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El confuso incidente tras dos videos virales que indignan a EEUU: ¿qué sucedió realmente?

El incidente sucedido el pasado viernes 18 de enero frente al Monumento a Lincoln, en Washington DC, entre un grupo de estudiantes de secundaria de Kentucky, otro de activistas nativoamericanos y otro de miembros del grupo religioso conocido como Israelitas Negros o Hebreos Israelitas (afroamericanos que se consideran descendientes de los antiguos israelitas) es una muestra de la tensión existente en la sociedad estadounidense y de las confusiones y conclusiones equívocas que se plantean y difunden masivamente al respecto en redes sociales.

Cinco claves permiten una mejor comprensión de esta confrontación dramática, que no se cerró en el incidente en Washington o con la controversia mediática que le siguió y en la que hasta el presidente Donald Trump ha participado, sino que ha escalado a niveles adicionales de estigmatización de unos y otros e, incluso, de amenazas en contra de los estudiantes involucrados.

El estudiante Nick Sandmann, de la escuela católica Covington High School, y el líder nativoamericano y veterano de Vietnam, Nathan Phillip. (Kaya Taitano via Reuters)
El estudiante Nick Sandmann, de la escuela católica Covington High School, y el líder nativoamericano Nathan Phillip. (Kaya Taitano via Reuters)

1. Los protagonistas y los símbolos

Por un lado, alumnos de la escuela católica Covington, en Kentucky, la gran mayoría de raza blanca, se encontraban en Washington para participar en la Marcha por la Vida, una manifestación en contra del aborto, y al parecer esperaban frente al Monumento a Lincoln a que llegaron los autobuses que los devolverían a su estado. Muchos de esos jóvenes portaban gorras y suéteres con la leyenda “Make America Great Again”, el lema que Trump ha usado para simbolizar su visión de lo que debe ser Estados Unidos y que, dada lo divisivo y ofensivo que ésta ha sido para muchos, es un símbolo inquietante para muchas comunidades estadounidenses.

En un video difundido en redes sociales el pasado fin de semana, se mira a algunos de esos jóvenes encarando a un activista nativoamericano. Los adolescentes lucen sonrientes y uno de ellos, Nick Sandmann, se mantiene inmóvil mientras Nathan Phillip, anciano líder de la tribu Omaha, de acuerdo al relato de la televisora CNN, toca un tambor tradicional. Phillip se encontraba allí participando en la Marcha de los Pueblos Indígenas, que también tuvo lugar en Washington DC.

Y un tercer grupo, cuyas acciones no fueron inicialmente conocidas pero luego resultaron de importancia crítica, también se encontraba presente: miembros de los Hebreos Israelitas que, según se ha conocido, increparon e insultaron a muchos de quienes se cruzaron con ellos frente al Monumento a Lincoln, incluidos los adolescentes de la escuela católica y los nativoamericanos.

2. La “versión inicial”

Un primer video difundido en redes sociales del incidente muestra al adolescente encarando al anciano indígena, el primero sin moverse y con cara sonriente, el segundo cantando y tocando su tambor. En torno a ellos, compañeros reían, cantaban y saltaban. Según algunas interpretaciones iniciales, los jóvenes estaban haciendo burla. Esa versión, apoyada en lo que se veía en el video y en el punzante lema trumpista en gorras y suéteres, corrió con intensidad en las redes sociales y colocó a los estudiantes de la escuela Covington como una suerte de acosadores racistas.

Incluso se afirmó que las gorras con el lema citado fueron portadas por los adolescentes como una provocación, un mensaje de intolerancia y desdén hacia la diversidad estadounidense y, en específico, a sus pueblos originarios. Y se comentó que algunos de esos adolescentes gritaban durante el incidente “Build that wall” (construyan ese muro, en relación al que Trump desea alzar en la frontera con México), como se reportó en Vox.

Los jóvenes fueron así criticados y denostados en redes sociales y medios de comunicación, y sujetos de reproches severos. Autoridades de la Diócesis Católica de Kentucky y de la escuela Covington, inclusive, deploraron el pasado sábado el comportamiento de sus estudiantes y en un comunicado ofrecieron “nuestras más hondas disculpas al señor Phillip. Este comportamiento [el de los adolescentes de la escuela Covington] se opone a las enseñanzas de la iglesia en relación a la dignidad y el respeto a la persona humana”.

3. Agresores y agredidos

Sin embargo, el juicio a los estudiantes al parecer fue demasiado rápido y equívoco. Nuevas imágenes aparecieron poco después y ampliaron el contexto de lo que en ese momento sucedió. Y tienen un grave papel los integrantes del grupo Hebreos Israelitas allí presentes.

Así, en otro video, mucho más largo que el primero, se ve y escucha a los Hebreos Israelitas lanzando insultos contra los presentes frente al Monumento a Lincoln. Sus gritos incluían insultos raciales y sexuales tanto contra los nativoamericanos que participaban en la Marcha de los Pueblos Indígenas como contra los estudiantes de la escuela Covington.

La aparición de ese segundo video puso más luz sobre el incidente y mostró que, contra lo que se afirmó en redes sociales al principio, no se escuchan los supuestos gritos de los adolescentes sobre levantar el muro fronterizo. Los cánticos que ellos hicieron mientras Phillip a su vez cantaba y tocaba su tambor eran, se afirma, canciones de espíritu escolar que los estudiantes comenzaron a entonar para contrarrestar los insultos de los Hebreos Israelitas.

