El flamenco, un motor de transformación social con los más jóvenes de las Tres Mil Viviendas

El bailaor andaluz José Suárez ‘El Torombo’, ante el mural más emblemático de Las Tres Mil Viviendas de Sevilla, y junto a su grupo ‘Fuera de Serie’ / Foto: Fernando Ruso.
El bailaor andaluz José Suárez ‘El Torombo’, ante el mural más emblemático de Las Tres Mil Viviendas de Sevilla, y junto a su grupo ‘Fuera de Serie’ / Foto: Fernando Ruso.

“A cantar no se aprende, hay que nacer con el don, tenerlo de herencia, y aquí en las Tres Mil Viviendas hay arte a reventar”. Manuel tiene diez años, cara de niño, pero la mirada y el habla de un anciano. Como si fuese depositario de un legado de siglos, conversa con sus mayores a golpe de sentencia, como sentando cátedra. Despacio y seguro de lo que dice, igual que cuando se sube a los escenarios a cantar aquello que aprendió de sus abuelos, Juana la del Revuelo y Martín Revuelo.

Con ese mismo desparpajo sorprendió Manuel a la audiencia de uno de los principales ‘talent show’ de la televisión española. “Me llamo Manuel, ‘El Lele’”, sentenció. “Y Risto Mejide —uno de los jueces— me dijo que no se le olvidaría nunca mi nombre porque yo en el futuro voy a llegar a donde me dé la gana”, narra hoy el zagalillo, cantaor de flamenco con la voz ya rota, carraspeante, y los ojos de adulto.

Manuel no sueña con ir a Japón, a donde van a ganar dinero los flamencos, porque sabe que en pocos meses irá con el resto de jóvenes que componen ‘Fuera de serie’, un proyecto que busca sacar a la luz el talento de las Tres Mil Viviendas, una deprimida zona de Sevilla marcada por el estigma de la droga y la violencia.

A Japón irán en avión, pero a Madrid ya han ido en autobús. “No dormí bien, y no era por los nervios, porque estaba muy tranquilo, eran por los asientos, muy incómodos”, explica Manuel recordando su primera aparición en la televisión. La del programa ‘Got Talent España’ es la puesta en escena del proyecto ‘Fuera de serie’, ideado por el bailaor José Suárez, ‘El Torombo’, nacido en el barrio de la Macarena, pero residente en las Tres Mil.

Su mujer y sus hijas, también su primer nieto Joselito, nacieron en esta zona del Polígono Sur de Sevilla. De ahí que haya sabido ver el arte como un motor de transformación social para el barrio del que salieron figuras del flamenco como Raimundo y Rafael Amador, Rafael ‘El Eléctrico’ o José Jiménez ‘Botote’.

Cambio personal y colectivo

Esto es una herramienta de cambio personal, porque cuando tú cambias, todo cambia a tu alrededor”, defiende ‘El Torombo’. José ha establecido una especial relación con los jóvenes a los que guía por el mundo del espectáculo. Los hay de todas las edades, desde niños a adolescentes, y también ya mayores que han superado la veintena.

A José lo bautizó Antonio Montoya, Farruco viejo, como ‘El Torombo’ porque decía que su forma de bailar tenía todos los elementos de una tormenta. “Se escuchaba el estruendo, que era el sonido —detalla el bailaor—; luego se veía la luz y, cuando rompía, llegaba el agua”. Y así, como cuando se sube a los escenarios, también se impone a sus discípulos. Tajante y enérgico a veces, siempre lúcido y dúctil cuando las condiciones lo requieren.

Lucas Suárez, 12 años, percusionista, toca el cajón / Foto: Fernando Ruso
Lucas Suárez, 12 años, percusionista, toca el cajón / Foto: Fernando Ruso

Porque para ‘El Torombo’, el programa que ideó para las nuevas generaciones del Polígono Sur es un termómetro del estado de las Tres Mil. “Estamos hablando de música, de arte, sensaciones, emociones, sentimiento… y el flamenco sirve para detectar necesidades, estados de ánimo o problema que puedan darse en el barrio, y que se reflejan en los pequeños”, concreta el bailaor.

Pero cuanto toca ensayo, se ensaya. Y no se admiten compromisos ni jaleos de fuera del escenario. Ni laborales, ni personales. “Hay que enseñarles a despojarse de mochilas que no son suyas”, advierte José. “Los flamencos somos familia, pero no podemos arrastrar problemas de otros, de nuestro entorno, hay que saber cortar con los problemas del día a día que nos permiten avanzar”, razona. “Para expresarse hay que ser libre”, zanja el bailaor.

