El niño de 13 años que evitó con un ingenioso invento que los masái siguieran matando a leones para proteger el ganado

No tiene ni una carrera universitaria, ni un doctorado, nunca ha estudiado nada que tenga que ver con la biología o la zoología y apenas tiene 13 años, pero Richard Turere, un joven adolescente masái que vive al sur del Parque Nacional de Nairobi, ha ideado la manera de mantener alejados a los leones del ganado y además no causarles ningún tipo de daño.

Todo aquel que haya viajado por países como Kenia o Tanzania, sabe que la lucha por el territorio entre leones y masái, pueblo estimado en casi un millón de individuos que viven fundamentalmente de la agricultura y el ganado, se remonta a muchos años atrás.

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Richard Turere con su ganado.

Se temen, se odian, pero también intentan respetarse y no meterse los unos con los otros, ya que en el pasado ha habido numerosas bajas por los dos bandos, especialmente de los primeros.

En el lugar donde vive Richard es frecuente que los animales se muevan libremente –el Parque no está acotado de ninguna manera-, por lo que en ocasiones los leones llegan a los pastos en los que los masáis tienen a su ganado y suele haber conflicto entre los atacantes, que intentan cazar a las piezas, y los defensores que intentan protegerlas.

En la cultura de este pueblo tradicional está desde niños el cuidado del ganado cueste lo que cueste, por lo que ha habido numerosas muertes de leones en los últimos años.

Hasta que Richard ha dado con la solución a fuerza de prueba y error. Consciente de que los animales suelen tener miedo del humano y del fuego, primero intentó dejar hogueras encendidas alrededor del ganado para ahuyentarlos, pero no funcionó. De hecho, les servía para encontrar más rápido a sus víctimas.

Después plantó un espantapájaros para que los leones creyeran que había humanos y se espantaran, pero tampoco sirvió de mucho porque al ver que no estaba en movimiento no le tenían miedo.

Finalmente llegó a la conclusión que la mejor manera era mezclar los dos elementos, después de estar paseando con una antorcha encendida durante la noche y que no se atrevieran a acercarse. La solución era la luz en movimiento.

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El invento de Richard Turere.

Pese a no tener conocimiento de electrónica, construyó un panel solar, conectado a la batería de un coche viejo, que se carga durante el día y al que se le añade un transformador, un interruptor y unas bombillas. El resultado es un sistema de luces intermitentes que rodean el perímetro y dan la sensación de que hay personas caminando con linternas, por lo que los depredadores no se atreven a acercarse.

El invento ha tenido tanto éxito que se ha adoptado en todo el país y el Gobierno le ha premiado con una beca de estudio en un prestigioso colegio.

Pero el objetivo del joven es llegar a ser ingeniero de aviación. Parece, desde luego, que imaginación no le falta.

Javier Taeño (@javiertaeno)