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El gobierno de Trump pagó a informantes infiltrados para espiar a la caravana migrante

El gobierno de Donald Trump ha sostenido la noción de que la caravana migrante de centroamericanos que ha cruzado México y comienza ya a llegar a la frontera de ese país con Estados Unidos es una amenaza a la seguridad nacional. El propio presidente Trump ha estigmatizado a esos migrantes, señalando que son foco de crimen y clamado que enviará al ejército para encararlos en la frontera.

Pero más allá de esa retórica, la televisora NBC ha señalado que el Departamento de Seguridad Nacional, con el afán de obtener información sobre esos migrantes durante su avance por México, envió a personas encubiertas y pagadas para que se sumaran a la caravana y, desde dentro, le enviasen datos de inteligencia.

Migrantes centroamericanos continúan su trayecto hoy por la norteña ciudad de Mexicali con rumbo a la fronteriza Tijuana (México). La caravana migrante que intenta reagruparse en Tijuana ha detonado una crisis humanitaria cuyas proporciones todavía se desconocen mientras los centroamericanos dudan qué hacer tras semanas de peregrinación. EFE/María de la Luz Ascencio

Al parecer, según reportes, esos informantes habrían estado especialmente interesados en espiar la información que los migrantes se intercambiaban durante su trayecto vía a aplicación móvil WhatsApp, que les servía para organizarse y comunicarse. Las autoridades estadounidenses también habrían tenido interacción con el gobierno mexicano al respecto. Todo, se afirma, para identificar las intenciones de los integrantes de esa caravana, en su mayoría hondureños pero también de otras nacionalidades centroamericanas, y establecer si suponen algún tipo de riesgo o amenaza.

En principio, una vocera de Seguridad Nacional declinó detallar sobre las fuentes de información a las que recurre ese departamento en relación a esa caravana, de acuerdo a The Hill, pero señaló que sería negligente no obtener datos sobre ella y reiteró que es obligación de esa dependencia “asegurarse de conocer quién cruza nuestras fronteras para protegernos de amenazas”.

Una persona burla las alambradas de acero hoy, en Tijuana (México). La caravana migrante que intenta reagruparse en la ciudad fronteriza de Tijuana ha detonado una crisis humanitaria cuyas proporciones todavía se desconocen mientras los centroamericanos dudan qué hacer tras semanas de peregrinación. EFE/Joebeth Terriquez
Una persona burla las alambradas de acero hoy, en Tijuana (México). La caravana migrante que intenta reagruparse en la ciudad fronteriza de Tijuana ha detonado una crisis humanitaria cuyas proporciones todavía se desconocen mientras los centroamericanos dudan qué hacer tras semanas de peregrinación. EFE/Joebeth Terriquez

Ciertamente, no sería ilegal que personas pagadas por Seguridad Nacional informaran a esa instancia sobre lo que sucede en la caravana migrante, aunque podría cuestionarse la moralidad de hacerlo de modo encubierto y posiblemente con cierta dosis de simulación o engaño. Máxime cuando los integrantes de la caravana son personas que huyen de la violencia y la miseria en sus países de origen y, en su inmensa mayoría, personas que no supondrían amenaza.

Es verdad que entre ellas pueden ocultarse personas con afán delictivo, pero la estigmatización generalizada y la suposición de que la caravana debe ser contenida con el ejército resultan exageraciones más vinculadas con una agenda antiinmigrante que con la realidad específica de esas personas.

No se ha indicado qué clase de datos esos informantes habrían obtenido, si bien NBC comentó que se recibió información que sugería que un grupo de migrantes pretendía, en el cruce entre Tijuana y San Ysidro (cerca de San Diego), lanzarse a correr entre las líneas de automóviles en proceso de entrar desde México a Estados Unidos. En respuesta, las autoridades cerraron allí el tráfico hacia el norte entre las 3 am y las 6 am del pasado lunes, pero en realidad nadie intentó irrumpir de esa manera.

Migrantes centroamericanos, que integran una caravana multitudinaria que marcha hacia Estados Unidos, caminan por una calle de la ciudad mexicana de Mexicali cerca de la frontera con EEUU, el 19 de noviembre de 2018. (AFP | PEDRO PARDO)
Migrantes centroamericanos, que integran una caravana multitudinaria que marcha hacia Estados Unidos, caminan por una calle de la ciudad mexicana de Mexicali cerca de la frontera con EEUU, el 19 de noviembre de 2018. (AFP | PEDRO PARDO)

Y, además, hay quien cuestiona si destinar recursos públicos a esa clase de informantes encubiertos, cuya identidad, cantidad o filiación no han sido clarificadas, sería la mejor manera de obtener datos útiles y confiables o si el gasto, que no ha sido tampoco cuantificado públicamente, se justifica en relación a los resultados obtenidos.

¿Tiene algo que ver la estridencia de Trump y su entorno hacia la caravana con datos específicos obtenidos de ella por esos informantes u otras vías? No hay modo de saberlo a ciencia cierta pero, en realidad, nada de lo que se ha revelado hasta el momento sobre esa caravana sostiene la noción de que ese grupo de personas sea una “invasión” y una amenaza para la seguridad nacional.

Por el contrario, y como señaló John Cohen, que exsubsecretario de Seguridad Nacional, esa caravana tiene un componente humanitario clave y la enorme mayoría de sus integrantes buscan únicamente solicitar asilo en Estados Unidos, por lo que no sería juicioso destinar recursos de inteligencia sustantivos para investigarlos. Cohen, simplemente, no cree que el mayor riesgo que enfrenta el país sea esa caravana de migrantes, como parece ser la noción prevaleciente en el discurso de Trump.

Por lo pronto, un juez federal ya rechazó la pretensión de la Casa Blanca de negar la posibilidad de pedir asilo político a las personas que entren en el país por un lugar diferente a los cruces fronterizos establecidos, al considerar que la proclama de Trump al respecto, de ser aplicada vulneraría la ley, actuaría en contra de la intención expresada por el Congreso e incrementaría para esos migrantes el “riesgo de violencia y otros daños en la frontera”, según informó CNN.

Eso añade a la noción de que los integrantes de la caravana migrante son, en realidad, víctimas y personas en situación de extrema fragilidad y no una amenaza al país, y por ello deberían ser atendidas de modo humanitario y no como si se tratasen de un peligro mayúsculo que, en su caso, no existe.

Sigue a Jesús Del Toro en Twitter: @JesusDelToro