Desempleo y analfabetismo

Más de 50.000 habitantes conviven en el Polígono Sur sevillano, una zona residencial creada en el año 1977 y compuesta por seis barrios. De ellos, el más conocido es el de las Tres Mil Viviendas, donde la tasa de desempleo se dispara hasta el 80 por ciento y se registra un analfabetismo en adultos del 26 por ciento, según datos del Comisionado del Polígono Sur de la Junta de Andalucía. Este organismo estima que unas 280 personas del barrio solo comen una vez al día.

Los hermanos Juan (10 años), Vito (16) y José (14 años) Jiménez Cortés, todos componentes de ‘Fuera de Serie’ / Foto: Fernando Ruso
Los hermanos Juan (10 años), Vito (16) y José (14 años) Jiménez Cortés, todos componentes de ‘Fuera de Serie’ / Foto: Fernando Ruso

La zona más conflictiva de las Tres Mil se conoce como Las Vegas, donde la droga controla los edificios de hasta ocho pisos y en donde se estima que el 12 por ciento de los niños está sin escolarizar. La droga no se ve, pero sí a los ‘aguadores’, vigías apostados a las puertas de los bloques, y a los toxicómanos, que transitan junto a calles llenas de cochambre.

“Torombo nos dice que aquí, en el flamenco, estamos en la gloria, que no nos vayamos a otros caminos”, cuenta Dolores Amaya, una niña de doce años que aparenta muchos más. Responde con soltura que vive “en las 624” viviendas, el nombre por el que se conoce a Las Vegas. Canta en casa desde niña, y se baja a las fiestas que se improvisan en la calle junto a las fogatas en las noches de invierno. Le gustaría parecerse a Camarón. Le gustan todos los palos del flamenco, pero clava las bulerías y los tangos. Con la soleá no se atreve, pero escucha a los mayores en los ensayos de ‘Fuera de serie’ para aprenderlas.

Junto a ella está Lucas, también de doce años y también en Sexto de Primaria. Es hijo de Isidro, uno de los mejores percusionistas del flamenco actual, habitual entre los artistas que tocan con Diego ‘El Cigala’ o María Toledo. “Nosotros somos unos fuera de serie”, admite sin rubor. “El Torombo nos dice muchas cosas, pero de tanto como dice, a mí se me olvidan”, confiesa entre risas.

“Antes los aprendices de barberos no afeitaban, barrían el suelo; hoy cualquiera monta una barbería”, explica elocuente y críptico ‘El Torombo’. “Había más formación y menos información —sigue—; ahora es al contrario, y por eso queremos darles las herramientas para que sepan valerse por sí mismos en este mundo”.

El grupo ‘Fuera de Serie’ ensayando en la ‘Factoría Cultural’ del Polígono Sur / Foto: Fernando Ruso
El grupo ‘Fuera de Serie’ ensayando en la ‘Factoría Cultural’ del Polígono Sur / Foto: Fernando Ruso

“Y para que en el futuro sean ellos los que se conviertan en maestros de otros chavales, para que haya cambio real en las Tres Mil”, razona el bailaor.

Es por la mañana temprano, todavía apenas ha amanecido, y un buen número de los ‘Fuera de serie’ se agolpa a las puertas de ‘La factoría cultural del Polígono Sur’, un moderno espacio situado a escasos cien metros del epicentro de la droga en las Tres Mil. Hasta allí han acudido por la llamada de ‘El Torombo’ y bajo la promesa de una sorpresa. Muchos admiten no haber madrugado tanto en sus vidas. Apenas son las siete y media de la mañana.

Flamenco “con verdad”

Cuando están todos, entre bostezos y las mochilas de los menores para ir al colegio, aparecen cajas y cajas con camisetas de la marca Álvaro Moreno, una empresa de moda masculina que colabora con el proyecto. Pocos se esperaban recibir de las manos del empresario estos regalos, unos perfumes además de las camisetas, que desatan la algarabía entre los flamencos. Unos improvisan a tocar las cajas a modo de cajón, otros acompañan con palmas, el Lele se arranca a cantar y todo adquiere un cariz de fiesta. Algo tan bárbaro como inusitado al alba en las Tres Mil.

Hay un potencial tremendo, pero tremendo”, sentencia sorprendido el empresario Álvaro Moreno. “Esto nace de sus raíces, aquí hay verdad”, sigue narrando perplejo.

Además de las camisetas, que se reparten en minutos los asistentes, Moreno les ha preparado una segunda sorpresa: unos trajes para que los usen en sus actuaciones. Algo inesperado. “El flamenco lo tenemos siempre muy presente en nuestros diseños, no nos falta un forro, unas flores, detalles en las corbatas… y esto es una forma de devolver al flamenco lo que nos ha dado”, razona el empresario de moda masculina.

