, a los mismos personajes. Para algunos de los dirigentes el partido es un modus vivendi y no el espacio para la disputa del poder y por lo mismo se convierten en obstáculo para el relevo generacional. En México este es un problema compartido por todos los partidos, incluyendo a Morena.