Entonces, de acuerdo a CNN, Phillip y otras personas se colocaron con sus tambores entre los estudiantes y los Hebreos Israelitas para tratar de aliviar las tensiones y desactivar una confrontación mayor. Pero el joven Sandmann reconoció que se sintió intimidado por Phillip y que se quedó firme y sonriente ante él no como una burla al anciano indígena sino para mostrar que “no iba a enojarse, ser intimidado o provocado en una confrontación mayor”.

Phillip, por su parte, dijo que en un momento llegó a temer que el enojo que, afirmó, los estudiantes mostraban ante las increpaciones de los Hebreos Israelitas llegara a verterse en contra suya y sintió que al colocarse frente a los adolescentes, en principio para enfriar los ánimos, en realidad se había metido en una situación peligrosa.

Y, adicionalmente, uno de los miembros de los Hebreos Israelitas dijo, de acuerdo a NPR, que su enojo se originó en la manera en que los estudiantes estaban tratándolos a ellos y a los indígenas de la marcha.

4. La responsabilidad común

No hay completa claridad sobre la cronología y detalles del incidente, pero la aparición de imágenes adicionales y de declaraciones de algunos de sus protagonistas sugieren que los juicios iniciales de condena a los estudiantes habrían sido excesivos. Pero la plena exoneración de los adolescentes tampoco se ajustaría a una valoración completa de lo que allí sucedió.

En realidad, todos los implicados tuvieron parte en el incidente y aunque las responsabilidades son distintas en conjunto muestran el grado de crispación social y prejuicio que han provocado los enconos ideológico-partidistas en Estados Unidos.

Así, tanto los apresuramientos por condenar a los jóvenes como el afán de mostrarlos como víctimas inocentes serían equívocos pues, se ha criticado, aunque los adolescentes no comenzaron la confrontación, responsabilidad que caería en los Hebreos Israelitas allí presentes, resulta de sentido común que nada tenían que hacer menores de edad en medio de esas punzantes discusiones y que el portar ropa con la leyenda “Make America Great Again” durante un evento reivindicatorio de minorías históricamente oprimidas sí tenía un sentido de provocación, así lo hayan hecho ellos de modo inconsciente.

NPR menciona, por ejemplo, que la Marcha de los Pueblos Indígenas se originó en la lucha de numerosos grupos nativoamericanos en contra de la construcción del oleoducto Keystone XL, que atravesó tierras consideradas por ellos ancestrales, y que el aval a esa obra al final provino, justamente, del gobierno de Trump que acuñó el lema en las gorras y suéteres de algunos de los estudiantes.

La intervención de Phillip, se ha comentado, habría también contribuido al equívoco y aunque él dijo que buscaba aminorar la tensión y buscar la paz, se colocó en una posición en que todo podría haberse vuelto aún más explosivo y, en todo caso, su afán de distensión no habría sido comprendido en ese momento por los allí presentes.

Y como se comenta en el HuffPost, los adultos que supervisaban a esos estudiantes son también responsables, pues sabían o debían haber sabido que sus estudiantes iban a estar en medio de esa marcha portando lemas considerados ominosos por muchas comunidades y aún así toleraron eso, como también toleraron que los jóvenes permanecieran por largo tiempo en el lugar, cuando lo más juicioso quizá hubiese sido retirarse de allí tan pronto comenzaron los insultos para evitar tensiones mayores.

Y, ciertamente, los Hebreos Israelitas desataron con sus insultos y ataques verbales todo el incidente y fueron sus invectivas las que crearon un clima de tensión y catalizaron los miedos, las desconfianzas y los desplantes que le siguieron. Esas vociferaciones y su contenido resultan censurables.

Un manifestante apoya a los estudiantes de la escuela católica Covington frente a la sede de la diócesis de esa localidad, en Kentucky. (AP)
Un manifestante apoya a los estudiantes de la escuela católica Covington frente a la sede de la diócesis de esa localidad, en Kentucky. (AP)

5. Las secuelas

Pero también son igualmente ominosas y repudiables las amenazas vertidas contra la escuela Covington y sus estudiantes, tan graves que ese centro educativo decidió suspender clases hasta nuevo aviso a causa del temor de sufrir violencia, según informó NBC.

Problemáticas también han sido las andanadas críticas que demonizaron a uno y otro grupo cuando en realidad no se conocía (y aún queda mucho por conocerse) de lo que sucedió en ese día frente al Monumento a Lincoln y es claro que en esos reproches los enconos ideológicos habrían en cierto modo exacerbado los juicios.

Para ciertos conservadores los jóvenes estudiantes fueron demonizados por una izquierda intolerante y maliciosa que pretende coartar su libertad de expresión; para ciertos liberales esos adolescentes insultaron severamente a un anciano indígena y exhibieron sin empacho frases cargadas de intolerancia y racismo en medio de una marcha de reivindicación de comunidades bajo ataque por la presente administración y de la derecha; y desde otras ópticas se pinta a los Hebreos Israelitas como fanáticos groseros y sectarios que desdeñan cualquier expresión diferente de la suya aunque, en realidad, generalizar a ese movimiento (de suyo diverso) por los actos de un puñado de sus seguidores resulta igualmente equívoco.

Al final, las narrativas sobre el incidente varían desde la perspectiva con las que se le vea pero ninguna de ellas bastaría por sí misma para explicar o valorar lo que realmente habría sucedido. Al final, la conclusión más allá de las responsabilidades de unos y otros es la constatación de que las tensiones sociales y las “guerras culturales” son severas en Estados Unidos, que hace falta un enorme trabajo de comprensión y apertura para mitigarlas y para expresar juicios certeros, y que el contexto político vigente y sus enconos ideológicos y partidistas son elementos clave en esos desencuentros.

Sigue a Jesús Del Toro en Twitter: @JesusDelToro