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El padre pensó que había enterrado a su hijo y 11 días después del funeral descubrió que está vivo

El 6 de mayo, Frank Kerrigan recibió una llamada que nunca olvidará.

Se trataba de la oficina del forense del condado de Orange, en California, y le informaban de la muerte de su hijo de 57 años, también llamado Frank. Con 57 años, el hombre ha sufrido de problemas mentales toda su vida y vivía en la calle. La familia lo contactaba periódicamente.

Frank Kerrigan padre sostiene una foto con sus tres hijos; Frank a la extrema derecha. Foto de AP
Frank Kerrigan padre sostiene una foto con sus tres hijos; Frank a la extrema derecha. Foto de AP

En la llamada, le dijeron al padre que su hijo fue encontrado muerto junto a una tienda de Verizon Wireless en Fountain Valley y que su cuerpo ya había sido identificado en un certificado de defunción mediante huellas dactilares.

Carol Meikle, la hermana de Frank, dijo que fue a la tienda donde Frank fue hallado y comenzó a llorar y rezar. El informe de la autopsia detallaba que murió de un corazón agrandado y líquido en sus pulmones. La familia sólo vio el cuerpo días antes del funeral y dijeron que estaba difícil de reconocer.

Los Kerrigan decidieron ofrecer el entierro más digno posible. Cerca de 50 personas, procedentes de ciudades como Las Vegas y Ontario, Canadá, asistieron a una misa en la Catedral de la Sagrada Familia. Un doliente condujo 200 millas. En total, los gastos por funeral y entierro superaron los 20.000 dólares.

Pero 11 días después, ocurrió lo inesperado: un amigo de la familia recibió la visita de Frank Jr. e inmediatamente llamó al padre. “Tu hijo está vivo”, le dijo. “Bill (Shinker) puso a mi hijo al teléfono”, narró Kerrigan. “Él me dijo ‘hola papá'”.

(Andrew Foulk/The Orange County Register via AP)
(Andrew Foulk/The Orange County Register via AP)

Ahora la familia Kerrigan, aunque contenta porque el hombre no había muerto, todavía está en estado de shock y busca respuestas. Contrataron a los abogados Douglas y Brian Easton, de Easton & Easton, LLP, para presentar una demanda alegando que el forense fue negligente.

En la demanda -que busca una compensación de dos millones de dólares- la familia también alega que no hubo coincidencia de huellas dactilares y que la identificación fue hecha de una vieja foto de una licencia de conducir.

La demanda, que se presentará la próxima semana, también alega que Frank fue tratado de manera diferente porque era una persona sin hogar y mentalmente enferma. “No se le dio la dignidad y la debida diligencia en el proceso que un ciudadano normal del Condado de Orange obtendría”, dijo Meikle.

Se desconoce la identidad del individuo enterrado en el panteón familiar de los Kerrigan, que considera que el error hizo que el lugar en el camposanto fuera mancillado.

La oficina del forense se disculpó por el error, a través de un portavoz.

Este no es, desde luego, el primer error forense que sale a la luz en los últimos años.

En octubre de 2016, el cuerpo de Jorge Hernández, de 26 años, quien murió mientras conducía, fue cremado en lugar de ser embalsamado para el funeral en Los Angeles.

Y el condado de Adams, en Colorado, bajo el controversial forense James Hibbard, recibió numerosas demandas, entre ellas dos por confusiones con cuerpos. Una de estas involucró el cuerpo de David Martínez Jr, de 36 años de edad, enviado un depósito de cadáveres que se suponía recibiría los restos de otro hombre. El cuerpo fue embalsamado, lo que impidió los planes de la familia para mostrar el cuerpo en su estado “natural”.