En una esquina, tres hermanos comentan las sorpresas. Merecía la pena levantarse temprano. Se llaman Juan, de diez años; José, de catorce; y Vito, de dieciséis. El apellido es Jiménez Cortés. “De chicos —narran como si de adultos se tratase— jugábamos al flamenco”.

—¿Cómo se juega?

—[José]. Uno canta, el otro sale a bailar… el otro le toca las palmas.

Ahí, entre juegos han fraguado sus sueños de convertirse en referentes. Unas aspiraciones que comparten en los ensayos con otros niños de su quinta, entre vídeos en YouTube de los flamencos antiguos y de Michael Jackson. “Nos gustaría poder estar en un cartel los tres juntos”, advierte el pequeño.

—¿Del flamenco se puede vivir?

—[Vito]. Si uno sabe lo que quiere y se esfuerza por conseguirlo, sí se puede vivir del flamenco.

—[José]. Si te esfuerzas, la vida te da una recompensa.

“Puede que de mil solo salga uno”, reconoce ‘El Torombo’. “Pero si sale ese uno… aunque sea uno, una gota en el mar, un grano de arena en el desierto… ¡Ay! Si sale uno…”.

Acción social más allá del flamenco

Más allá del flamenco, con independencia de que alguno consiga llegar a vivir de esto, el proyecto ‘Fuera de serie’ también es un espacio donde los pupilos de ‘El Torombo’ adquieren valores como la perseverancia, el compromiso o la capacidad de trabajar en equipo.

José Suárez ‘El Torombo’ saludando a Manuel Jiménez Reyes, diez años, ‘el Lele’, cantaor de las Tres Mil Viviendas / Foto: Fernando Ruso
José Suárez ‘El Torombo’ saludando a Manuel Jiménez Reyes, diez años, ‘el Lele’, cantaor de las Tres Mil Viviendas / Foto: Fernando Ruso

También se lleva a cabo atención personalizada, realizando acompañamientos a Servicios Sociales y Centros de Salud para mejorar la situación de cada joven. Se apoya a los que están estudiando o que quieren retomar los estudios. Para los jóvenes que se encuentran en la búsqueda de empleo se le acompaña al Servicio Andaluz de Empleo ayudándole en la gestión de solicitar tarjetas de desempleo, certificados de Garantía Juvenil y se le acompaña a Andalucía Orienta para comenzar un proceso de búsqueda de empleo y cursos de formación. En situaciones más concretas se da apoyo gratuito con otros profesionales de la psicología que colaboran con ‘Tetoca actuar’, una organización que impulsa el proyecto junto a ‘El Torombo’.

“Para nosotros es muy importante que, además de formarse en las disciplinas del flamenco, vayan sacándose los estudios reglados que les ayudará en un futuro a tener una mayor estabilidad”, apunta José Díaz Rodríguez, presidente de ‘Tetoca actuar’.

Sin fondos públicos que sostengan este proyecto, sobrevive gracias a la colaboración de empresas privadas como Álvaro Moreno, que los viste; o Autocares Cabello, que les cede sus autobuses para los desplazamientos en las actuaciones. En ‘Fuera de serie’ también colaboran artistas consagrados como José Valencia, Pedro Sierra, Rafael Campallo o José Carrasco, que se suman a las clases del maestro ‘El Torombo’.

“Somos la cantera del Sur, somos las Tres Mil”, presume Sinay Jiménez, nieta de Juana la del Revuelo. En su casa ha vivido el arte de los gitanos desde siempre. “El flamenco ha sido mi biberón”, cuenta la joven de 25 años, vecina de Las Vegas y amante de las bulerías, la soleá y los tangos, los palos en los que más se prodiga.

Dejó los estudios en Segundo de la Educación Secundaria Obligatoria (ESO), “ya se sabe, a esa edad se está revuelta con las hormonas”, se defiende. Apaciguada su rebeldía, ha vuelto a retomarlos para sacarse el graduado escolar gracias a la intervención de ‘Fuera de serie’. “Aquí aprendemos flamenco y mucho más, además se quitan a los niños de la calle para que vivan lejos del alcohol y las drogas…”, concreta Sinay.

—¿Flamenco para salir de las Tres Mil o para transformarlas?

—Se sabe su mala fama, pero a mí me gustaría transformarlas porque me gusta mi barrio. Esto es algo que el barrio necesita, queremos que la gente vea el talento de la gente de aquí. Y poder vivir de ello.