“El jacuzzi de la desesperanza”, un extraño lago bajo las aguas del Golfo de México
Le llaman “lago”, pero se encuentra bajo el mar. Pudiéramos verlo también como una poceta gigantesca en medio del Golfo de México. Y lo peor no es su configuración, sino lo que ocurre adentro.
No por gusto le llaman “el jacuzzi de la desesperanza”. Tanta es la concentración de sal y de metano en este hoyo ancho y profundo, que solo existe evidencia de vida microbiana bajo sus aguas. Es como una extensión del Mar Muerto, aunque frente a las costas de Nueva Orléans y en las cálidas aguas del trópico.
Captura de pantalla de video de YouTube
Esta curiosa formación circular fue descubierta en 2014 a unos 3.300 pies por debajo de la superficie del golfo gracias a la inmersión de Hércules, un robot submarino operado por control remoto.
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“Fue una de las cosas más asombrosas que he visto en mi vida”, declaró para la revista Oceanography, Erik Cordes, profesor de biología de la Universidad del Temple de Filadelfia.
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Cordes se embarcó un año después en el Alvin, un aparato sumergible con capacidad para tres personas, y desde allí analizó las características de este “jacuzzi de la desesperanza”.
“Tú bajas al fondo del océano y ves un lago o un río que fluye. Te sientes como si no estuvieras en este mundo”, concluyó.
Con unos 100 pies a la redonda y 12 pies de profundidad, esta piscina interior se caracteriza por poseer aguas que son cuatro o cinco veces más saladas que el agua de mar que tienen encima, y con la cual nunca se mezclan.
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Su composición química es tan densa que provoca que sus aguas permanezcan en su sitio, dentro de este caldero gigante donde predominan las altas concentraciones de metano y de sulfuro de hidrógeno.
Para su curiosidad, Cordes detectó bacterias, gusanos de tubo y gambas que han sabido adaptarse a un medio tan enrarecido.
Visto desde un punto de vista más ambicioso, la presencia de estos organismos en un medio muy hostil podría facilitar el estudio de formas de vida en otros planetas del sistema solar.
“Mucha gente estudia estos hábitats extremos en la Tierra como modelos de lo que podríamos descubrir cuando vayamos a otros planetas", concluyó el investigador.